La creatividad: ¿Es innata o adquirida?

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Desde el arte hasta la empresa, la creatividad es una cualidad muy valorada. Referentes de varias disciplinas debaten si este talento es innato o se puede aprender.
Por: Yamila Garab
Ilustraciones: Laura Fernández Saad

Es una evidencia de la realidad que existen personas más y menos creativas. Se advierte día a día en el trabajo, en el aula y en la vida cotidiana. Sin embargo, no es fácil definir en qué consiste exactamente la creatividad: si es un don innato que algunos poseen por naturaleza y otros no, o si, por el contrario, es algo que se puede aprender o adquirir. Y, en ese caso, ¿dónde y cómo hacerlo?
El neurólogo Facundo Manes, presidente de la Fundación Ineco, explica que existen básicamente dos formas de resolver problemas: “La forma lógica, propia del pensamiento lento y repetitivo, y la intuitiva, cuando se activan las áreas de la imaginación y la asociación”. En el momento del acto creativo la actividad neuronal en el cerebro se encuentra “en un estado oscilatorio que posibilita la sincronización entre grupos neuronales de la misma área de la corteza cerebral o de áreas distantes entre sí”. Pero, más allá de esta descripción, advierte que, si bien existe una carga genética que predispone al talento creativo, “es el factor sociocultural el que juega un rol central, porque el acceso a experiencias de distinta naturaleza remodela las conexiones cerebrales necesarias para generar las soluciones innovadoras”. Por lo tanto, concluye que son “el contexto y los factores sociales” los que pueden “estimular o no la explosión de la creatividad”.
También, la arquitecta Mónica Bertolino, profesora titular de la Universidad Nacional de Córdoba, le atribuye una importancia crucial a la formación adquirida, pero está bien lejos de considerarla como un bien que se adquiere en forma pasiva: “En el acto creativo ponemos en juego tanto lo aprendido a través de la educación formal como las propias experiencias de vida, los aprendizajes informales y lo que cada uno de nosotros hizo con todo eso”, opina. Además, explica que, en su profesión, “la creatividad no consiste en tratar de hacer algo disparatado o lo que nadie antes jamás hizo para ser original, sino de mirar de una forma distinta lo que nos rodea”.
Por su parte, el ensayista, consultor y docente Norberto Chaves, radicado hace varias décadas en España, ejemplifica su noción de lo que es la creatividad con un recuerdo: “Una vez, en La Habana, vi un disco de vinilo semicortado en cuatro partes y sujeto por su agujerito al eje de un motor eléctrico: alguien lo había transformado en un ventilador. Hay otros que, en cambio, solo verán el disco y a lo sumo se les ocurrirá apantallarse con su tapa de cartulina”, cuenta. Y agrega: “El creativo es aquel que percibe las relaciones posibles entre cosas distantes y heterogéneas, que sustituye una cosa por otra y así genera consecuencias inesperadas”.

“El creativo percibe las relaciones entre cosas distantes y heterogéneas, sustituye una cosa por otra y genera consecuencias inesperadas”.
Norberto Chaves

Chaves tiene tomada una postura bien firme sobre cuáles son las condiciones para ser creativo: “Hace unos años, en un evento académico sobre creatividad, un científico, antropólogo y psicólogo con quien compartí un panel explicó cómo la capacidad creadora depende del funcionamiento de las neuronas y la velocidad con que estas se vinculan entre sí, que es distinta en cada persona, y eso hace que cada uno tenga su propia capacidad de asociar ideas y estímulos”, sostiene.

A su vez, Julio Oropel, presidente de Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados (DArA), aporta otra definición de la creatividad: “Crear tiene que ver con dar respuesta a algo. Cuando creamos es porque hay un desafío por resolver o una necesidad que satisfacer, que puede provenir de otro o de uno mismo; pero siempre existe una causa previa y la creación es su consecuencia”. Además, opina que la capacidad creadora siempre está en función del bagaje cultural que cada uno tenga: “Podemos crear porque sabemos observar lo que hay a nuestro alrededor, porque todo eso queda grabado en esa suerte de archivo de imágenes que cada uno posee, y tiene que ver con la capacidad de utilizar todo ese arsenal de datos e imágenes con que ya contamos”.
A su vez, desde el terreno puro del arte, la fotógrafa y realizadora audiovisual Paola Spalletti, que dicta cursos y talleres de creatividad en el Teatro Ciudad de las Artes y el Centro Cultural España Córdoba, entre otros sitios, opina que la creatividad, lejos de ser un don o un talento que poseen unos pocos, es una capacidad innata de todos los seres humanos, más allá de lo que cada uno haga con ella. “Nuestra sola existencia es un hecho creativo, un acto de fe, y cualquier pensamiento o reflexión, llevados o no a la acción, afectan a nuestro entorno. Se trata de ser conscientes de nuestra condición creadora, creer en ella y alimentar ‘ese algo’ que todavía no existe o que nadie percibió aún hasta que podemos hacerlo realidad: eso es crear”.

