Colombia: Cartagena de Indias y las islas Corales

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Historia, colorido, música, sol y playa. Una combinación intensa y extraordinaria en el norte colombiano, bañada por las aguas caribeñas. La zona amurallada y una cadena de archipiélagos de infinita belleza. La ciudad donde Gabriel García Márquez pergeñó parte de su maravillosa obra.

Cuando escribo sobre Cartagena, es como si escarbara en mi memoria y en mis recuerdos de infancia para ver qué puedo encontrar”, dijo Gabriel García Márquez en julio de 1994. Su habilidad para tejer palabras de un modo extremadamente bello es tan mágica como real. Solía afirmar que lo había heredado de su tierra. De su Aracataca natal. De ese Caribe portentoso que admiraba, ya de adulto, desde el generoso ventanal superior de la casona de la calle Zerrezuela, a pocos metros de la muralla que corre paralela a la costa de Cartagena. En una de sus obras cumbre, El amor en los tiempos del cólera, Gabo describe el verdadero amor que perdura y supera las adversidades. El amor de Florentino Ariza y Fermina Daza en ese sitio adverso del planeta, atacado por la peste en pleno siglo XIX.

Como el amor que genera recorrer esas callecitas empedradas, milenarias, impactantes, que abruman de historias, tan antiguas como encantadoras, tan vigentes como dolorosas. Historias de amor, de luchas, de libertad y de esclavitud, de españoles, indios y corsarios, de filibusteros ingleses y franceses. Una ciudad de balcones de madera de casas multicolores. Una ciudad rodeada de un muro que la separa de aguas tibias y hermosas. Una ciudad construida y arrasada más de una vez. Una ciudad heroica y romántica. 

Cartagena de Indias está ubicada entre las altas cúpulas centenarias de los templos de la ciudad amurallada y las infinitas torres, gigantes y modernas, que nacen del otro lado de la bahía y se pierden en el infinito. Así de contradictoria es la ciudad del norte colombiano fundada en 1533 por el madrileño Pedro de Heredia, quien la llamó “Cartagena de Poniente” para diferenciarla de la murciana Cartagena del Levante. Un enclave fantástico que abreva del Caribe y que fue el último lugar del país en ser liberado del yugo del gobierno hispano en una batalla cruel que lo convirtió en un pueblo fantasma, habitado solamente por unos 500 esclavos africanos liberados que se refugiaron en palacios y edificios públicos en ruinas. 

Pero luego se restableció, aunque por su ubicación geográfica resultaba el blanco perfecto para los invasores que incursionaban desde Centroamérica a la cumbre del sur del continente. Por eso, esa muralla que fue levantada hace 400 años encierra entonces la ciudad llamada popularmente “Corralito de Piedra”. En realidad, fue gestándose durante los siglos XVI y XVII, cuando se fueron erigiendo obras arquitectónicas de corte militar de enorme valor histórico como el Fuerte del Boquerón, el Baluarte de Santo Domingo, el Castillo de San Felipe de Barajas, el Fortín de San Fernando de Bocachica y el Fuerte de Santacruz de Castillogrande, entre otros. Así, ya en el siglo XVIII tomó la denominación de “Cartagena de Indias, Ciudad Heroica”.

El muy romántico casco antiguo es un sitio imperdible para ser transitado lenta y atentamente, preferentemente a pie. Fachadas sevillanas y balcones canarios, influencias jerezanas, espíritus gaditanos, todo mixturado con la esencia étnica de los indios caribe. Imponentes iglesias, algunos impresionantes palacetes coloniales, edificios públicos históricos. Cada milímetro fue reacondicionado y restaurado casi de forma artesanal, aunque se perciban en sus muros las luchas y los horrores de la esclavitud, así como la inconmensurable alegría de los pueblos de la región que se advierte en ese ejército de caribeños, cumbiancheros, saltimbanquis, vendedores de todo tipo de chucherías; en los guías de turismo que se ofrecen en cada esquina, algunos no tan atildados, pero que conocen su oficio como los mejores; o en las mujeres y los hombres que ofrecen los dulces elaborados por ellos mismos o las tradicionales aguas de coco… especialmente en el Portal de los Dulces, uno de los más antiguos edificios: cada uno de sus puestos es una fiesta de azúcar y frutos del trópico en miles de formas y sabores de casadillas, cocadas, melcochas, turrones, panecillas, cubitos, caramelos, muñequitas, cerditos o caballitos de papaya…

