María Rosa Oliva: «Esto es una pasión»

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Abogada, docente, dueña de un local gastronómico y madre, Kitty Oliva es, desde hace 25 años, la presidenta del club de fans “Simplemente Luis Miguel”.

Por: Juan Martínez
Foto: Sebastián Salguero

Las hermanas Oliva, María Rosa (Kitty) y Valeria, tenían 14 y 16 años cuando, extasiadas por Luis Miguel, decidieron que era momento de fundar un club de fans en su honor. Al principio no se tuvieron mucha fe y pensaron en “Tú y Yo” como posible nombre, ya que es el título de una canción del artista y hacía alusión a las únicas dos integrantes del proyecto. Sin embargo, rápidamente reclutaron fans entre sus compañeras del colegio y sumaron muchas más yendo puerta a puerta por diferentes barrios de la capital cordobesa.
Veinticinco años más tarde, “Simplemente Luis Miguel” sigue vivo y expectante por la nueva visita del astro al país. Kitty, que ejerce como abogada de forma independiente, es profesora en un instituto de apoyo universitario, maneja un local gastronómico, cría a Sofía –su hija de casi tres años– y sigue al frente del club, haciendo malabares con su tiempo gracias a la colaboración de otras fans.
“Muchas veces, sobre todo los hombres, nos critican y nos dicen ‘¿No tienen nada más que hacer?’. Pero esto es una pasión, como la que algunos tienen por el fútbol, por ejemplo. Es más o menos lo mismo, solo que vivido desde distintos puntos de vista. Lo bueno es que nosotras regulamos esta pasión; ¡pobres los que tienen la del fútbol!, que la viven todos los fines de semana…”, analiza Kitty.
Las pasiones se suelen caracterizar por ser irreflexivas, un cúmulo de emociones que se lleva puesto todo a su paso, comenzando por el apasionado. Luego de tanto tiempo en esto, Kitty consiguió darse el espacio para pensar acerca del tema y explicar por qué hace lo que hace: “Empecé con el club de muy chica, y mi etapa más irreflexiva ya pasó. Ahora sí encuentro motivos y causas que sostienen todo esto. Sobre todo, lo que más me queda es ver que la gente está feliz. Para muchas mujeres y hombres, estas son escapaditas, pequeños momentos de felicidad que quizá no tienen en otro lado. Ese es el verdadero motivo por el que sigo haciendo esto. Y me atrevería a decir que es el motivo por el que Luis Miguel canta: sabe que hace feliz a mucha gente”.
En 1999, invitada por el entorno del cantante, Kitty viajó a España junto a su hermana y otra integrante del club para la presentación del disco Amarte es un placer. Las tres consiguieron dominar sus impulsos durante la hora que duró la conferencia. Al finalizar, Luismi se paró para retirarse, en medio de una multitud y acompañado por personal de seguridad. “Lo recuerdo como una película, en cámara lenta: avancé esquivando gente y grité ‘¡Luis!’. Él se dio vuelta, se sacó de encima a sus guardaespaldas, que se lo estaban llevando, y vino a saludarnos. Pude abrazarlo y cruzar unas palabras, fue maravilloso. No tengo ni fotos, porque en esa época no teníamos celulares, sino una cámara analógica que no llegué a sacar”, cuenta Kitty.
El vínculo de una fan con su ídolo elude las barreras de distancia y tiempo. Aunque el ídolo no se entere del todo, es parte de la vida de la fan, un ser querido que acompaña su recorrido vital. Esta relación se va acomodando a los distintos momentos que viva la fan, como es el caso de Kitty: “A los 14, él era el amor de mi vida, yo sentía que nos íbamos a casar y todo. Ahora lo veo como un amigo lejano con el cual no hablo seguido. Es una persona que quiero, a través del tiempo surgió un cariño, porque conozco su vida, su historia y tuve vivencias con otras personas a través de su figura”.
“Vamos a ir de rojo a ver a Luis Miguel”, repite Sofía, la hija de Kitty. Ella casi no escuchó al cantante, pero lo ve en su casa, en un cuadro autografiado que su mamá atesora, y la vio a ella junto con sus amigas vestidas de rojo (el sello del club, que motivó que el astro lo rebautizara “La banda del rojo” en un show de 2002) en cada cumpleaños de alguien del grupo. Ese cuadro es de lo poco que se trasladó de la casa materna de Kitty, donde quedó casi toda la memorabilia de Luis Miguel que recopiló en este cuarto de siglo. “Mi mamá me llama siempre para que me lleve todo, me lo quiere tirar, pero le digo que me lo guarde un tiempo más. Cuando tenga una casa más grande, quiero hacerme un minimuseo con todo eso”, revela.