La creatividad en el trabajo
“Las universidades no enseñan creatividad ni brindan herramientas para resolver problemas”, asegura el publicitario Juan Rezzónico, titular de la agencia de publicidad Murra (con clientes como Nike, I-Sat y San Lorenzo de Almagro) y director académico de la escuela de creatividad Brother, filial Buenos Aires. “Cualquier persona es capaz de crear. Es cierto que algunos son más hábiles para los códigos de la publicidad porque manejan mejor el humor y el doble sentido, pero en general las técnicas se pueden adquirir y aprender. Lo más importante es tener la paciencia que requiere todo proceso creativo: horas de mirar un bloc en blanco y poder manejar la frustración cuando no se consigue el resultado deseado o nos rechazan lo que creamos”, advierte.
Rezzónico reivindica el método del juego, la exploración lúdica y la observación como motores de la innovación. Lo ejemplifica con un caso que ilustra cómo es posible utilizar una tecnología que ya existe para usos no previstos: cuenta que un alumno de Brother adaptó una herramienta del programa Photoshop para crear un sistema de diagnóstico del daltonismo.
También el ingeniero industrial, consultor de empresas y conferencista Federico Fros Campelo, autor del libro El genio que llevamos dentro (Ediciones B, 2018), confía en que la creatividad, más allá de los talentos innatos, puede ser el resultado de un entrenamiento específico. “Para poder crear hay que adquirir nuevas herramientas y seguir una metodología, porque la creatividad es también el producto de secuenciar un repertorio de pasos que llevan siempre a un resultado genuino, inédito y original. Así que se la puede entrenar igual que la meditación o cualquier otro proceso mental”, asegura.
Por otra parte, Fros Campelo afirma que un factor esencial para poder llegar a innovar consiste en “aprender a recombinar elementos”. Lo ejemplifica con la invención de la valija con rueditas, que se creó hace menos de medio siglo a pesar de que tanto la rueda como las valijas existían por separado desde muchísimo tiempo antes. Y evoca también a Dick Fosbury, el atleta estadounidense que revolucionó la técnica del salto en alto con la innovación de arquearse de espaldas a la vara horizontal, en lugar de saltarla de frente: todo un acto creativo en la actividad supuestamente más rutinaria.
En tanto Hernán Kigel, docente universitario y consultor de empresas como Disney, Banco Galicia y Farmacity, define la creatividad como la capacidad de “tener una idea o un concepto que no provenga directamente de los datos de la experiencia, sino de combinar elementos en forma aleatoria o diferente de como se los encuentra en la vida cotidiana”. Sin embargo, advierte que esta posibilidad suele estar ausente en nuestras rutinas diarias y en el ámbito laboral. “En general, nos enfrentamos todos los días a desafíos repetitivos, y nos encontramos tan sobrecargados de tareas que resulta difícil estar abiertos a recibir estímulos nuevos. Es decir, pasa más o menos lo mismo que en la pareja”, bromea.
Kigel compara el mecanismo de la creatividad con la forma de la letra T: “La línea vertical es la profundidad; y la horizontal, la amplitud, que se identifica con la variedad de la experiencia”. En su opinión, la creatividad “debe ser estimulada con la búsqueda de nuevos horizontes y espacios para reflexionar y profundizar”, pero lamenta que las empresas no acostumbren a hacerlo. “Es una batalla que tenemos que dar”, concluye.

