Mariana Pérez: Más allá de los límites

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En un accidente de tránsito sufrió una lesión medular que la obligó a desplazarse en silla de ruedas. Aguerrida jugadora de básquet adaptado, confiesa que el deporte la ayudó a ser una persona independiente.

Foto: Soraya Baigorria

Lo que se propone lo logra. Mezcla de perseverancia, tenacidad y actitud, Mariana se convirtió en la deportista que soñaba ser. En 2019 se instaló en España luego de pedirle al cielo que el Bidaideak Bilbao la convocara al equipo de básquet adaptado. “Tuve la suerte de que el universo me escuchara, pero también estaba preparada. No es que un día me levanté y dije ‘Me quiero ir a jugar a tal lado’. Vengo hace años entrenando”, cuenta la cordobesa de 32 años.

Desde niña sintió afinidad con la práctica deportiva, incluso luego de que un accidente de tránsito a los ocho años le provocara una lesión medular por la cual usa silla de ruedas. Antes de la paraplejia hacía hockey y natación, después siguió con la pileta a modo de rehabilitación, pero sentía que necesitaba más. “Quería competir”, afirma.

Al básquet adaptado llegó porque la invitaron a jugar en la liga cordobesa. “Empecé bastante grande, a los 23 años. Córdoba ofrece este deporte de manera amateur, para que quien no tenga trayectoria pueda empezar igual. Así, poco a poco, fui escalando todo y aquí estoy”, comenta satisfecha. 

En sus inicios vistió los colores del club SICA, del barrio Santa Isabel en la capital cordobesa, y desde 2013 la enorgullece ser parte de la selección argentina. Con la celeste y blanca cruzó todos los límites de exigencia y superación. La noche previa al partido para clasificar a Río de Janeiro 2016, mientras dormía, a raíz del estrés se le cortó el tendón del bíceps derecho, su lado hábil. Lejos de quedarse en el banco, entró a la cancha y en los últimos veinte segundos, con la mano izquierda, metió el doble de la victoria. “Te das cuenta cuando ya pasaron las cosas. En ese momento no había tiempo para pensar, fui, jugué y listo. Tenemos dos brazos, qué vamos a hacer”, expresa por videollamada. 

“Soy cabeza dura más que todo. Son ganas de superarme y sentirme independiente. El deporte sí o sí te lleva a ser más fuerte físicamente. Entonces, cuando una tiene una lesión medular o cualquier otra discapacidad, el hecho de fortalecer lo que podés te hace ser una persona más independiente, te permite cargar una bolsa de supermercado, subir al auto, bajar un escalón. Eso te lo da el deporte”, reflexiona. 

La universidad fue lo único que la alejó de la actividad física. El primer año de la carrera de Veterinaria en simultáneo con su entrenamiento la llevaron al colapso, entonces se dedicó al cursado, pero le duró poco, porque apareció el básquet: “No podía estar solamente estudiando, quería correr, jugar, moverme, dormir cansada, con el dolor físico que te queda después de entrenar, que agarrás la cama y te morís”.

Del juego de la pelota y el aro revela que, más que la técnica, le atrae la táctica: “No es que tenés que perfeccionar un movimiento para que salga mejor, no sabés qué va a pasar, podés suponer qué va a hacer tu oponente, pero es una sorpresa que debés resolver todo el tiempo, hay que pensar, ser muy activa en tomar decisiones… subo, bajo, defiendo, voy, vuelvo. Al final del partido, quien tomó más cantidad de decisiones acertadas gana”.  

En Bilbao vive sola y de Córdoba extraña a las personas queridas y a sus perros. En esa ciudad quedó su mamá, a quien le agradece haber estado para llevarla y traerla de los clubes, además de animarla a dejar la casa familiar: “Me dijo ‘Ya tenés 18 años, te podés ir’. Yo, hija única. Ella, viuda, y así fue”. 

Mariana sostiene que, en gran medida, la calidad de vida de una persona con discapacidad es responsabilidad del sistema político. “Hace falta más gestión para la verdadera inclusión y brindar reales oportunidades, por ejemplo, poder tomar el colectivo para ir a estudiar”. Otro factor es el entorno familiar y la autopercepción. “Al mudarme sola a un departamento, los vecinos me van a ver como una chica independiente. En cambio, si me quedaba en lo de mi madre y no salía a ningún lado, me iban a ver como alguien dependiente”, dice.