Volver realidad los objetos

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A través de una iniciativa de innovación ciudadana, una escuela especial para chicos con ceguera o baja visión de la ciudad de Rosario imprime objetos en 3D. El objetivo: poder enseñarles los contenidos que se dictan en las escuelas comunes.

Por Viviana Lorente
Foto Gentileza Gobierno de la Provincia de Santa Fe

Verónica Pintón transmite una energía desbordante del otro lado del teléfono. Es vicedirectora de la Escuela Especial para Niños con Discapacidad Visual Nº 2081 “Lidia Elsa Rousselle”, de la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, donde en octubre pasado recibieron un llamado particular: se comunicaban del Laboratorio de Innovación Ciudadana Argentina (Labicar) para decirles que querían visitarlos con un grupo de personas de Iberoamérica y contarles sobre avances tecnológicos y producción de materiales impresos en 3D para estudiantes con ceguera o baja visión.
En la primera reunión, las maestras explicaron la complejidad de transmitir el conocimiento, la necesidad de adaptar material, de trabajar con diferentes texturas. “Hacíamos el material didáctico de manera artesanal, y esto significa que debíamos adaptarlo a lo que los niños tienen en la escuela común, como un mapa, una revista, un libro donde hay una foto, un dibujo, etcétera”, señala la vicedirectora.
Renato Frosch, proveniente de Brasil y quien ideó el proyecto, cuenta que en ese encuentro se toparon con el primer obstáculo: “Las maestras nos contaron que imprimir en 3D era mucha tecnología para ellas; en la segunda reunión nos dijeron que no tenían dinero para comprar la impresora”. Lo que ellas no sabían era que Renato había hecho una convocatoria de crowdfunding en Brasil para recolectar dinero y comprar la máquina. “Para nuestra emoción, nos dieron la noticia de que recibiríamos una impresora, y ahí cambió todo. Íbamos a poder tener los materiales lo más reales posibles, los objetos más concretos, y era como un sueño. A partir de ese momento vivimos tres o cuatro días de revolución. Toda la escuela se enganchó. Fueron jornadas emocionantes porque lo empezamos a compartir con los alumnos”, relata Pintón.

“Para nuestra emoción, nos dieron la noticia de que íbamos a recibir una impresora, y ahí cambió todo”.
Verónica Pintón

En un período de diez días, las docentes tuvieron que aprender a usar la impresora y los programas de prototipado para diseñar los objetos. “Tres docentes empezaron a hacer cursos, y después fue mucho a voluntad, con tiempo personal para investigar los programas. Hay prototipos armados para imprimir, pero a veces hay que darles menos información, porque con la visión disminuida no se alcanza a comprender tanto dato en un objeto”, explica la directiva.
En la escuela fueron más allá y ahora están trabajando para anexarles canales auditivos a los objetos, donde en una célula, por ejemplo, se señalen las partes que la componen, para que los chicos sepan dónde está la mitocondria. Lo último que imprimieron fue un espermatozoide para explicar el aparato reproductor. El paso previo fue diseñarlo y adaptarlo a escala, porque no puede ser mayor que todo el aparato reproductor, de lo contrario, se distorsiona la información.
Lo primero que imprimieron fue una mosca, cuenta Verónica, y suelta la carcajada. “El ícono de nuestras makers –hágalo usted mismo– es una mosca. Nosotras queríamos hacer algo sencillo, porque ¿cómo les explicás a los niños lo que es un insecto, algo tan pequeño que no se puede tocar?”. Además, dimensiona la diferencia entre quienes pueden ver y no ver, poniendo de ejemplo el aprendizaje a través del tacto de un autobús. “Las personas que vemos conocemos el todo y luego la parte. Para quien no ve o ve poco, el mecanismo es al revés, se conoce la parte y después el todo. Vos subís al colectivo, te sentás en el primer asiento y se terminó el mundo, subís y bajás por el mismo lugar. Entonces, es distinto recorrerlo en su totalidad, saber que hay una bajada al final, una al medio, cómo están dispuestos los asientos. Imaginate la estructuración del mundo de un niño que no ha visto”, explica.

“Con-Tacto”
Renato Frosch es ingeniero civil y profesor de Ingeniería Civil y Arquitectura en la Universidad San Judas Tadeou en Santos, ciudad litoraleña del Estado de San Pablo, en Brasil. La idea de aplicar la tecnología para los estudios en personas no videntes surgió estando en la Universidad Federal de Santa Catarina, al sur del gigante sudamericano, cuando una alumna no vidente de Educación Física necesitaba poder estudiar anatomía; así surgió la idea de imprimir las partes del cuerpo.
A mediados de 2018, el docente brasileño respondió a la convocatoria que hizo la Secretaría General Iberoamericana (organismo internacional conformado por 22 países) y Santalab, laboratorio de innovación ciudadana de la provincia de Santa Fe, donde invitaban a presentar “propuestas y posibles soluciones innovadoras para lograr sociedades más cohesionadas y sostenibles”. La idea fue que los proyectos respondieran a algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por los Estados Miembros de la ONU en 2015.
La propuesta, liderada por Renato en Rosario bajo el nombre de “Con-Tacto” y llevada adelante por un grupo de diez personas provenientes de Colombia, Argentina, México y Brasil, sigue hasta la fecha acompañando a la distancia el trabajo de las docentes. “Estamos felices y maravilladas de haber sido seleccionadas y también de haber conocido a personas con una calidez humana divina”, reflexiona la directora, y agrega: “Esta iniciativa es algo que en otras partes del mundo puede parecer una pavada, pero contar con esta tecnología no lo es. Algo que nos dio la pauta de que íbamos por buen camino fue cuando una de nuestras niñas nos dijo ‘Esto es volver realidad los objetos’”.

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