Ganar más que dinero

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La forma en la que trabajamos ha cambiado a lo largo de los años. Hoy, las nuevas tecnologías acercan la vida personal y laboral mucho más que antes. ¿Cómo poner un límite? Además, ¿qué es el salario emocional?

Por Carola Sixto

Marcela S. (54 años, psicopedagoga) estaba en mitad de su sesión terapéutica cuando de repente interrumpió la conversación para contestar un mensaje de trabajo. Enseguida, su psicóloga le preguntó si hacía lo mismo cuando iba al cine o cuando salía con su marido. La paciente le contestó que sí. “Me estoy volviendo loca”, le confesó.
“A veces, no queda claro cuándo empiezan y cuándo terminan nuestras responsabilidades. Aun en relación de dependencia, hay trabajos que están focalizados en objetivos y no en horarios, y eso genera la incertidumbre de no saber cuándo finalizan. El trabajo aporta crecimiento, vínculos, vida social. Por eso será importante tener un registro de los límites y, cuando la persona comience a sentir que el trabajo le pesa e invade su vida íntima, encontrar un equilibrio”, remarca la licenciada Nicole Harf, psicóloga especializada en vínculos.
No todas las personas sienten lo mismo con respecto a su trabajo: algunas simplemente se atienen a cumplir con sus responsabilidades y cuando termina su horario se desconectan por completo, otras no pueden “desenchufarse” por temor a quedarse afuera de alguna novedad y están las que disfrutan de lo que hacen porque sienten que es algo más que una forma de obtener un ingreso, y viven el hecho de «no cortar nunca» como un tema constitutivo.
“El trabajo se encuentra muy enraizado con la construcción de nosotros como seres sociales. La raza humana es gregaria, es decir que tiende a juntarse. Por eso, el trabajo nos ayuda a construir quiénes somos. No obstante, no todos tenemos el mismo concepto de lo que significa. Si para nuestros padres ir a trabajar era sinónimo de explotación o si crecimos en un hogar donde el trabajo era algo que se hacía con placer, nuestra experiencia será muy diferente”, señala Harf.
 
EL SALARIO EMOCIONAL
Cada vez se escucha más sobre este concepto que se refiere a las remuneraciones no monetarias que recibe un empleado para que tenga más motivación en el trabajo y se sienta satisfecho e identificado con la compañía.
La misma Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió en 2004 al trabajo como “el conjunto de actividades, pagas o no pagas, que produce bienes o servicios para satisfacer las necesidades de una comunidad o que provee los medios para el sustento necesario de los individuos”.
Dos años más tarde, Francisco Gay Puyal –ingeniero, colaborador científico y profesor de Dirección de Personas
en las Organizaciones del IESE Business School (Universidad de Navarra)–se refirió al salario emocional como
“una forma para reducir el estrés, mejorar la salud, la productividad y la innovación, además de la competitividad; poniendo énfasis en la motivación del trabajador”. Algunos autores agregan a esta definición que al estar la persona motivada y satisfecha, mejorarán su desempeño y su permanencia laboral.
“El salario emocional hace que el trabajo sea agradable; no solamente se trata del reconocimiento económico.
También podríamos llamarlo ‘reconocimiento afectivo’. Por ejemplo, que el ambiente de trabajo sea confortable, que los jefes reconozcan la tarea del trabajador, que los horarios sean más flexibles o quizá tener la posibilidad de trabajar en la casa, reconocerle la posibilidad de crecimiento, de capacitación, todo este tipo de cosas forman parte del confort emocional”, especifica el doctor Harry Campos Cervera, médico especialista en psiquiatría de la Asociación Psicoanalista de Argentina y magíster en Psiconeuroinmunoendocrinología.
 
MÁS ALLÁ DEL DINERO
Además de los beneficios económicos y emocionales, el trabajo aporta algo más. “Nos organiza la vida cotidiana, nos ayuda a ordenar nuestro tiempo, y es a partir de ahí que pensamos nuestra actividad de tiempo libre y si nuestras prioridades van más allá del trabajo”, comenta la licenciada Mónica Di Leo, docente de la Escuela de Psicología Social Pichón Riviere. Incluso cuando al volver al ruedo luego de la licencia por maternidad se debe contar con la ayuda de otro adulto o con una guardería, el trabajo y sus horarios vuelven a ser ejes de la agenda cotidiana.
“El trabajo también nos fortalece”, agrega la licenciada Di Leo. Pensar que estamos en el trabajo más tiempo que en los propios hogares obliga a repensar que el intercambio traerá aparejado cuestiones en el orden de lo emocional, y si esa valoración resulta positiva el saldo será más que auspicioso.

ENAMORARSE DEL TRABAJO

“Combinar amor y trabajo aumenta el rendimiento laboral de los empleados. Se desempeñan con más energía y mejoran las relaciones laborales, aunque algunos
lo vean como problemático y hasta lo desaconsejen o lo prohíban”, explica la doctora Laura Orsi, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
En torno a eso, se puede citar el caso de Naranja, que ingresó en 2004 al libro Guinness World Records por ser la empresa con mayor cantidad de matrimonios entre sus colaboradores. Cada una de las historias son conmovedoras, porque demuestran que el trabajo es parte de la vida, igual que el amor. Así lo viven Guido y Daniela, quienes se conocieron trabajando en el call center de la empresa y hoy son los padres de Ciro y Felipe.