El mejor antídoto contra el fracaso escolar

0
109

La comprensión lectora es el mejor antídoto contra el fracaso escolar. La opinión de expertos en alfabetización sobre la importancia de retomar la enseñanza sistemática de la lectura y escritura en las aulas.

Fotos: Istock

La comprensión lectora es la base de todo aprendizaje. Si no hay comprensión, la información a la que accedemos no se retiene por largo tiempo. Se puede ‘repetir’ a corto plazo, pero no se aprende”. De esta manera explica Magdalena Lacunza la importancia de promover la comprensión lectora desde que los niños son pequeños. 

Lacunza es licenciada en Ciencias de la Alfabetización, especialista en alfabetización e integrante del equipo del programa Queremos Aprender, coordinado por la reconocida doctora en Letras Ana María Borzone. Sin comprensión –insiste Lacunza– no se incorporan de manera activa los nuevos conocimientos. 

En las aulas argentinas, los docentes advierten las dificultades de estudiantes de todas las edades para entender textos (desde los más complejos hasta las más simples consignas matemáticas o de cualquier asignatura).

Las evaluaciones nacionales e internacionales como Pisa muestran, en efecto, deficiencias en el rendimiento en Lengua. Las últimas pruebas Aprender (año 2019) revelaron que, aunque se observa una mejora en relación con las ediciones anteriores, aún el 38,3 por ciento de los estudiantes secundarios del país obtiene resultados por debajo del básico en esta materia. 

Los expertos plantean que las dificultades tienen su explicación en el desactualizado método de enseñanza de lectura y escritura argentino. 

Borzone –doctora en Letras, investigadora principal del Conicet, asesora de la Dirección General de Escuelas de la provincia de Mendoza y profesora de la Cátedra Unesco de la Universidad de Buenos Aires (UBA)– indica que el sistema educativo nacional hace caso omiso a las investigaciones científicas que marcan el rumbo de la enseñanza de la lengua que, además, se aplica en gran parte del mundo.

“Primero está la conversación en el aula, el desarrollo de la lengua oral, y, luego, la lectura, la escritura y la comprensión de textos escritos”, remarca en relación con los pasos a seguir. Esto se explica por la ontogenia de los seres humanos, que primero empiezan a hablar, a comprender y a expresarse, y, luego, aprenden a leer y escribir.

Desde hace años, Borzone y su equipo desarrollan un programa basado en la psicolingüística que estudia los procesos lingüísticos y cognitivos de la adquisición del lenguaje oral, escrito, de los procesos de comprensión y de la producción del lenguaje. 

“Desde esa perspectiva y sobre la base de las investigaciones previas, lo que sabemos es que si bien contamos con predisposiciones innatas para aprender el lenguaje, no todos los chicos tienen el mismo nivel de habilidades lingüísticas a los tres, cuatro o cinco años”, explica la investigadora.

“En la Argentina se ha dejado de enseñar de manera sistemática el lenguaje o vocabulario”. 
Ana María Borzone

Las habilidades lingüísticas –cantidad y profundidad del vocabulario– varían en miles de palabras, de acuerdo con los grupos socioeconómicos. En este sentido, el niño o la niña con un vocabulario amplio y que conozca muchas palabras distintas también tendrá una variedad muy amplia de representaciones mentales, de conceptos. 

“El lenguaje te está mostrando la riqueza conceptual”, indica Borzone, quien subraya que el sistema educativo posee la obligación de atender esas diferencias en el vocabulario que se observan en las aulas.

“En niños de cuatro o cinco años encontrás diferencias muy grandes: chicos que apenas pueden contar algo que les pasó, y a veces hasta resulta incomprensible, y chicos que pueden producir un relato bien organizado con el vocabulario preciso, con uso de estructuras sintácticas más complejas”, refiere. Todos los niños, insiste, pueden aprender si se les enseña con un método apropiado. 

El problema, para la experta, es que en la Argentina “se ha dejado de enseñar de manera sistemática el lenguaje o vocabulario”. 

