Balcones perfumados

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Tener un jardín en el balcón puede resultar una fiesta para los sentidos si además de colores y texturas le incorporamos especies fragantes. Distintas opciones para todos los gustos. 

Disfrutar de la naturaleza, aunque se disponga de un espacio reducido, levanta el ánimo, armoniza y aleja del estrés, más allá del impacto visual que provocan el follaje y la belleza de las flores, que elevan el jardín a otro nivel cuando además impregnan el lugar con sus aromas limpios y únicos.

Existe una gran variedad de especies indicadas para vestir y perfumar cualquier balcón, adaptándose a requerimientos tales como iluminación, orientación, tamaño, etc. Elegir las adecuadas permitirá disponer de un espacio verde que perdurará por varias temporadas.

ABELIA

Es un arbusto resistente que puede alcanzar los dos metros de altura, por cuanto resulta ideal para conferir estructura o para resguardar el balcón del viento y de las miradas curiosas.

Sus hojas son pequeñas y brillantes, de un verde más claro en el envés, y sus flores, de un rosado muy suave y sutilmente perfumadas, asemejan campanas. La floración es profusa y comienza en la primavera, extendiéndose hasta el otoño, y se distingue porque una vez que los pétalos se marchitan y caen, el cáliz se torna rosa primero para volcarse luego al carmín, manteniendo y cambiando a la vez la lindura de la planta.

Soporta el sol, pero no los climas muy cálidos, por lo que es aconsejable ubicarlo a la sombra o semisombra –aunque es probable que así no dé tantas flores–.

FRESIA

Es una planta que crece entre 30 y 40 centímetros a partir de bulbos o cormos, y que se caracteriza por la variedad de colores de sus flores acampanadas, que despiden un bello y dulce perfume.

Se recomienda comprar los bulbos en otoño –y que no estén blandos– y guardarlos en un sitio fresco hasta el momento de plantarlos (en otoño para las zonas cálidas y en primavera cuando hay peligro de heladas), manteniendo una distancia de unos diez centímetros entre cada uno. Prefieren los lugares frescos, luminosos y ventilados, aunque hay que evitar que les dé el sol del mediodía. Crecen sin problemas en contenedores mientras estén bien drenados y con un suelo levemente ácido.

JAZMÍN DEL PAÍS

El Jasminum officinale –tal es su verdadero nombre– es una trepadora muy resistente que se mantiene siempre verde y puede alcanzar los seis metros de altura. Frondoso, es inigualable para tapizar cualquier muro, dotándolo de una gran belleza. En primavera brotan pequeñas flores blancas dispuestas en inflorescencias que desprenden un perfume tan exquisito como inconfundible. Como si fueran pocas las cualidades que ostenta esta planta, tampoco tiene grandes exigencias respecto a sus cuidados –puede desarrollarse tanto en tierra como en maceta, en esta con un sustrato orgánico– o a su ubicación, si bien a media sombra sus flores duran más.

LAVANDA

Es un arbusto silvestre que no supera el metro de altura y que no demanda demasiados cuidados, salvo temperatura templada, buena exposición solar y riego moderado. Se caracteriza por dar preciosas flores violetas (si bien también existen variedades rosas, azules y blancas) que parten del tallo formando espigas y por su delicada y penetrante fragancia.

Se cultiva por medio de esquejes o de semillas, y la maceta perfecta debe medir no menos de 30 centímetros de diámetro –para que la planta se expanda–, ser de un material poroso como la terracota y con orificios de perforación que permitan que el agua no se encharque.

El tipo de suelo que requiere es alcalino, debiéndose esperar a que la tierra esté más bien seca entre riego y riego.