El legado de Ana Frank

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Desde 2009, el Centro Ana Frank lleva adelante múltiples actividades para que chicos de todo el país reflexionen sobre el nazismo y sus consecuencias. Una tarea que se asienta en la “pedagogía de la esperanza”.

Fotos: Gentileza Centro Ana Frank

Esperanza, memoria y resistencia son algunos de los conceptos que guían la propuesta educativa del Centro Ana Frank, cuyo nombre se debe a la niña judía conocida mundialmente por el diario que escribió mientras permanecía escondida de los nazis con su familia y cuatro personas más, en una casa oculta en Holanda. Luego de dos años fueron descubiertos y enviados a centros de concentración.

Su historia ha logrado conmover a chicos y grandes. “Se convirtió en una fuente de inspiración para millones de adolescentes en el mundo”, expresa Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank con sede en la ciudad de Buenos Aires, en conversación con Convivimos. “Mientras estaba escondida, pedía libros en vez de comida, era una lectora voraz y ella no sabía lo importante que es un libro para un escondido. Su escritura se transforma en un acto de resistencia”, acota. 

Es este legado el que promueve diversas acciones educativas, algunas ligadas a la lectura y la escritura, en este espacio interactivo que cuenta también con un museo. Y si bien la institución busca que todo el mundo conozca la historia de Ana Frank, pone especial atención al trabajo con chicos, chicas, jóvenes y docentes de escuelas primarias y secundarias a lo largo y ancho del país. 

Un motor necesario para el trabajo que realizan se asienta en lo que denominan la “pedagogía de la esperanza”. “Esperanzar es un componente de toda estrategia educativa que tiende a construir una subjetividad y una otredad positivas”, explica Shalom. Por el contrario, “desesperanzar es parte de los discursos de odio, que nos preocupa cuando vemos que hay jóvenes que sienten que no tienen nada que perder, que están dispuestos a poner todo en riesgo”. 

De la mano de la pedagogía de la esperanza también trabajan la responsabilidad de pares, y el aula es el ejemplo, la ven como una comunidad, y por lo tanto todos tienen que trabajar para que el otro esté bien. “Si alguien abandona la escuela, hay algo de responsabilidad en su grupo de pares, de no haber hecho lo suficiente”, señala el directivo. Durante la pandemia esto fue muy importante, ya que, según describe, buscaron que los chicos salieran a recuperar a sus compañeros que habían abandonado las aulas.

“Ana Frank se convirtió en una fuente de inspiración para millones de adolescentes en el mundo”.
Héctor Shalom

El concepto de responsabilidad de pares o educación de pares es transversal también a otros proyectos, como cuenta Meital Herbst, coordinadora de guías del Museo Ana Frank, que invita a jóvenes de entre 15 y 25 años a sumarse como guías voluntarios. La importancia de la propuesta radica en que “son jóvenes hablándoles a otros jóvenes sobre la historia de una niña, y a la vez es una forma de que un chico le diga a otro ‘Si yo estoy acá, vos también podés’”.

Para Shalom, cuando los jóvenes son convocados a involucrarse en proyectos trascendentes, se suman rápidamente y con entusiasmo. “Por eso, creemos que hay una escasez de este tipo de propuestas, y es ahí donde nosotros ocupamos un lugar”, afirma.

Entre las experiencias educativas que impulsa el centro están los concursos literarios para personas de 13 a 25 años y docentes, para escuelas de educación especial, y concursos de ensayos. También implementa el turismo cultural para educadores, jóvenes y público en general por Ámsterdam, La Haya y Berlín, entre otras acciones.

PROYECTO PERIÓDICOS 

Se trata de una de las iniciativas que transita su décima edición y cuya convocatoria está abierta hasta el próximo 2 de julio. El objetivo es motivar la lectura y escritura críticas, y animar a chicas y chicos de todo el país al debate y a la investigación sobre la historia de Ana Frank, el nazismo, la última dictadura cívico-militar argentina, los derechos humanos en la actualidad, la inclusión social, la convivencia y los desafíos frente a la violencia o la discriminación. La particularidad para este 2023 es que la propuesta se expande a toda América Latina. 

Los destinatarios concretos son estudiantes de 6º y 7º grado de escuelas primarias, estudiantes de 1º a 6º año de escuelas secundarias, escuelas de educación especial y escuelas para jóvenes y adultos de la Argentina. 

El mecanismo consiste en que los chicos produzcan entre tres y diez textos, luego el centro selecciona cinco de ellos por cada grupo participante y elabora un panel que simula la página de un periódico. Este se sube a la web institucional y, por último, el Centro Ana Frank arma el periódico La Voz de lxs Chicxs

La profesora Mónica Visenti llevó adelante la experiencia en el Instituto Nuestra Señora de Luján y en el Colegio Modelo Parque Barón, ambos de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, con alumnos de 1º y 3º año respectivamente.

“La didáctica que apliqué es la de aprendizaje basado en proyectos. Para ello, realizamos un simulacro de asamblea, vimos cuáles eran las propuestas que había y utilizamos la técnica de lluvia de ideas. Además, detectamos qué nos preocupaba de nuestra comunidad y luego pusimos a consenso o votación las temáticas por abordar en las notas”, explica la docente.

“El proyecto Periódicos favorece la oralidad, ayuda a quienes son más tímidos y los impulsa a la participación».
Mónica Visenti

Para Visenti el proyecto tiene muchos aspectos positivos, entre ellos, que favorece la oralidad, ayuda a quienes son más tímidos y los impulsa a la toma de decisiones y a la participación. También destaca que los temas son elegidos por los propios alumnos con el fin de trabajar en la construcción de ciudadanía, involucrando a docentes de distintas áreas para que los chicos puedan aprender a ver los temas con una mirada integral. 

Entre las temáticas que trabajaron, además del holocausto y la historia de Ana Frank, figuran las relacionadas con la última dictadura en la Argentina, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el medioambiente y aspectos del programa nacional de educación sexual integral (ESI).

“Es gratificante ver que escriben profundo, que se involucran. Yo creo que hay muchos aprendizajes de lo que fueron el pasado reciente y la dictadura, y también es un componente importante en el país haber generado esta conciencia significativa en los docentes”, afirma Shalom. 

Y en ese tejido del antes y el ahora también emergen problemáticas vinculadas con la discriminación. “Es interesante cómo el pasado nos ayuda a entender el presente. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, el nazismo persiguió a los homosexuales, la dictadura argentina persiguió a los homosexuales y hoy la identidad es un tema en nuestro país”, apunta el director. 

El proyecto finaliza con la impresión del diario, que se envía a todo el país e integra una pieza de cada una de las escuelas participantes, además de ejercicios para seguir trabajando en el aula. También se organizan actos en las escuelas para que unos puedan ver el trabajo de otros. “Construimos orgullo y aportamos a una subjetividad. El valor de escribir impacta en los chicos, porque los hace sentir muy bien, importantes y reconocidos”, relata con entusiasmo Shalom. “Es nuestro aporte a una contracultura de la violencia, el desinterés y el desgano”, subraya. 

En algunas escuelas este proyecto pasó a ser parte del trabajo anual que realizan. Desde que está vigente, en el año 2014, han participado más de 17.800 estudiantes de diferentes escuelas de la Argentina y se han escrito un total de 541 periódicos. 

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