Relaciones laborales: ¿Es bueno ser amigo de los jefes?

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Cuando el jefe tiene nuestra edad o nuestros mismos intereses,, es común que surjan conversaciones similares a las que tendríamos con un amigo. ¿Puede esto dañar la relación laboral?

Por: Carola Sixto

Patricia Rosales siempre trabajó en empresas grandes. Por eso, cuando entró a su último empleo, sintió que era el mejor de su vida. Como era una empresa familiar, al mediodía almorzaban todos juntos. Una vez, le preguntaron de su vida, si estaba casada. Ella les comentó que se había divorciado hacía unos meses y que tenía dos hijos. Desde ese momento, su jefe, que tenía su misma edad, empezó a darle consejos. Que tal vez ella era muy cerrada, que a lo mejor su esposo necesitaba aire. Hasta que, una tarde, la llamó a su oficina para presentarle a un abogado “que también era divorciado”. Ella sintió que era una falta de respeto, pero no supo qué decir. Si hubiera sido un amigo, no lo habría dudado. Solo tenía un pensamiento en mente: nunca debería haber contado nada.
“Mantener códigos en común con el jefe permite un mayor acercamiento, pero hay que saber diferenciar entre un jefe que apoya y comprende, y uno intrusivo que invade nuestra intimidad. Esa debe ser la barrera. Por más óptima que pueda ser la relación, la asimetría no deja de existir, por ello, ambas partes deben ser cautelosas y no perder conciencia situacional. Discutir con un amigo es algo normal y que generalmente no trae mayores consecuencias, sin embargo, si uno discute con un amigo-jefe habrá repercusiones en el ámbito laboral casi con seguridad, y es posible incluso llegar a situaciones de acoso. Por tal motivo, cuando comenzamos a percibir el traspaso del límite y sentimos incomodidad, es aconsejable tomarnos un segundo para reflexionar, poner un freno y redirigir la conversación, amablemente, pero con firmeza, a un tema estrictamente laboral que nos permita tomar distancia y fijar nuestro límite”, explica el licenciado Diego Baghino, quien trabaja en el Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) y es docente de Psicología del Trabajo en la UBA.
Aunque trabajar en un ambiente relajado es el sueño de la mayoría, que el entorno laboral se vuelva demasiado descontracturado podría resultar una situación difícil de manejar para algunos. “Cada persona tiene sus estrategias para marcar su autonomía y establecer los límites dentro de los cuales se desenvolverá la relación. Lo importante es no permitir que esos límites sean demasiado profundos, ya que mientras más íntimos sean, más difícil será luego distanciarse. La empatía, el respeto y la cordialidad son herramientas valiosas para establecer cualquier punto”, señala Baghino.

“Hay que saber diferenciar entre un jefe que apoya y comprende, y uno intrusivo que invade”. Diego Baghino

Por eso, tal vez la clave está en generar ambientes de trabajo en los que se establezcan límites claros y se logre así ese delicado equilibrio. “Un equipo excesivamente cohesivo donde todos se sienten amigos puede ser muy agradable o entretenido, pero la performance se verá empobrecida; mientras que uno excesivamente enfocado en los resultados laborales o en la distancia y la formalidad también tendrá resultados insuficientes a la larga. En el mejor de los casos, tendrá un alto desempeño hasta que sus miembros se agoten y desarrollen el síndrome de burn-out, o bien ellos no se sentirán inspirados ni influenciados positivamente por su líder, logrando motivación y compromisos parciales, con resultados también parciales. Por eso, un equipo de alto desempeño pone un especial énfasis flexible, alternando la atención a los resultados como a las relaciones entre sus miembros. Esto lo hace mucho más difícil de gestionar y explica por qué es tan esquiva la alta performance en los equipos de trabajo”, comenta Ignacio Etchebarne, consultor en desarrollo de liderazgo y salud organizacional, fundador de Hi-Human Intelligence.
Según el psicólogo, otro factor determinante es la cultura organizacional y el “fit” cultural de las personas admitidas a esa organización: en estructuras muy horizontales, intentar poner distancia a la relación amistosa con los jefes podría ser problemático; mientras que, en organizaciones tradicionales, sería lo ideal.

Vida laboral vs. vida personal
Es inevitable preguntarse, entonces, cuál es el secreto. Si directamente no compartir absolutamente nada de nuestra vida privada con nuestros compañeros o jefes; o, si decidimos compartir, qué contarles y qué no. “En personas que recién se conocen y se manejan con efectividad, el proceso será ágil, y a partir de tanteos y pruebas piloto de intimidad recíproca irán descubriendo que pueden confiar mutuamente. Ahora, basta que una de las partes haga un mal uso de esa información privada compartida para que se instale la desconfianza y sea mucho más difícil restaurarla, cosa que se traducirá inevitablemente en pérdida de productividad sostenible para el equipo. Por ello muchos expertos hablan de los teamkillers, que son personas que usarán cualquier tipo de vulnerabilidad (puntos débiles, información privada, entre otros) para su propio beneficio, llevando a que si la organización no aborda adecuadamente a esa persona (sea un jefe/líder o un reporte directo), se destruya la confianza entre todos los miembros del equipo”, especifica Etchebarne.
La vida sin amigos es algo que nadie puede imaginar. Pero si se trata del trabajo, quizá haya que pensarlo mejor o, al menos, ser más cauteloso. De esa manera, estaremos cuidando el trabajo, que es muy valioso, y también nuestra intimidad.

¿ACEPTAR AL JEFE EN FACEBOOK?

Con el objetivo de convertirse en personas más “amigables” para sus empleados, algunos gerentes o personal superior tienen la costumbre de conectarse con sus equipos de trabajo a través de las redes sociales. Sin embargo, no todas las personas quieren compartir con ellos todo lo que publican. Así lo explica el licenciado Ignacio Etchebarne: “Una investigación realizada por Peluchette y equipo (2015) analizó el impacto de pedidos de amistad en Facebook por parte de jefes, y encontraron que el 48 por ciento recomendaba rechazar estos pedidos, o bien aceptarlos pero reconfigurando la privacidad de su perfil para bloquear a su jefe de todo contenido, despojando su perfil de publicaciones que no sean profesionales o bien creándose uno paralelo para sus verdaderos amigos”.