Chelo Cantón: La sofisticación de lo artesanal

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El arquitecto fundó una etiqueta de zapatos y de moda que ya se convirtió en un clásico local. Con la manufactura y la funcionalidad como puntos de partida, Chelo Cantón habla de la esencia de Mishka.

Por Cata Greloni Pierri
Foto Gentileza Chelo Cantón

La crisis argentina del año 2001 definió una buena parte de la identidad del diseño local. Mientras gran cantidad de fábricas y negocios cerraban, muchos creadores encontraron el momento ideal para arriesgarse. Ese fue el caso de los arquitectos Marcelo Cantón y Diego Trivelloni –su socio y cofundador de la etiqueta Mishka–, quienes abrieron un estudio de diseño que luego se convertiría en una tienda de zapatos. Hoy, luego de 18 años y con aires minimalistas, nórdicos y modernos, la marca se consolidó en el país como una de las líderes en el diseño de calzado y amplió su mirada hacia los accesorios, los perfumes y las colecciones de ropa. Sofisticación, atemporalidad y funcionalidad que ya se convirtieron en una parada obligada en la moda.
 
  • ¿Cómo nació Mishka?
Arrancó en el año 2001, y creo que fue parte de la inconciencia de la juventud. Nos fuimos para Palermo a trabajar con diferentes diseñadores que recién comenzaban su carrera. Encontramos un local superantiguo, de estilo belle époque. Siempre tengo añoranzas de ese Buenos Aires de principios del siglo pasado, con sus grandes tiendas como Harrod´s y Gath & Chaves, y decidimos alquilarles el local a unos armenios. En ese momento asesorábamos a Ayres, Tucci, Adidas y a la marca de calzado Pigalle en la ambientación de los locales y en su identidad. En abril de 2001, nos gustó la idea de ponernos una zapatería, sin tener idea de cómo se confeccionaba un calzado.
 
  • ¿Cuáles fueron sus primeros pasos?
Al principio, el producto era a medida. Mishka era un lugar donde la gente se encontraba a charlar los sábados, elegía cómo quería sus zapatos y los personalizaba. Pusimos un anuncio y una mesa en medio del local, y buscamos artesanos del calzado para contratar. Me acuerdo de que hubo dos cuadras de cola. Ahí empezamos a entender lo arraigada que estaba la industria del calzado en la trama social argentina. Arrancamos con Diego el tallercito; yo iba en mi auto con las cajas de zapatos para todos lados y utilicé la cochera de la casa de mi madre como depósito. Fue instintivo, todo surgió como un juego. Comenzamos haciendo fotos a los zapatos, sin modelo ni campaña, y la gente venía especialmente al barrio a buscar nuestros zapatos llenos de fantasía, con glitter, tachas de colores y telas antiguas que encontrábamos en Once.

“No hago retrospectiva de mis zapatos, porque siempre estoy pensando en los que vendrán”.

  • ¿Qué significa su nombre?
Diego es de familia polaca; y yo, descendiente de suizos checoslovacos. De chico mi abuela me decía “misha” o “mishka”, que significa “gatito” u “osito de peluche” en ruso. Tiene que ver también con el espíritu y las raíces que aprendí de mi familia, de las historias de los zares, de los huevos Fabergé y de un lujo casi imperial a partir de la calidad y la confección, y no a partir de sus materiales ostentosos.
 
  • ¿Qué implica que un calzado sea artesanal?
Nosotros siempre pensamos el diseño como arquitectos, con un propósito funcional. Lo estético es importante, pero porque es el resultado de una función. Lo primero que hicimos como marca fue desarmar todo tipo de zapatos de todo el mundo para entender que es un objeto tridimensional que debe contener al pie, que es una parte del cuerpo muy delicada relacionada con la comodidad.
 
  • ¿Qué pasos implica su producción?
Trabajamos sobre la horma que representa al pie. Primero, dibujamos sobre estas formas azules de plástico, que antes eran de madera. Pegamos papeles que simulan tiras, cortamos pedazos de cuero de distintos materiales y los adherimos con unos clavitos muy pequeños llamados “semillitas”. Del dibujo sobre la horma se pasa al molde, y ahí empieza el proceso de producción. El diseño se traslada al papel y se hacen unos moldes que representan las distintas partes del zapato: la capellada, el forro de plantilla, la plantilla vista, la puntera, la tira de talón. Hoy el corte generalmente se hace con máquinas láser por la cantidad que manejamos, pero al inicio lo hacíamos en una mesa de corte con cuchilla. Después viene el aparado, que es la costura de las piezas con máquinas con diferentes grosores de hilo, y luego se colocan las distintas partes que componen el calzado sobre la horma, y se lo estira y clava sobre su base para que vaya tomando la forma del pie. Mandamos a desarrollar las plantillas –que generalmente son de cartón– con un acolchado especial para lograr un zapato con mayor confort. A continuación se pega la plantilla y después se hace el devirado (donde se corta y emprolija el borde del calzado). Por último, se coloca la suela o el fondo, se saca el pie muleto que lo estuvo moldeando, y los artesanos terminan de limpiar el pegamento, se pintan las terminaciones de los cueros, se cepilla y lustra.
 
  • En estos 18 años de carrera, ¿qué modelos creés que son icónicos para Mishka?
Las bases de madera en diferentes alturas y plataformas, el juego de colores y los materiales contrastados, como la rafia con el cuero graneado y el charol. Esos son algunos de nuestros sellos. También el zapato abanico, un zapato cerrado verde loro que hace más de diez años era una novedad, y todavía las clientas me mandan fotos de los suyos, intactos. Mi preferido es una sandalia triangular que se llamaba Confites con todas tachas de colores. De todas maneras, no hago retrospectiva de mis zapatos, porque siempre estoy pensando en los que vendrán. Si bien el pasado es lo que te sustenta para seguir construyendo, pienso en el hoy y en el mañana, no soy nada nostálgico.

UNIVERSO MISHKA

Luego de casi diez años desde su apertura, la etiqueta incorporó colecciones de ropa que viraron desde una estética más vintage hacia otra más sofisticada. “Era el devenir lógico. La gente empezó a pedir algo que estaba buscando, y completamos el universo de la mujer, desde la visión de Mishka. Por suerte, la argentina cada vez se uniforma menos, se pone lo que le gusta y lo que le resulta cómodo”, dice Cantón, y agrega que, si bien siguen siendo zapateros y marroquineros, el concepto fue completar la imagen de la marca. Dentro de esta expansión, los últimos lanzamientos fueron los perfumes y los anteojos, que ya van por su segunda temporada, siempre apuntando a la calidad y a la durabilidad.