Cómo mantener la piel suave en invierno

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Los factores adversos como la humedad, el frío y el viento pueden debilitar la dermis, provocar graves daños y un envejecimiento prematuro. Cómo aprender a cuidarla.

Por: Cata Greloni

 

Arrancó una nueva temporada de bufandas, sweaters y camperas, que ayudan a superar las bajas temperaturas y los climas bruscos. Sin embargo, debajo de tantas capas, los cuidados que se deben tener con la piel deben ser los mismos o mayores que durante otras épocas del año.

Los cambios violentos de temperatura producidos por el contraste de la calefacción alta en interiores y del frío en el exterior, el agua muy caliente al bañarse y la contaminación, conforman los factores climáticos invernales que más agreden la piel.

La dermis guarda memoria de todas las agresiones que sufre, y en general solemos protegernos más en verano que en invierno debido a la directa agresión del sol y los rayos ultravioletas. No obstante, los cambios de temperatura ambiental en esta temporada suponen continuas dilataciones y contracciones de los capilares dérmicos que colaboran con el envejecimiento precoz de la piel.

Para ello, hay varias situaciones para tener en cuenta. Sin dudas, la más importante es la hidratación como parte de la rutina. Deberá elegirse una crema para el cuerpo y otra facial según la tipología de cada piel (seca, grasa o sensible). Habrá que aplicarla diariamente, con especial énfasis en los codos y las rodillas. Estas regiones son las que se resecan con facilidad.

Al carecer de glándulas sebáceas, las manos, la cara y el cuello son zonas que se descaman con mayor facilidad y deben ser hidratadas a conciencia con cremas con un alto contenido de nutrientes y algo de protección solar. El mismo tratamiento se les debe brindar a los labios, que se resecan con facilidad. Debe evitarse humedecerlos con saliva, ya que esto produce una irritación adicional.

La temperatura ambiente es otro factor de sequedad. La calefacción no debería sobrepasar los 22° y, de ser posible, es recomendable contar con un humidificador o un sistema de humedad casero, como colocar toallas húmedas sobre radiadores para evitar la tirantez de la piel como consecuencia de los focos de calor.

También se debe tener en cuenta la temperatura de la ducha. El frío invernal da ganas de realizar una ducha excesivamente caliente o un baño de inmersión prolongado, pero estos remueven el manto hidrolipídico de la piel. Por lo tanto, los dermatólogos recomiendan tomar baños rápidos con agua tibia y jabones que respeten el pH de la piel. Asimismo, la hidratación apenas se sale del baño es clave para conservar la humedad natural y lograr una mayor absorción.

Otro factor clave para la piel es llevar una dieta balanceada en vitaminas, nutrientes y minerales. Las vitaminas A ayudan a regular el nivel de queratina, que evita la sequedad y las líneas de expresión. Las C, E y el selenio son antioxidantes poderosos y antiage.

Alimentación hidratante

Existen muchos alimentos que contribuyen con la hidratación. Como la palta, que es rica en vitaminas A, B (B1, B2, B6), C, E y K, y minerales, calcio, hierro, cinc, magnesio, yodo, potasio y ácido fólico. El tomate colabora con la eliminación de toxinas y contiene licopeno, un antioxidante que protege a la piel de los rayos UV. El brócoli, por sus antioxidantes naturales como las vitaminas C y E, betacaroteno, flavonoides e isotiocianatos, ayuda a la producción de colágeno y mantiene una piel sana y flexible gracias a la vitamina C, mientras que la vitamina E protege las membranas celulares de la piel y defiende contra el daño por radiación de rayos UVA. También ayudan las nueces por su alto contenido de vitamina E, que combate el envejecimiento. Los ácidos grasos omega 3 y 6 dejan la piel lozana e hidratan en caso de dermatitis.