En todos los rincones de la ciudad se escuchan los dicharacheros acordes de una rumba. Además, la tradición asegura que la muralla protege los sueños de los enamorados, y por lo tanto es el sitio más propicio para contraer nupcias. Por ejemplo, en la iglesia de San Pedro Claver, la de los jesuitas, en cuyo interior se encuentra la tumba del santo liberador de los esclavos; o en la de Santo Toribio para realizar una combinación perfecta: se encuentra en el barrio de San Diego, muy cerca del Hotel Santa Clara, ideal para celebrar fiestas magníficas. Otras opciones son la Catedral, una de las iglesias más antiguas de América, o la Ermita del Cabrero, la capilla privada del presidente Rafael Núñez, autor de la Constitución colombiana de 1886. O la muy popular iglesia de Santo Domingo, ubicada frente a la plaza central, donde suelen realizarse impresionantes fiestas populares de múltiples parejas que tienen la fama de ser las más divertidas y originales del país. La parroquia fue restaurada hace pocos años, es una de las más visitadas y alberga la cruz del Señor de los Milagros, realizada en el siglo XIX en un único bloque de madera por un artista vagabundo, quien llegó para albergarse en el convento y cuando finalizó su obra desapareció.  

También es recomendable una recorrida por el barrio de Getsemaní, donde resurgió la ciudad cuando se instalaron allí los negros liberados, lo que le da un espíritu bohemio inigualable, epicentro de miles de artistas. En su Calle Larga, alegre y muy famosa, se diseminan los mejores locales bailables, discotecas y restaurantes de Cartagena. 

La ciudad tiene muchos otros sitios emblemáticos. Por ejemplo, el Teatro Heredia: perdura su nombre original, aunque desde el año 2003 se lo llama “Adolfo Mejía”. Fue levantado sobre el terreno donde estuvo la iglesia de la Merced, conmemorando el primer centenario de la independencia cartagenera en 1911, y rinde tributo al fundador de la ciudad. Se lo considera de los más bellos del continente, con sus techos pintados por el artista local Enrique Grau. El mercado de Basurto, por su parte, es un verdadero microcosmos: un bazar gigante con la esencia comercial del Caribe, sus colores, sus sabores y sus riquezas.

Pero Cartagena también es el pujante desarrollo de la construcción moderna, tanto en edificios de diversa índole como en hoteles de todas las estrellas y cadenas internacionales, al tiempo que crecieron los centros de distracciones para ser disfrutados por el turismo internacional. Y qué decir del puerto de cruceros, que recibe navíos de todo tipo y de muchos lugares.

Desde toda su costa, se puede observar el espectáculo inigualable cuando la ciudad se enciende de luces eléctricas que iluminan sus monumentos, al anochecer. También es el momento, claro, en que Cartagena “prende la rumba”.

Las dos caras muy contrapuestas de Cartagena. Las cúspides de las antiquísimas iglesias en primer plano. Las altísimas torres, supermodernas, de todo tipo, del otro lado de la bahía.
Colorido e historia. Cada callecita, cada edificación, cada rincón de la ciudad amurallada tiene miles de secretos para ser indagados.

DE PIRATAS Y MANJARES 

De una caja mágica sale una copa de plástico desbordante de langostinos y de frutos de mar, un jugo de lima que le da un sabor único, mucho hielo picado y un aderezo que exacerba todos los sentidos. Un pinche para degustar ese encanto caribeño y luego matizarlo con un buen ron. Todo tiene un sabor distinto, incomparable si el tentempié se prueba luego de descender de un barquito que salió del muelle turístico del puerto de Cartagena y, tras menos de una hora de viaje, arribó a alguna de las mágicas islas del Rosario, sus aguas transparentes, sus corales y sus arenas increíblemente blancas. 

Estas islas se encuentran unos 100 kilómetros al sureste de la costa, a la misma latitud que la península de Barú. Forman parte del Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de San Bernardo, que tiene una extensión de 120.000 hectáreas. Por allí pululan pescadores y buceadores, y fue un epicentro de piratas. Son 28 islas que forman una cadena, algunas tan pequeñas que se pueden recorrer en minutos… cuando no están sumergidas por las mareas. Como las islas Pescadito, El Peñón, Cagua, Gigí, Macaví, Tijereto, San Quintín, Pavitos, Coralina, San Martín, Majayura, Rosa y Pajarales, entre otras. Tienen un atractivo especial.

