Guido Pella: “El tenis es un trabajo de 24 horas”

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Es uno de los mejores tenistas argentinos de la actualidad, aunque su relación con esta disciplina tiene vaivenes: es una herencia familiar, quiso abandonar y volvió, y reconoce que su deporte favorito es el básquet. 

Fotos ©ATP/Getty Images

Mientras se escribe esta nota, y de acuerdo con el ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), en el mundo solo hay 21 hombres que juegan mejor al tenis que Guido Pella. Raqueta en mano, el bahiense recorre canchas de todo el planeta desde su adolescencia. El talento llegó temprano; la pérdida de la inocencia, también: la diversión quedó de lado muy pronto para darles paso a las responsabilidades de una carrera profesional.

Es el eslabón más fuerte de una cadena familiar ligada al tenis, desde su bisabuela paterna: “Tengo mucha tradición en la familia y no me quedó otra que arrancar a jugar”, confiesa.

  • ¿Tuviste posibilidad de elegir?

Sí, practiqué otros deportes: jugué al fútbol y al básquet, e hice natación. El que más me gustaba era el básquet. Ahora, de grande, con un amigo que jugó más tiempo vamos a tirar al aro cuando podemos. Me hubiera gustado jugarlo un poco más. Siempre que puedo, lo veo por tele o en vivo. Realmente lo disfruto mucho y me parece un deporte espectacular.

  • ¿Te divertía más que el tenis?

Sí, más que nada porque me gustan los deportes en equipo. Disfrutaba de esa sensación de tener que armar jugadas, que cada uno tuviera su posición, poder apoyarse en otro jugador. Me acuerdo de que jugaba bien, pero en el tenis los resultados se me empezaron a dar mucho más rápido, y eso hizo más fácil la transición. A los doce años había quedado como número tres de la Argentina, me llevaron al Sudamericano, entonces tuve que empezar a tomármelo mucho más en serio. A partir de ahí, no hubo vuelta atrás.

“Adentro de la cancha estás solo, la presión te la tenés que bancar vos solo”.

Para poder viajar de Bahía Blanca a los torneos que se jugaban en todo el país, Carlos Pella, su papá, hizo malabares: le puso tanque de gas al auto, que fue el transporte predilecto; vendió pertenencias para juntar algo de dinero y, como no alcanzó, recibió préstamos de amigos y conocidos. El sueño del tenis profesional solo es posible si se invierte mucho. “Nunca me voy a olvidar de eso, porque ahora todo es mucho más fácil para mí. En ese momento en el que no me conocía nadie, los gastos eran altos, y yo no ganaba plata. No era fácil viajar en auto y no nos alcanzaba para ir en avión. Cuando tocó empezar a viajar afuera, no teníamos plata como para ir a buenos hoteles. Fueron años de mucho sacrificio, y valieron la pena”, cuenta.

  • Tenías cerca de 13 años… Saber que se creaba esta deuda ¿te generaba presión?

Todo fue difícil, pero tuve la inteligencia y la fortaleza mental de que eso no me afectara más de lo que debía. Si uno empieza a pensar en la plata que debe, en los torneos que pierde o en que no juega de la manera en que debería, se bloquea. Después, empecé a hacer mi dinero y a devolver de a poco. Es un proceso que todos, especialmente los sudamericanos, tenemos que hacer. Ahora disfruto de jugar en los mejores torneos y de competir contra los mejores.

  • Hace un tiempo dijiste que no disfrutabas los torneos, ¿sigue siendo así?

En comparación a otros tiempos, el disfrute es mucho mayor, porque estoy en los mejores hoteles y en los mejores torneos. Yo disfruto otras cosas de mi vida, que no es solamente el tenis. Es el deporte que practico desde que tengo memoria, el que hice bien durante toda mi carrera. Estoy metido en esto, sé que es mi trabajo y que lo tengo que hacer de la mejor manera posible.

  • ¿Estuviste cerca de dejar?

Sí, en 2014. No disfrutaba, no encontraba motivación. Se me hacía muy difícil competir y tomé la decisión de no jugar más. A medida que fue pasando el tiempo, empecé a entrenar de a poco, tuve la suerte de poder entrar a un torneo ATP, que para ese momento económico mío era importante, aunque sea para ganar algo de plata. Fui, me empecé a sentir un poco mejor y, a partir de ahí, tomo todo desde una nueva perspectiva.

  • ¿Cómo es tu vínculo con el tenis?

Total. Más allá de que me guste o no, tengo que pensar las 24 horas del día en tenis. Cuando no pienso en una gira, pienso en el entrenamiento; cuando no pienso en el entrenamiento, pienso en la recuperación; cuando no pienso en la recuperación, pienso en las sesiones de psicólogo o kinesiólogo… Es un trabajo de 24 horas. Uno no puede escaparse del libreto, porque lo paga. Sé que es así, lo tuve que aceptar, y también sé que no es eterno.

  • ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

Me gustan mucho las ciudades en las que juego y la atención que recibo de los torneos; llegar a una ciudad, a un aeropuerto, y que me vengan a buscar; que me traten bien, que los clubes sean buenos. No te voy a decir que disfruto la competencia, porque son momentos en los que uno realmente la pasa mal, de mucha presión, en los que hay que tomar muchas decisiones muy rápido. Si las tomás mal, vas a perder. Entonces, creo que disfruto mucho más lo que es externo al tenis que la competencia. Pero me gusta mucho también llegar a los Grand Slam, estar en los mejores torneos del mundo, jugar en equipo cuando es semana de Copa Davis.