En el programa Queremos Aprender, que se aplica en escuelas primarias mendocinas, una de las consignas es que las maestras deben enseñar tres o cuatro palabras nuevas por día y leer en clases un texto nuevo en cualquier formato, ya que en una poesía, en una canción o en un cuento siempre hay palabras “nuevas”.

“Cuando hablamos de lenguaje oral, hablamos de vocabulario”, subraya Borzone. Por eso no se puede perder la enseñanza. “El docente tiene que estar capacitado, y hoy no lo está, el gran problema que tiene la enseñanza en la Argentina es que a los docentes no se los forma como se los tendría que formar, salvo honrosas excepciones”, opina.

NUEVAS PALABRAS

El lenguaje no se aprende solo, sino de manera intencionada: hay que enseñar palabras. A través de descripciones simples se puede comprender el significado. “En nuestra propuesta, el lenguaje también se enseña a través del cuerpo. Ya sabemos por las neurociencias que cuando pensás en un verbo de movimiento, o lo decís, activás zonas que tienen que ver con el movimiento. Cuando le enseñás a un niño la palabra ‘deslizar’, este no solo observa la imagen de un chico deslizándose, sino que él mismo se desliza por el piso. Aprenden vocabulario incorporándolo a través de todos los sentidos, aprenden el significado de las palabras para formar representaciones en el léxico mental”, apunta Borzone.

La enseñanza sistemática de nuevas palabras es fundamental tanto en la casa como en la escuela.

La cantidad de palabras y el conocimiento del vocabulario, subraya Lacunza, es imprescindible tanto para la comprensión como para la producción escrita. 

“En el ámbito familiar es muy importante que en toda conversación sobre un tema que le interese al niño se aproveche para introducir nuevas palabras, para reestructurar expresiones y para ampliar el conocimiento del mundo”, opina Lacunza. 

La especialista en alfabetización sostiene que la mejor manera de desarrollar la comprensión es a través de la “lectura dialógica”, un método que utiliza la conversación para acercar el conocimiento. “En la casa se trata de leer con los niños como nos leían las abuelitas, compartiendo un texto y hablando sobre él, releyendo si es necesario, preguntando y respondiendo”, apunta. 

En la escuela, el método es más sistemático: el docente y el alumno dialogan antes, durante y después de la lectura. “Pero el docente tiene un propósito muy claro: lograr que el niño construya una representación mental del texto, lo más cercana posible a lo que quiso decir el autor”, remarca.

APRENDER A ESCRIBIR

Si bien la enseñanza de la comprensión y de la producción escrita basada en la oralidad debe comenzar desde el principio de la escolaridad –y en la casa mucho antes–, los especialistas insisten en que es necesario enseñar el sistema de escritura en forma muy precisa y temprana, y, claro, con un método adecuado. Esto permitirá escribir y leer palabras en forma autónoma. 

¿Cómo despertar el interés de los niños? Un modo efectivo es a través del juego. En esta línea, el equipo de Borzone desarrolla un juego virtual llamado “Klofkyna Lee” y el cuadernillo Klofkyna Lee y Escribe, cuyo primer bloque ya está siendo usado en diferentes ámbitos pedagógicos. 

“El juego tiene una historia narrativa que promueve diferentes desafíos, su resolución implica el desarrollo de habilidades que son las necesarias para aprender el sistema de escritura”, concluye Lacunza. 

JUGAR CON LOS SONIDOS

Queremos Aprender es un programa intensivo y sistemático para el desarrollo cognitivo, lingüístico y socioemocional. Está basado en evidencia científica sobre el proceso de alfabetización. La propuesta ya ha sido probada en terreno. En la página www.queremosaprender.com.ar se encuentran todos los materiales dirigidos a niños y niñas de entre cuatro y diez años. La metodología de alfabetización se basa en el juego con los sonidos de las palabras para comprender las correspondencias, es decir, el principio alfabético.