Las más concurridas son las más grandes, como la Blanca, la del Tesoro, la Grande, Rosario, Caribarú, Pirata, Cholón, Marina, la de Roberto y la Fiesta. En todas ellas es más que recomendable dejarse llevar por los puestos que atienden con bandejas de langostas y mariscos, pulpitos o arroz con camarones. Es aconsejable también realizar un tour que incluya snorkelling y visitas a los manglares, pasar una jornada en un club de lujo de playa Blanca o disfrutar del ambiente de rumbas en la playa Cholón.

Se las puede recorrer en el día o bien quedarse en alguno de los tres hoteles que están en la reserva. Dos de ellos, en la isla Grande: el Hotel Isla del Sol, que ofrece hermosos bungalows frente a la playa, o el Eco Hotel Islabela. Por su parte, el Hotel Isla Coralina está ubicado en la isla del Pirata, un hermoso archipiélago de reducido tamaño, casi exclusivo. 

“Cartagena es una ciudad que han intentado destruir durante más de cuatrocientos años, y, creo, está más viva que nunca”.
Gabriel García Márquez.

Cualquiera de estas islas representa una alternativa paradisíaca para tomar sol en una playa de arena blanca, darse un apacible baño en el mar Caribe, hacer todo tipo de deportes acuáticos (snorkel, kayak, buceo, flyboard, motos de agua y todas las actividades que se pueda imaginar) y coleccionar atardeceres desde la playa, sin dudas el mejor momento del día…

Esto como para realizar el más perfecto complemento de playa en la visita a Cartagena, que acaba de cumplir los 210 años de su independencia, con la mirada puesta al futuro, con respeto por su pasado y con el orgullo enorme de saberse infinitamente bella e imperdible.

Para conocerla y regresar una y mil veces. Para reencontrase siempre con la literatura, la historia, el sol y la vida.

Porque como dijo Gabriel García Márquez en septiembre de 1996: “Cartagena es una ciudad que han intentado destruir durante más de cuatrocientos años, y, creo, está más viva que nunca”. 

Una de las más maravillosas experiencias de cualquiera de las islas es intentar un curso acelerado de buceo y acariciar los corales.
LA HEROICA 

A Cartagena también se la denomina popularmente “la heroica” por su historia de luchas anticoloniales. Ese pasado de cientos de años se puede palpar en las calles empedradas y también explorando el impresionante Castillo de San Felipe de Barajas. Se trata de una gran fortaleza construida en el siglo XVII situada en lo alto de una colina. Cuenta con audioguías que ayudan al visitante a recorrer su muy complejo sistema de túneles, que fue su principal secreto por años. En su interior, se podrá observar una descripción detallada de la historia de la ciudad.

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR

En crucero o en avión, desde el extranjero. Con líneas como American Airlines, JetBlue, Interjet, KLM, Delta y Copa, que vuelan directamente al Aeropuerto Internacional Rafael Núñez, muy próximo a la ciudad. Es muy común que haya vuelos económicos en muchas compañías con escalas en Miami u otras ciudades de la región, como Caracas, en Venezuela. 

También se puede llegar en auto desde ciudades como Barranquilla (120 km) y Santa Marta (226,5 km), con trayectos que tardarán dos y cuatro horas respectivamente, por la Ruta Nacional 90 que recorre buena parte de la costa caribeña. Se encuentra además a 629,1 km de Medellín, por la carretera 25.

EL CLIMA

Muy agradable. Un clima tropical cuya temperatura durante todo el año es de 27 °C en promedio. La temporada de lluvias empieza en junio y termina en noviembre.

GASTRONOMÍA

Los restaurantes en Cartagena van desde los de cocina internacional hasta tradicionales lugares en los que se pueden probar delicias cartageneras, como el arroz con chipi chipi, el lomo de cerdo en salsa de tamarindo y la crema de langostinos. Y, por supuesto, toda la variedad imaginable de platos de pescados.

ALOJAMIENTO

Hay para todos los gustos y disposición económica del turista, desde modernísimos hoteles premium hasta económicos hostels o residenciales. Las alternativas son muy variadas y se recomienda llegar con las correspondientes reservas realizadas.

INDUMENTARIA

Es aconsejable usar ropa suelta, generalmente de colores claros, confeccionada con telas de algodón o lino. Por supuesto que no hay que olvidar nunca el traje de baño… 

El calzado, preferentemente liviano y abierto (sandalias). También los pareos y los sombreros o las gorras son muy útiles. El sol del Caribe es fuerte. ¡No olvidar el protector solar!

CARRUAJES

Al caer la noche, el encanto de la zona colonial es perfecto para recorrer la ciudad sobre un carruaje guiado por caballos. Es una experiencia que transporta en el tiempo. Cartagena tiene una intensa vida nocturna y festivales culturales.