Ser o no ser creativo
No todos coinciden en que una persona no creativa por naturaleza pueda evolucionar en ese sentido. Por caso, Chaves opina que a la creatividad “no se la puede desarrollar más allá de las posibilidades de cada uno”; pero sí admite que se la puede “alimentar con la cultura, un insumo que siempre puede ampliarse”. Agrega que, de esta forma, “la capacidad de asociar ideas se enriquece al adquirir más información cultural y conceptos entre los cuales elegir”.
Sin embargo, observa también que la creatividad “no es una capacidad universalmente necesaria”; es decir que existen personas “más lentas, carentes de humor y a las que les cuesta más entender los dobles sentidos”, pero reconoce que pueden ser, en cambio, “profesionales serios, pacientes, sistemáticos y rigurosos”. Y aclara que estos talentos “son tan necesarios como los creativos”. Concluye, por lo tanto, que un buen educador “no debe torcer la personalidad de sus alumnos ni agobiarlos con el mandato de la creatividad, sino ayudarlos a que descubran sus propias potencialidades para que puedan elegir la tarea en la cual cada uno tenga más capacidad de desarrollarse”.
También la arquitecta Bertolino propone que los docentes “estimulen y ofrezcan estrategias para desarrollar la creatividad de los alumnos”, pero siempre dejando en claro que, en cualquier situación de aprendizaje, “cada alumno es el primer y último responsable de su formación”. Agrega que los educadores deben “aportar herramientas para fomentar la libertad de pensamiento, de modo de poder discutir, cuestionar y poner todo en duda”. Pondera también sobre todo el hecho de estudiar en una “universidad masiva, porque permite entrar en contacto con una pluralidad y una diversidad humana enriquecedoras”.
En tanto, Oropel advierte que si bien “hay gente que es creativa por naturaleza, porque fue dotada por el don divino o como se lo llame, o porque fue estimulada desde la infancia”, eso no implica de por sí que vaya a ser exitosa en su desarrollo profesional. “Pueden aparecer otras circunstancias negativas: ser cómodos, apáticos o no tener voluntad para el esfuerzo, mientras que otros, por ser menos talentosos, naturalmente se esfuerzan más”. De este modo, concluye que personas “no tan creativas pueden compensar esa carencia con una mayor ambición”. La ley del mayor esfuerzo.

Esbozo de un top ten creativo

1. Albert Einstein (1879-1955). Físico. Revolucionó las ciencias exactas con su Teoría de la Relatividad.
2. Leonardo Da Vinci (1452-1519). Artista y creador multifacético, autor de La Gioconda.
3. William Shakespeare (1564-1616). El mayor dramaturgo de la historia, autor de Hamlet.
4. Sigmund Freud (1856-1939). Fundador del psicoanálisis. Revolucionó las ciencias humanas.
5. Thomas Edison (1847-1931). Inventor de la lamparita eléctrica y el fonógrafo.
6. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Músico y compositor genial desde los cinco años.
7. Pablo Picasso (1891-1973). Pintor. Pionero del cubismo y autor del mural Guernica.
8. Henry Ford (1863-1947). El emprendedor que revolucionó el transporte y la industria.
9. John Lennon (1940-1980). Músico, cantante y compositor. Líder de los Beatles.
10. Steve Jobs (1955-2011). Creador de Apple e innovador de la informática.

Frente a la hoja en blanco

Por Mariano Lucano, dibujante y codirector de la revista Barcelona.
Cuando trabajo tengo rituales, muchas veces parecidos a los de un tiburón en plena cacería, solo que mi presa es una hoja en blanco. Doy vueltas y vueltas a su alrededor, me marcho y vuelvo, hasta que finalmente me siento frente a ella y no me levanto. Es como un juego de seducción. Por supuesto que también hay momentos de angustia. Cuando llega la hora del laburo concreto y tengo que hacer un boceto, construyo y destruyo alternativamente hasta que me parece que algo fragua en el papel. Juego mucho con el azar, con la mancha y con el agua; con eso que no se puede terminar de manejar. Cada tanto pienso “Uh, la c**cha”, pero a veces es un puntapié para retomar el trabajo desde otro lugar o para ver qué hago para rescatar lo que aparentemente arruiné.

(Texto extraído del libro Conversaciones sobre el diseño y la creatividad, de Natalia Pano, Ezequiel Cafaro y Pablo Acuña. Edición a cargo de los autores, Buenos Aires, 2017).