Viaje a Japón

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Este enero, los invito a un viaje fascinante a la tierra del sol naciente, donde la escritura se convierte en un arte que entrelaza historia, cultura y un toque de misterio. Los kanjis, esos trazos elegantes que dan vida a las palabras japonesas, se convierten en nuestros guías en esta odisea lingüística mientras exploramos los secretos que se ocultan tras la elegante caligrafía japonesa.

“Kanji”, traducido como ‘letra han’, nos sumerge en una rica tradición cultural que entrelaza los hilos entre Japón y China. Los han, como padrinos de las letras, fueron los portadores que llevaron consigo la esencia de la escritura a las tierras niponas. Espadas, monedas y sellos oficiales con caracteres chinos delinearon los primeros trazos de esta fascinante historia de absorción cultural.

La evolución del kanji dio a luz al kana, un sistema intrincado compuesto por 48 signos silábicos básicos. Este kana, a su vez, se desglosó en dos subsistemas: el katakana y el hiragana. Ambos, con valor fonético, se convierten en las notas musicales de la lengua japonesa, alejándose de la carga conceptual que caracteriza a los kanjis.

El katakana, semejante a un pincel exquisito, cobra vida al dar forma a palabras prestadas de otros idiomas y resaltar términos en esta danza gráfica. Por otro lado, el hiragana, delicado y sutil, se erige como el instrumento perfecto para plasmar con elegancia las voces autóctonas japonesas. Cada trazo es una sinfonía visual que añade capas a la riqueza de la lengua.

“Cada trazo es una sinfonía visual que añade capas a la riqueza de la lengua”.

En la actualidad, los protagonistas indiscutibles de la escritura en Japón son el kanji y el hiragana. El Gobierno japonés, consciente de la importancia de preservar la riqueza lingüística, ha compartido una lista exhaustiva de 1945 kanjis, cuidadosamente seleccionados para abarcar tanto el uso cotidiano como los asuntos públicos. Esta detallada compilación refleja la armoniosa fusión entre la arraigada tradición y la dinámica modernidad, destacando cómo la escritura continúa siendo un faro cultural que ilumina con destreza el presente, guiando a la sociedad japonesa en su evolución.

Sin embargo, como en toda travesía, surgen desafíos. La abundancia de homófonos dentro del japonés, esas palabras que suenan igual, pero tienen significados distintos, plantea un juego lingüístico que los kanjis resuelven con maestría. Cada trazo se convierte en una palabra, en una obra de arte que despeja la neblina de la confusión sonora, revelando la profundidad y la precisión de la lengua japonesa.

Queridos viajeros de la palabra, este enero, entre solcitos, sombritas, chapuzones y lecturas, sigamos descubriendo las maravillas que las letras pueden ofrecer. ¡Arigatou gozaimasu! (¡Muchas gracias!). Y ya que estamos, sobre el final, agrego un detalle más. La palabra correcta es arigatou, tiene la “u” al final, pero no se pronuncia con fuerza, por eso es común leer “arigato”. Ahora sí, que este viaje literario les haya dejado la semilla de la curiosidad lista para germinar. ¡A explorar nuevos horizontes de conocimiento y creatividad!