Elogio de la alegría

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En momentos mejores y peores, la sonrisa y el optimismo como bandera son una manera potente de encarar la vida.

Fotos: IStock

Que sus amigos sonrían al verlo llegar”, respondió Roberto Fontanarrosa cuando en un programa de televisión le preguntaron qué deseaba para su hijo. Gran generador de sonrisas y alegría en quienes disfrutaron de su obra, el Negro sabía del poder contagioso de ese estado.

Todos vamos a morir, las boletas llegarán puntuales cada mes y hay un sinnúmero de situaciones que toca afrontar aunque se preferiría no tener que hacerlo. Hay motivos de sobra para angustiarse y enojarse, se sabe. Aun así, sin quitarle a cada emoción el momento que requiere, la alegría o el disfrute como punto de partida o motor pueden ayudar a torcer rumbos o, al menos, a hacer más tolerables los vaivenes del camino.

Sonreír puede ser una consecuencia y también una causa.

En el pódcast Comedia, que ya lleva tres temporadas, el guionista y comediante Adrián Lakerman entrevista a artistas que tienen el humor como una de sus principales herramientas (desde Tute y Dolina hasta José María Listorti y Georgina Barbarossa, pasando por Charo López y Maitena, entre otros). Indaga sobre sus mecanismos para hacer reír y remata con la pregunta “¿Para qué sirve el humor?” –que perfectamente podría ser “¿Para qué sirve reírse?” o “¿Para qué sirve ser feliz?”–. Allí, entre otras cosas, sus entrevistados contestaron que sirve para sanar, para ejercitarse en la duda, para limpiar de estupideces a los grandes sentimientos, para vivir o para respirar.

“Yo puedo estar en el momento más terrible y encontrarle la vuelta con el humor. El humor existe porque existe la tragedia, porque existen los problemas, porque el mundo es un lugar muy hostil, las situaciones económicas son duras, la gente tiene enfermedades y muere. Por algo la gente se ríe en los velorios. Uno responde a poder sobrevivir”, analiza Lakerman.

Si de acompañar momentos terribles se trata, Teresa Méndez es una especialista: coordina el área de Psicología de la Fundación Natali Dafne Flexer, que ayuda a niños que afrontan cuadros oncológicos. Su rol es acompañar a las familias que se acercan a la fundación y ayudarlas a transitar el proceso posterior al diagnóstico (en algunos casos, incluso antes).

“Es importante que quien está en una situación difícil descubra que hay un camino posible. La alegría está relacionada con la energía vital, con creer que hay un sentido en la vida. A partir de ese sentido, se pueden poner en acción todas sus fortalezas, que a veces no están tan claras y se van descubriendo poco a poco. Es un desafío, hay que reconocer el lugar en el que uno está y entender que no queda más remedio que caminar hacia adelante, porque a los costados hay un abismo”, explica Méndez.

La alegría, la felicidad o un estado de bienestar y optimismo requieren diferentes condiciones para cada persona. La posibilidad de alcanzar ese estado depende, en principio, de lo que se entienda por alegría o felicidad, y de lo que sea necesario para llegar a ese lugar. Tomás Balmaceda, además de ser periodista, escritor y una persona muy activa en redes sociales (con su alter ego @capitanintriga), es doctor en Filosofía y docente universitario. Aporta su visión: “Si uno posee nociones cotidianas, tradicionales o irreflexivas sobre qué es felicidad, creo que tiene muchas posibilidades de ser muy infeliz. A veces se piensa que la felicidad es una cosa puntual, un estado que se conserva todo el tiempo, que lo tienen las personas de una vez y para siempre. Si uno puede pensar la felicidad de otras maneras, acotarla, tratar de comprenderla, se vuelve mucho más realizable y atractiva. La medida de la felicidad de cada uno se puede analizar a partir de la propia identidad. Es mucho más feliz quien sabe quién es. Una vez que te conocés, podés saber qué te puede hacer feliz y cómo acceder a eso”.

HAPPY GO LUCKY

En inglés, la frase Happy go lucky refiere a que un estado alegre, de apertura a múltiples posibilidades y optimismo, predispone a la llegada de situaciones agradables. No se trata de negar la realidad ni de eludir los problemas, sino de encarar los pasos necesarios para resolverlos con la convicción de que quedarán atrás o, al menos, de que dejarán algún aprendizaje. No es, de ninguna manera, una postura similar al Hakuna matata que enarbolan al principio de El rey león (una frase de origen suajili que en el film se instaura como lema hedonista) y que muchas personas levantan como bandera: Simba pudo tomar su lugar de rey, cuidar a los suyos y restaurar el orden recién cuando superó sus traumas y dejó de esconderse.

