Cómo leer una etiqueta energética

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Hay que tomarse el tiempo de ver la letra chica en las calcomanías pegadas a los electrodomésticos antes de comprarlos para asegurarse de su eficiencia.

Por: Denise Destéfano

 

En nuestro país, el sector energético genera el 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, principales responsables del cambio climático. Si este dato nos resulta preocupante, si queremos cuidar el bolsillo, si nos interesa minimizar el consumo de energía para reducir nuestra huella ecológica (o las tres cosas a la vez), lo más conveniente es adquirir productos ecoeficientes. Puede que estos artefactos impliquen una inversión inicial mayor en algunos casos, pero siempre serán más convenientes en el mediano y largo plazo, para el consumidor y para el medioambiente.

“En el interior, en general, son más conscientes que en Buenos Aires sobre el costo de la electricidad y del gas, porque tuvieron tarifas más altas durante muchos años”, compartió con Convivimos Carlos Tanides, coordinador del programa Ambiente y Energía de la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVS), que desde hace años trabaja en el concepto de eficiencia energética y encara acciones de concientización.

Para conocer el nivel de eficiencia de un electrodoméstico, hay que leer la letra chica, que se encuentra en una etiqueta que lleva una escala de colores y una letra acompañada por otras consideraciones.

El desarrollo de la etiqueta de eficiencia energética ocurrió en nuestro país en la segunda mitad de la década del 90. Esta comenzó a ser obligatoria en abril de 2006 para las heladeras; con los años, se fue aplicando a cada vez más aparatos.

“Muchos interpretan que son datos técnicos. Hay una gran mayoría que no asocia la etiqueta con información al consumidor”, señala Tanides, y menciona que este elemento está muy difundido en todo el mundo y se aplica sobre diferentes aparatos y sistemas: casas, automóviles, ventanas y puertas.

“En la Argentina está bastante desarrollada la etiqueta de ventanas y se está avanzando con la de automóviles”. Carlos Tanides

“En la Argentina se encuentra bastante desarrollada la etiqueta de ventanas, en algunas ciudades como Rosario o Bariloche se están haciendo pruebas de etiquetas para viviendas, y se está avanzando con la de automóviles”, agrega el especialista.  

En nuestro país es obligatorio que los aires acondicionados, las heladeras, los lavarropas, los calefones y los hornos a gas, y las lámparas incandescentes y fluorescentes lleven una etiqueta energética.

Ese pequeño arcoíris en los electrodomésticos que muchos eligen ignorar es precisamente a lo que se debería prestar más atención al momento de la compra, más allá del precio según las posibilidades de cada uno. La etiqueta energética muestra cuánto consume un producto y puede ir de la A+++ (verde) –es decir, muy eficiente– a la G (violeta), que indica un alto consumo energético. No todos los electrodomésticos tienen la misma escala: algunos van de la A a la D, por ejemplo. La escala debe estar expuesta en la etiqueta.

Además de esta letra, la marca y el modelo, los artefactos poseen datos como el consumo de energía anual en kilovatios por hora (kWh), la capacidad de refrigeración o calefacción, el índice de eficiencia energética (esto es la relación entre la potencia y lo que consume; cuanto mayor es el índice, mejor) y el nivel de ruido que genera en funcionamiento.

En relación con el consumo plasmado en la etiqueta, cabe aclarar que la cifra indicada puede no ser exacta, dado que aquel puede variar dependiendo de las condiciones particulares de uso, la ubicación del aparato y el clima de la región.

En los acondicionadores de aire también se muestra si es solo frío o frío/calor. Los calefones a gas deberían decir qué tipo de gas usan (natural o licuado) y el consumo máximo medido en kilocalorías por hora (kcal/h). El consumo medio en condiciones de ensayo normalizadas es la cantidad de energía que utiliza el aparato por año expresada en metros cúbicos (m³/año) cuando se use gas natural, o en kilos (kg/año) en el caso de gas licuado del petróleo (GLP).

En las heladeras, las etiquetas más nuevas muestran el volumen de alimentos frescos y congelados, es decir, la capacidad. La “temperatura de los compartimentos” señala la del compartimento más frío: a más estrellas, mayores prestaciones brinda el equipo. Sin estrellas es mayor a -6°, una estrella es menor a -6°, dos estrellas es menor a -12° y así. Y la clase de clima indica el rango de temperatura ambiente recomendado para el mejor funcionamiento de cada aparato. Señala el ambiente para el que fue diseñado y en el que provee su mejor desempeño: templado extendido (SN), con un rango de 10° a 32°; templado (N), que va de 16° a 32°; subtropical (ST), de 18° a 28°; y tropical (T), de 18° a 43°.

La etiqueta del lavarropas indica el consumo de energía en kWh por kilogramo de ropa lavada en el ciclo de algodón a 40 °C o a 20 °C, según el lavarropas disponga o no de programas con temperatura respectivamente. También mide la eficacia de lavado sobre la base del mismo ciclo. Y la capacidad de extracción de agua o centrifugado en las mismas condiciones. Además, se puede encontrar en la etiqueta la velocidad máxima de centrifugado, el consumo de agua por ciclo de lavado y el ruido que genera.

Por último, las cocinas a gas muestran el tipo de gas que consumen, el rendimiento promedio de los anafes y otras características como el volumen interno del horno medido en decímetros cúbicos (dm3), el consumo que requiere para mantener la temperatura estable y el índice de consumo, que indica la eficiencia del aparato.

Las etiquetas también llevan el nombre del organismo que certifica lo que dice ahí mediante el control a los laboratorios y a los fabricantes. En nuestro país son cinco los institutos que trabajan con el etiquetado de eficiencia energética en productos eléctricos y uno que trabaja con el etiquetado en productos a gas: IRAM, TUV Rheinland Argentina, Bureau Veritas Argentina, IQC, INTI y Enargas.

Para una información más detallada sobre este tema, visitar la web TopTen Argentina.org, desarrollada por FVS, que muestra los productos más eficientes del mercado con las características de cada uno.

 

Etiquetas para casas

El Instituto Nacional de Tecnología e Industria (INTI) ya está trabajando en una etiqueta de eficiencia energética para viviendas. Según cómo fue construida una casa se puede saber cuánta energía requiere en el día a día. Una vivienda con un diseño adecuado al clima de la zona y una correcta aislación, por ejemplo, tendría un alto nivel de eficiencia.

Por el momento, se realizó una experiencia piloto con 500 hogares de Rosario; sus resultados serán el modelo para el diseño de la nueva etiqueta.

 

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