Yemanjá

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La festividad de una de las diosas del pueblo yoruba se conmemora cada 2 de febrero y es una de las fiestas populares más impactantes del nordeste brasileño.

Fotos Gonzalo Assusa
Texto Fabián García

Brasil es enorme, y en esa enormidad tiene una parte de África adentro. El toque de los tambores, que cautiva las manos, los hombros y las caderas en la Praia do Rio Vermelho, en Salvador de Bahía, señala inequívocamente que el continente que se estira del otro lado del Atlántico tiene una sucursal aquí. La excusa es la festividad de Yemanjá (también Yemayá o Jemanjá), cada 2 de febrero. La fecha, por supuesto, no es casualidad, sino que fruto del sincretismo con la religión católica se ha hecho coincidir esta celebración con la de la Virgen de la Candelaria, manera con la que consiguió esquivar la prohibición que durante siglos persiguió el culto de las religiones africanas.
 
Candomblé odoyá (saludo ritual para Yemanjá).
 
Blanco y azul, los colores de la fiesta de Yemanjá en Rio Vermelho, en Salvador de Bahía.

Yemanjá es una orisha (diosa) puramente africana, también venerada en otros países de Sudamérica, en el Caribe e incluso en los Estados Unidos, áreas que fueron receptoras de los esclavos africanos durante el período colonial. Justamente con los esclavos del pueblo yoruba (asentado principalmente en los actuales Nigeria y Benín) llegó Yemanjá, la reina del mar, la que representa la fertilidad de las mujeres y la que protege a la familia. También, la que vela por el hogar y por los marineros y pescadores que se adentran en el mar.
Así, el blanco y un poco menos el azul visten a la marea humana que empieza a bajar a la praia desde la madrugada para ofrendar su agradecimiento a la orisha. Como Yemanjá es mar, las ofrendas de flores, frutas y pescado para agradecer o para pedir por trabajo, felicidad, amor o salud se colocan en el agua y navegan en canastas, buscándola, al ritmo de las olas. Solo el amarillo de los vendedores de la tradicional cerveza Skol salpica el paisaje blanco.
Frente al mar (y frente a todos), rítmicamente, el Brasil africano y el África brasileña se encuentran y mimetizan hasta nublar la mirada; y a la vez que rescatan los silencios escondidos por siglos, alumbran el mundo de cada uno de los fieles de Yemanjá.

Las ofrendas y las bendiciones reúnen a las personas más diversas, social y culturalmente, con creencias “mixturadas” y todo tipo de vidas.
Las ofrendas a la diosa del mar no se escatiman, con la expectativa de que sean recompensadas con abundancia.

GONZALO ASSUSA

Nació en Córdoba Capital. Tiene 31 años. Estudió Sociología en la Universidad Nacional de Villa María. Es docente e investigador en la Universidad Nacional de Córdoba, y fotógrafo.