Happy go lucky no es utilizar la alegría como vía de escape ni escondite, sino como herramienta y nexo. “Me gusta pensar que cuando estás feliz, un poco eso se contagia. Es una fuerza muy positiva que te ayuda a superar algunos obstáculos. También es algo que, de alguna manera, te blinda de los errores: cuando meto la pata o me equivoco con algo, suele entenderse que no hubo una mala intención, se toma de otra manera”, opina Balmaceda, quien traslada a sus múltiples proyectos (libros, artículos periodísticos, newsletters, cuentas de redes sociales, pódcast, entre otros) cierto clima amigable. Son contenidos que se acercan con una sonrisa y, de ese modo, abren varias puertas.

“Me gusta pensar que cuando estás feliz, eso se contagia”.
Tomás Balmaceda

Reírse no solo es lo que paga las cuentas de cualquier comediante. Para Adrián Lakerman fue siempre, al mismo tiempo, el punto de partida y el objetivo último: “Yo me río todo el tiempo. Vivo en un constante mood de querer reírme, de estar predispuesto a eso. En mi familia todos usamos el humor para comunicarnos. Lo fui aprendiendo y después busqué por mi cuenta que eso siguiera presente. A veces uno está como enajenado, alienado y se olvida de estas cosas, pero está bueno recordar, en mi caso, que hago todo para poder estar en esos momentos. Hay gente que hace todo para poder comprarse una casa o construirse una pileta. Yo hago todo lo que hago para tener momentos de cagarme de risa”.

En 2018, Virginia Higa publicó su primera novela, Los sorrentinos, que tiene como protagonista a la familia Vespolini, con Chiche como líder del restaurante marplatense que creó esa variante de pastas. El recorrido de la novela cruza historias simpáticas, anécdotas divertidas, rencillas entre primos, tíos, hermanos, cuñados y comerciantes que compiten entre sí. También relata momentos más sombríos, con engaños, discriminación, tratamientos dolorosos, muertes. En uno y otro caso, sobrevuela una atmósfera de humor o alegría, un tono liviano que la autora decidió imprimirle a esta historia real (ella misma es integrante de la familia).

“La forma de la novela fue surgiendo un poco sola, y yo tenía ganas de contar algunas cosas que por ahí son más oscuras o difíciles de la vida de estos personajes desde un lugar que no fuera trágico. Yo también me divertí mucho mientras lo escribía y me gustó mucho que las primeras personas que lo leyeron también me contaron que se rieron”, dice. Y agrega: “A mí estas historias me llegaron también con un toque de humor. Quizás, intenté después transmitir esa forma de contar. En algunos casos, ese humor operaba como un consuelo, porque en la vida de la gente pasan cosas terribles a veces, pero después eso se convierte en algo para contar, en un pretexto para juntarse y hablar”.

Higa también aporta que en cada sociedad la alegría se vive y se manifiesta a su modo. Una parte de su familia es de origen italiano, y la otra, japonesa. En ambas encuentra comunidades fuertes, con rituales de unión y con la alegría muy presente en los encuentros. Del lado italiano, la exteriorización es más estridente y expansiva, pero no por eso más feliz.

LUBRICANTE SOCIAL

“Al actor que hace reír, la gente lo abraza, hay una cosa de afecto. El argentino al actor dramático le tiene más respeto, pero no sé si lo quiere tanto”, le dijo la actriz Vivian El Jaber a Adrián Lakerman en el pódcast Comedia. Él acuerda con la sentencia y amplía el porqué de esta cercanía que produce la risa como mediadora entre personas: “Es un lubricante social. El humor ayuda a poder decir algunas cosas que tal vez en otro formato no son tan fáciles de decir. Ayuda mucho en las relaciones interpersonales, es clave. La gente se empieza a conocer haciéndose chistes, riendo, y después entra en un mundo de charla profunda. No es que uno entra de una a hablar con una persona de sus miedos”.

Higa considera que para que haya humor, es necesaria cierta distancia sobre aquello de lo que uno se ríe. “Cuando uno puede mirar algunos eventos de la vida con humor, significa que ya no duelen o que ya los superamos un poco. Quizá no del todo, pero creo que poder reírse de algo es transformador”.

La risa no ahuyenta a los problemas, pero los hace más llevaderos. No previene de males, pero al menos no los adelanta. No revierte procesos, pero da la posibilidad del recuerdo sin dolor. No extiende la vida, la mejora. “Afrontar las situaciones de una manera optimista, alegre, sirve para poder disfrutar lo que a uno le toca, aunque no sea lo mejor. Uno no sabe qué va a pasar, nosotros en la fundación no sabemos a qué chicos les va a ir bien y a qué chicos les va a ir mal. Entonces, tratamos de que, más allá de lo que vaya a pasar, puedan vivir de la mejor manera, encontrando el camino que sea posible para cada familia. Porque no hay recetas”, aclara Teresa Méndez.