Jessica Millaman:
“Lo conseguí sin falsear mi ser”

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Desde chica comprendió que su lucha alcanzaba a un colectivo discriminado. Trabajó en la calle, enfrentó dificultades y consiguió que las mujeres trans puedan jugar en equipos femeninos de hockey.

Por Juan Martínez
Foto Patricio Pérez

Mientras yo esté aquí, vos no vas a jugar más”, le dijo el entonces presidente de la Asociación de Hockey del Valle de Chubut, quien no entendió, al disparar esa sentencia, que la jugadora que tenía enfrente se había sobrepuesto a situaciones mucho más difíciles que una disputa burocrática. Jessica Millaman reclamaba poder seguir jugando en su club sin ser discriminada por su condición de mujer trans. La ley de identidad de género vigente la avalaba, y su lucha abrió un camino que podrán recorrer otras en su situación en todo el mundo, ya que el Comité Olímpico Internacional intercedió y habilitó esa posibilidad.
Mucho antes de este logro, la chubutense había forjado su carácter a fuerza de tropiezos y rechazos, desde que decidió vivir de acuerdo con su elección de género. “Me siento Jessica desde que tengo uso de razón. Cuando era chica, a los siete, ocho años, me encerraba en el baño y me pintaba con las pinturas de mamá. Todavía no me llamaba Jessica, pero era un nombre que me gustaba, creo que tiene mucha personalidad y es fuerte”, cuenta.
Llegó al hockey influenciada por sus tres hermanas mayores, que practicaban este deporte. Pero, aun amándolo, decidió dejarlo cuando tenía diez años: “Ya no me sentía cómoda jugando con los varones. Fue mi primer acto de valentía. A los quince tuve la fortaleza necesaria para respetarme a mí misma y decir ‘Esta soy yo’”, afirma.
Durante algunos años, Jessica creyó que lo que le sucedía era algo que solo le pasaba a ella. Un encuentro fortuito en un boliche con una chica trans que hoy sigue siendo su amiga le hizo ver que había más personas en la misma situación. También supo que las oportunidades y la comprensión no abundaban para ellas.
Nunca dejó de pensar que habría algo mejor para su vida, y luego de haber vivido un tiempo en Buenos Aires regresó a Chubut. Sus hermanas, de inmediato, la invitaron a entrenar en el club Germinal, de Rawson. Poco después, le llegó el DNI que refleja su verdadero género, y sus compañeras de equipo le insistieron para que jugara los partidos oficiales. Completó la primera temporada sin ningún problema. Al año siguiente, no quisieron renovar su ficha simplemente porque era trans.
Ahí comenzó una pelea que ganó y con la que sentó un valiosísimo precedente. “Me costó encarar el tema en público, tenía mucho miedo al rechazo. A más rechazo. Sentía vergüenza, pero me la jugué. A las dos semanas, mi nombre recorría el mundo: me llamaron desde Brasil, Colombia, España, México, Paraguay, Uruguay. La semana pasada grabé todo el día para la televisión holandesa. Yo ya estoy hecha, pero esto es para las generaciones que vienen, para que no sufran todo lo que sufrimos nosotras”, asegura.
El Comité Olímpico Internacional se involucró en el tema y dictaminó que cualquier persona trans puede ser parte de competencias oficiales en los países miembros, siempre que sus niveles hormonales estén acordes con ciertos parámetros, según el género al que pertenezcan.
Actualmente, Jessica reside nuevamente en Buenos Aires (“A toda loca le gusta la gran ciudad”, bromea) y juega al hockey dos veces por semana gracias a encuentros organizados por la Asociación Deportiva Amateur por la Inclusión (ADAPLI), una ONG que genera este tipo de espacios y encuentros para el desarrollo del deporte sin discriminación. “El hockey es todo, quiero morir jugándolo”, afirma.
Hace un par de meses, fue invitada a Incorrectas, el programa de televisión que conduce Moria Casán, y luego de verla ahí, una productora se comunicó con ella para ofrecerle actuar en una serie y unos realizadores franceses harán un documental sobre su vida. “Después de muchos años se me está dando todo lo que vine a buscar. Me emociona y me enorgullece, porque lo conseguí sin falsear mi ser”, dice sonriente.