Suegras eran las de antes

0
66

Lejos quedó la imagen de las suegras como mujeres sabelotodo, en continua competencia con las nueras. Hoy, muchas de ellas cooperan en el cuidado de los nietos y, además, transitan nuevos caminos con las parejas de sus hijos.

Por: Carola Sisto

Susana no soporta un día más a su suegra en su casa. Imposible perdonarle lo que le hizo: ella estaba preparando una mayonesa casera y su suegra, creyendo que era flan, le tiró a la mezcla azúcar y leche. No solo eso: también le dijo que su bebé llora porque se queda con hambre y que seguramente el problema es la leche, porque está muy nerviosa últimamente. Susana se sacó de quicio “mal”, como dicen los chicos ahora, y se fue a casa de su cuñado a pedirle, suplicarle, que se lleve a su mamá, o sea su suegra, Mamá Cora, a vivir con él. Así empieza la historia de Esperando la carroza (1985), una de las comedias argentinas más memorables.

Más de tres décadas después del estreno de esta película, los chistes sobre suegras siguen vigentes. Algunos yernos o nueras se quejan de ciertos comentarios o críticas en cuanto a la crianza o educación de los hijos, es decir sus nietos. Sin embargo, cada vez se escucha más sobre suegras que lejos de cultivar la imagen estereotipada de mujeres “metidas” en la vida de sus hijos y nueras, en esta etapa continúan enfocadas en sus actividades y desarrollan nuevos intereses.

“En la actualidad, ellas suelen comprender y apoyar a sus nueras”. Laura Orsi

LA AYUDA ES ESENCIAL
“Históricamente el vínculo nuera-suegra fue difícil. La suegra solía ser la mejor en todo. La que cocinaba bien, cosía, criaba a los niños. La nuera, en cambio, siempre salía perdiendo en esta comparación permanente. Quedaba en un lugar desvalorizado, y en lugar de acompañarse, se producía una gran competencia y siempre había distancia entre ellas”, explica la doctora Laura Orsi, médica psicoanalista, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y full member de la International Psychoanalitical Association (IPA).

Pero los tiempos cambian, y las suegras, también. “En la actualidad, la suegra ya no es más la que lo sabe todo ni la que tiene o ejerce el poder como antaño. De hecho, ni siquiera le interesa. Esto se ve mucho en las novelas, pero en la vida real no se observa. Al contrario, la mujer de hoy muchas veces se siente sobreexigida; si bien es más independiente económica y profesionalmente, debe ocuparse de muchos frentes. El trabajo, los hijos, la casa, las tareas, las actividades extraescolares. Ahí entra en juego el rol de la suegra, que puede ofrecer cooperación, y de esta manera ayudar a descomprimir la estructura familiar de su hijo/hija”, agrega la doctora Orsi.

De hecho, casi el 40 por ciento de los hogares con hijos recibe ayuda de familiares y no familiares, según la primera encuesta bienal de las familias de la ciudad de Buenos Aires (2017), “Caracterización de las familias”, realizada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina y la Universidad Católica Argentina.

De ese total, el 77 por ciento corresponde a la ayuda de los abuelos, que son los principales colaboradores en actividades de cocina, lavandería y cuidado de niños.
Más que quejarse porque la madre está todos los días en la casa criticando todo, muchos jóvenes quisieran que sus madres o suegras estuvieran un poco más presentes. Este es el escenario actual, según Orsi: “Lejos de meterse en la vida de los hijos, algunas suegras ni aparecen. Al tener una vida propia, independiente e intensa, suelen ser en la actualidad mujeres autónomas y no totalmente disponibles ni pendientes de sus hijos y nueras. Al contrario, con la sororidad de género, en muchas oportunidades se alían con las nueras. Ellas saben de los techos y los laberintos de cristal, y, por lo tanto, suelen comprender y apoyar a sus nueras. La tecnología también ha modificado la manera de vincularse. En algunos casos, son las nueras o los nietos quienes les han enseñado a usar las aplicaciones en el teléfono, la computadora o la tablet, para compartir actividades”.

LÍMITES Y PUENTES
Hay suegras que todavía conservan esa característica de antaño de opinar sobre todo o incluso de aparecer sin que las llamen. En estos casos, siempre lo más recomendable antes de reaccionar o hablar con ellas es tomarse un tiempo para analizar con más frialdad si de verdad creemos que debemos intervenir. “Uno quizás a la familia política la ve con un lente un poco distorsionado. Por eso es importante que cada hijo pueda ponerle límites a su propia madre”, sugiere la licenciada Beatriz Goldberg, psicóloga y miembro de A.P.B.A. (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires).

No todos los hijos responderán del mismo modo a esta consigna. El típico caso es cuando la esposa le dice al marido: “¿Pero viste lo que dijo tu mamá cuando serví la comida? Dijo que estaba fría y que eso me pasa porque trabajo mucho”. Hay hombres que reaccionarán protegiendo a sus esposas y llamarán a sus madres para aclarar la situación, otros se reirán luego de repetir que su madre es terrible y que no puede con su genio, pero también hay algunos que parecerá que no hubieran estado presentes durante esa conversación. “Hay un tipo de hombres que no escuchan. Ante cualquier comentario de sus esposas, dicen que no se dieron cuenta. Si el hombre es creativo y ve estas situaciones, debe hacer de puente entre las dos partes para conciliar la relación”, agrega Goldberg.

5 CONSEJOS

Por Lic. Beatriz Goldberg, autora del libro digital Suegras, técnicas para la supervivencia. (Bajalibros.com).

1. Tomar los comentarios de la suegra con un poco de humor y evitar ser dramáticos.
2. Charlarlo con la pareja para que sea el hijo quien hable con su madre.
3. Evitar las comparaciones y reconocer el lugar de cada uno.
4. Tratar de no involucrar a los niños. Es inevitable que el niño tenga una relación más estrecha con uno de los abuelos, pero que no sea porque nosotros les hablamos mal de los otros.
5. Si la suegra viene de vacacionespara así cuidar a los chicos y que la pareja
pueda salir, dejarlo en claro. Los preacuerdos son esenciales para evitar supuestos.