Un sueño para gigantes

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Algunas ideas caen como un rayo. Y a Iván Kerner le pasó mientras esperaba un colectivo: abandonar la rutina solitaria de diseñador, dibujante e ilustrador para llevar la expresión artística a niños y adolescentes de cada rincón del mundo, sin mayor retribución que una sonrisa o un gesto de cariño. A poco de andar se sumó la colega Mey Clerici, y gracias a un financiamiento por crowdfunding, desde 2014 recorrieron 32 países, más de 100 ciudades, pueblos y parajes; y entre 2017 y abril de 2018, en territorio argentino, llevaron la idea por 23 escuelas rurales de cada una de las 23 provincias. Cerca de 11 mil chicos participaron de esta experiencia única en escuelas, hospitales, orfanatos, bibliotecas, centros culturales o en la propia calle, que pronto se reflejará en una serie documental y tendrá una versión papel además de la web .

Por: Diego Igal

Foto: Gentileza Iván Kerner y Mey Clericii

 

El periplo arrancó por América Latina, donde la comunicación oral y artística fue fluida, pero la cuestión se complejizó al cruzar a Asia. “Se perdió la posibilidad del lenguaje directo, pero hacer los talleres no fue problema porque una vez que aparecen los materiales, las propuestas son fáciles de transmitir”, explica Mey. Y si el dibujo es universal, los juegos no son menos: en Lalibela, una ciudad de Etiopía, a través de un joven que hablaba en inglés, recibieron la invitación a participar de una actividad muy tradicional allí. ¿Qué sería? Se inquietaron. Los sentaron en una ronda, alguien hizo un bollo con un papel y comenzaron a jugar a algo similar al huevo podrido. El palo palito, la escondida, el lobo está o el piedra, papel o tijera fueron otras de las actividades recreativas que resultaron un denominador común de las distintas culturas. En muchos lugares, la pareja advirtió una alta desigualdad entre géneros, porque mientras ellos podían estar al aire libre y jugar, ellas debían ayudar a limpiar casas o cuidar hermanos más pequeños. “En cuanto al arte –explica Iván–, salvo honrosas excepciones, encontramos que en la educación tradicional está muy relegado, se le da muy poca importancia y es tomado como algo recreativo o para distraer. Nosotros creemos que posee un valor fundamental para la formación de los chicos, porque tienen la posibilidad de expresar emociones, reflejar la identidad y cosas muy valiosas que nosotros trabajamos en nuestros talleres”

Una pareja de ilustradores argentinos recorrió el mundo y 23 provincias argentinas para realizar talleres gratuitos de dibujo y juegos con más de 10 mil niños. El resultado no podía ser más que maravilloso.

Claro que no todas eran coincidencias. Al llegar a una tribu ubicada en el sur de Etiopía, los más pequeños comenzaron a llorar al verlos. Finalmente, alguien les explicó que era por el color; los niños creían que la pareja no tenía piel.

Uno de los tantos aprendizajes que cosecharon fue que la escuela tradicional ya aburre; que “el mundo es muy, muy diverso, muy complejo y muy variado, y sabemos muy poco de él y de las personas que vivimos en él –resume Mey–. Aprendimos muchísimo; fuimos, escuchamos historias, relatos, vimos culturas y nos dimos cuenta de lo poco que sabemos y de cuánto prejuzgamos y le pifiamos desde ese poco saber; de lo importante que era compartir a través de los chicos y las comunidades, algo que nos resulta imprescindible para acortar distancia. Cuando no conocemos al otro, lo ponemos en la vereda de enfrente, pero después nos damos cuenta de que es más parecido a uno”.

Tanta ruralidad llevó a Mey e Iván –pareja desde casi el inicio– a desensillar y establecer residencia en –oh, casualidad– Travesía, un pueblito ubicado en el departamento San Javier, en el Valle de Traslasierra. La centralidad geográfica los anima a pensar y articular actividades con los ministerios de Educación de Córdoba, San Luis y La Rioja. ¿Hasta cuándo estarán quietos? “Nunca se sabe”, responde Iván, que desde aquella parada de colectivo mantiene la mente abierta para que un rayo lo vuelva a iluminar.