  • ¿Qué sintieron al ganar la Davis, que era una deuda histórica para el tenis argentino?

Yo no sentí nada diferente. Es deporte. Tuvimos la mala suerte de no poder ganarla antes y la suerte de ganarla nosotros. Se dieron varias cosas, jugamos bien los partidos que teníamos que jugar bien, durante todo el año mantuvimos una base de equipo, y creo que eso fue lo que nos mantuvo a todos prendidos y con muchas ganas de competir. Se tenía que dar en algún momento, y por suerte fue ahí. Ahora sigo con las mismas ganas de ganarla otra vez. El año pasado perdimos en cuartos de final, pero yo siento que estuvimos muy cerca. Este año vamos a seguir tratando de dejar a la Argentina ahí arriba. ¿Por qué no pensar en otra Copa Davis?

  • Entre las cosas que dijiste que te gustaban del básquet estaba el hecho de que es un deporte colectivo. En el tenis, ¿se siente algo similar cuando hay una competencia como la Copa Davis?

Sí, un poco. Pero también sé que entro a la cancha yo solo. A mí me gustan los deportes que se pueden jugar en equipo. La presión recae en varios jugadores, no solamente en vos, y creo que eso es algo que en el tenis no lo voy a sentir nunca. Más allá de que en la Davis siento que tengo un equipo atrás, está afuera: no toma las decisiones por mí. Adentro vos te encontrás solo, la presión te la tenés que bancar vos. Es lo que uno firma cuando entra a jugar al tenis.

Fuera de las canchas, Guido no está solo: desde mediados de 2018 se encuentra en pareja con la modelo e influencer Stephanie Demner, con quien se casará en septiembre de este año.

  • En los pocos ratitos libres que te deja el tenis, estás organizando un casamiento…

No, por suerte mi novia se encarga de eso. Le dije “Tenés la prioridad absoluta en todo, hacelo como vos quieras. Si necesitás que te ayude en algo, te voy a ayudar”. Es un día muy especial para los dos y está bueno que ella tenga la libertad de elegir lo que le gusta, para que sea un día que no se olvide.

  • ¿Te genera ilusión?

Sí, obviamente. Pero también sé que falta un poco todavía. Más allá de que va a ser, probablemente, el día más importante de mi vida, tengo objetivos con el tenis, y no puedo dejar de pensar en eso. No puedo relajarme. Su trabajo le permite, por ahí, relajarse un poco más que yo. Realmente debo tener la cabeza puesta en los objetivos de este año: el circuito, la Copa Davis, los Juegos Olímpicos. Hay que pensar en eso, porque si no, no voy a lograr ninguno.

  • Tenés una cuenta de Instagram privada, “con candado”, ¿cómo te llevás con el hecho de que, por el trabajo de ella, al aparecer en sus redes, se muestra algo de tu intimidad?

Es difícil. Tenemos vidas muy diferentes: ella vive de eso, yo de otra cosa. Pero creo que nos llevamos bien, que cada uno respeta mucho la privacidad del otro. Yo soy una persona que se siente más cómoda cuanto menos muestre o más perfil bajo esté. Ella, por su trabajo, realmente tiene que aparecer, figurar. Yo intento no mostrarme en las redes, porque siento que eso es algo que me afectaría. Trato de dejarle ese mundo a ella, que es la que trabaja ahí, y de mantenerme en un mundo en el que nadie sepa qué es lo que hago ni qué dejo de hacer, porque es donde me siento más cómodo.

“Disfruto otras cosas de mi vida, que no es solamente el tenis”.

Al convertirse en profesional desde chico y dedicarle al tenis casi todas las horas de su vida, se quedó con ganas de vivir algunas cosas, de tener ciertos objetos. Hoy, con la posibilidad de darse gustos, elige saciar a ese niño interior. En su casa, posee una estantería llena de estatuas de personajes de La Guerra de las Galaxias (Jabba the Hutt, Han Solo, Bobba Fett, C3PO, R2D2, Darth Vader, Darth Maul, Darth Sidious, Yoda, un stormtrooper, entre otros). También se compró las consolas de videojuegos que estaban de moda en su infancia y viajó a Disney unas 30 veces (incluyendo la ocasión en la que le pidió matrimonio a su novia). “Es un lugar que a mí me da mucha paz, trato de ir siempre que puedo. Me siento tranquilo, nadie me molesta. Es un ambiente de mucha felicidad, y eso es algo que me ayuda a relajarme”, explica. 

SENTIRSE IMPORTANTE

Al alcanzar los cuartos de final en Wimbledon, el año pasado, sorprendió al declarar: “Es la primera vez que me siento importante en mi carrera». Durante su estadía en el país para competir en los dos torneos ATP nacionales (Córdoba Open y Argentina Open), agregó: “Era una deuda muy grande que tenía conmigo. Realmente necesitaba un resultado así en un Grand Slam. Me abrió la cabeza, sé que puedo seguir compitiendo ahí”.