Gestos heredados

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Muchas veces en este espacio hemos revisado el origen de las palabras. Nuestro español, al igual que nuestra cultura, es un crisol de razas: tiene un poquito de italiano, una pizca de árabe, otro poquitín de alemán y así la lista continúa. Ahora bien, ¿se preguntaron alguna vez qué pasa con los gestos?

Si hay préstamos entre lenguas respecto del léxico, ¿puede haberlos también con relación a los gestos? Para responder esto, consultaremos al profesor de Filología catalán Lluís Payrató.

Este catedrático sostiene que los únicos gestos globales de los que podemos hablar es de aquellos que compartimos con los primates, ya que son bastante semejantes en todas las culturas, como por ejemplo: sonreír, arquear las cejas, encoger los hombros.

Plantea, además, que el enorme universo de gestos se ha popularizado y se ha expandido gracias a la influencia de los medios de comunicación, del cine y de la televisión. “Heredamos gestos en el sentido cultural: los mantenemos generación tras generación. Por ejemplo, algunos vienen de la antigüedad griega y romana (levantar el dedo medio como insulto, los cuernos, sacar la lengua)”, dice Payrató.

Asimismo, levantar el pulgar (para decir “bien”), formar un círculo con el índice y el pulgar (como el gesto de “un kilo y dos pancitos”, de Carlitos Balá) o la “V” de la victoria con los dedos son de influencia anglosajona.

Los argentinos tenemos gestos heredados a montones. Adam Kendon es un profesor inglés que estudió la gestualidad italiana (en especial, la de Nápoles). En su opinión, en esa ciudad del sur de Italia, que está superpoblada, la gestualidad se convierte en una forma de competir y de marcar el territorio usando todo el cuerpo.

“Las manos, la expresión del rostro, la postura forman parte  del discurso”.

Es común que los argentinos entendamos qué significa que los dedos pulgar e índice se froten ligeramente (seña de dinero) y qué representa una suave mordida en el puño cerrado (manifiesta bronca). Bien, he aquí la herencia napolitana.

Por otro lado, en Argentina y Uruguay llamamos “pito catalán” al gesto de burla que consiste en llevar el pulgar de la mano a la nariz mientras se agitan los dedos extendidos. Esta seña también funciona en la oralidad. Si decimos “Me hizo pito catalán”, nos referimos a que alguien se burló de nosotros.

En los territorios donde se habla catalán, este gesto es llamado fer pam i pipa (palmo y pipa) y se acompaña oralmente con un elis, elis… Sin embargo, su origen parece ser más lejano. Si revisamos la iconografía de la ciudad de Pompeya, es posible encontrar que los niños ya conocían este gesto, según Alfred Delvau, en Dictionnaire de la langue verte. Argots parisiens comparés.

La gesticulación que acompaña al habla es una parte del habla, es un canal que aporta información a lo que se dice. Las manos, la expresión del rostro, la postura forman parte del discurso. Así, en el mismo camino en el que incorporamos términos y expresiones de otras lenguas, es completamente esperable que también tomemos los gestos de otras culturas. Como dice Payrató, la comunicación es multimodal, en ella diferentes códigos y canales funcionan a la vez.