Esteban Bekerman: Apasionado por el fútbol

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Esteban Bekerman es el creador y responsable de Entre Tiempos, un espacio dedicado a la historia del fútbol. Entre libros y revistas de todas las épocas, dicta cursos, organiza conferencias y dirige investigaciones.

Foto: Patricio Pérez

Fanático del fútbol como pocos en un país futbolero como ninguno, Esteban Bekerman consiguió canalizar su pasión a través de Entre Tiempos, su lugar en el mundo. Resulta difícil afirmar si este local en el barrio porteño de Constitución es librería, biblioteca, hemeroteca o centro cultural dedicado a la historia del fútbol, aunque lo más probable es que sea todo eso junto. “Si tuviera que definirlo, diría que es un lugar de encuentro para todos los que nos apasionamos por el fútbol, donde podemos conversar de los temas que nos fascinan, dar o escuchar conferencias y generar proyectos”, explica este periodista deportivo e investigador que empezó a cubrir partidos en la desaparecida revista Solo Fútbol cuando todavía cursaba el colegio secundario.

Con su vocación siempre bien definida, pasó luego por la revista Goles (segunda época) y las secciones deportivas de varios diarios porteños. Hoy, a sus 50 años, canaliza su pasión rodeado de libros inhallables, revistas de todas las épocas y pilas de fotos. “Acá se pueden encontrar, más que las novedades de las editoriales grandes, libros raros sobre fútbol que no hay en ningún otro lugar. Soy muy selectivo y busco todo lo que está fuera del circuito de las librerías comerciales”, explica. Así y todo, aclara que por supuesto tiene varios libros sobre Maradona y Messi.

También tiene todos los libros que suelen publicar los clubes con motivo de algún aniversario redondo. “Lo curioso es que muchas veces los libros de equipos chicos son mucho mejores que los de los más grandes. El de Villa Dálmine, por ejemplo, tiene la información de todos los partidos que jugó el equipo en su historia y el índice completo de jugadores”, cuenta.

En cuanto a prensa escrita, muestra la colección completa de la revista Crack, que salió en la década del 30: “Fue una de las mejores revistas deportivas que hubo, si no la mejor”, asegura. Aunque no vende los ejemplares, la tiene digitalizada y las imprime para que los interesados puedan comprarla. Otra de sus joyas es el libro El fútbol argentino, escrito en 1947, del periodista Pablo Rojas Paz, del diario Crítica (que firmaba sus notas con el seudónimo “El Negro de la Tribuna”). “A pesar de que no era un especialista en fútbol, tenía una pluma exquisita y supo captar la esencia de cada club”, asegura.

Pero Entre Tiempos es, sobre todo, una usina de proyectos. “Acá no nos conformamos con leer, sino que además nos gusta investigar y descubrir hechos desconocidos. Yo mismo doy un taller cuatrimestral en el que cada participante trabaja sobre su propio tema. Les enseño cómo abordarlo y las herramientas básicas para empezar. Lo más interesante es que así descubrimos muchas historias interesantísimas que pueden servir para escribirlas o para filmar documentales”, asegura.

A modo de ejemplo, cuenta que al investigar sobre el olvidado Club del Plata, en Barracas, fundado por los trabajadores del Mercado del Plata y que jugó en primera división durante la era amateur, se descubrió que su cancha estaba ubicada donde hoy se encuentra la ignota plaza Padre M. Champagnat, en Barracas. Y que en los años 30 ese terreno ocioso fue donde empezó a correr detrás de una pelota Alfredo Di Stefano, quien en la década del 50 fue el máximo crack del Real Madrid y, según unos cuantos, del planeta. “¡Y no hay ni siquiera una placa que lo recuerde!”, se indigna.

Otra “debilidad” de Bekerman son las historias de jugadores notables ya olvidados que brillaron en esa prehistoria del fútbol, como Pedro Bleo Fournol, conocido como “Calomino”, delantero y goleador de Boca entre 1911 y 1924. “Fue el primer ídolo popular surgido de la clase baja cuando el fútbol todavía era un deporte de ingleses o la élite criolla. Y el primer ‘loco y wing derecho’, antecesor de Corbatta y Houseman. Era muy flaquito y jugaba con calzado de lona porque le incomodaban los botines, pero tenía una habilidad tan grande que no había más remedio que llevarlo a la selección. Además, se sabía que cobraba por jugar, pero lo toleraban: con él Argentina ganó el Campeonato Sudamericano de 1921, nuestro primer título internacional”.

Historias que esperan ser descubiertas y un lugar desde donde investigarlas.