Con el corazón prendido fuego

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Juan Chalbaud fundó una organización que trabaja con los habitantes del monte chaqueño. Hace ocho años que se mudó allí porque siente que, con ellos, puede generar una vida mejor para todos. 

Qué más puedo hacer?”, se preguntó un día Juan Chalbaud, de 35 años, nacido en Mar del Plata y criado en Buenos Aires, y para quien las injusticias sociales pueden ser revertidas.

Esta convicción lo trasladó a Tres Isletas, una localidad en la puerta del Impenetrable chaqueño donde trabaja en la organización Monte Adentro, que ayudó a fundar, para el desarrollo integral de las comunidades rurales.

Su compromiso surgió con efervescencia cuando era adolescente, fruto de sus convicciones religiosas. A los 15, recuerda, ya tenía esa vocación de servir a los demás y salía a la noche a repartir alimentos a personas en situación de calle o a conversar con ellas para conocer cuáles eran sus necesidades. 

Más tarde, participó de las “misiones” hacia las comunidades rurales del Chaco y Santiago del Estero que organizaba el Colegio Champagnat, al que asistía, para conocer diversas realidades. Ese fue el puntapié inicial para todo lo que vino después.

“Allí confluyeron todos mis anhelos más profundos; mis pasiones y mis gustos, porque era un contexto muy natural, muy aislado, con fuertes necesidades materiales, pero con hondísima riqueza y calidez humana. Una cultura propia construida de la tierra y de la necesidad de las personas de vincularse para salir adelante”, recuerda “Juanito”, como lo llaman sus conocidos.

El monte chaqueño empezó a visualizarse como un espacio de desarrollo personal. Desde que terminó el secundario, volvió todos los años, hasta dos o tres veces. “Empecé a sentir un amor muy profundo, muy personal con la tierra y con su gente”, admite.

Con un grupo de amigos crearon una primera organización a la que llamaron “Voy con Vos”, que también trabaja en parajes rurales chaqueños, pero después él siguió con “sed” de seguir acompañando la vida de esas familias, de un modo espiritual más profundo, y en 2014 creó Monte Adentro, de la cual Juan es cofundador y director general.

Su propósito es claro: “Hacer que cualquier persona que nazca y crezca aquí pueda tener una vida plena, soñar un proyecto y contar con oportunidades para llevarlo adelante”, explica.

El trabajo que inicialmente empezó con la comunidad rural de El Boquerón, compuesta por unas 100 familias, a 35 km de la localidad de Tres Isletas, hoy se amplió a otros 22 parajes rurales, con actividades en salud, educación y fortalecimiento comunitario. Sus propuestas se basan “en las posibilidades, más que en las necesidades”, asegura. 

Las personas que viven en el monte chaqueño, lo que generan y de lo que son capaces cuando trabajan en conjunto es lo que cautiva a Juan Chalbaud. “La biodiversidad que atraviesa a esta región y lo que yo soy cuando estoy con ellos hace que mi corazón se prenda fuego, cosa que en otro contexto no puedo lograr. Es una alegría, un sentido de cariño muy hondo y que muchas veces a mí me hace creer que todo es posible cuando estamos ahí”, cuenta.

Un sueño que tenía antes de instalarse por completo en Chaco, hace ocho años, era poder viajar por el continente. Mientras estudiaba en Buenos Aires la carrera de Ingeniería Industrial se prometió que iba a concretar este deseo y empezó a ahorrar: “Desde que comencé a misionar, empezó a crecer en mí el deseo de hacerlo en todo el mundo, arrancando por el continente”.

Sin embargo, en su primera expedición, no pudo completar todo el trayecto, y el año pasado, junto a su esposa, emprendió el recorrido pendiente. Cruzaron la frontera a Paraguay, tomaron un vuelo a Alaska y bajaron por tierra hasta Buenos Aires durmiendo en un auto. En cada destino, fueron conociendo desde adentro las culturas de Latinoamérica. 

El viaje no lo distrajo de sus obligaciones en Monte Adentro, todo lo contrario: con perspectiva, a la distancia, desarrolló una mirada estratégica y de sustentabilidad de la organización, con estructura en Buenos Aires y en Chaco. “Pude ir formándome con más fuerza, de todo lo que recibí en las distintas experiencias. Además, tuve el tiempo de reflexionar y ponerlo en juego. Creo que la organización ha crecido mucho a partir de que pude ejercer el nuevo rol de director general con distancia”.