Por la protección de la península Mitre

0
75

Las organizaciones ambientalistas de Tierra del Fuego están cerca de conseguir que esta zona de gran valor ecológico sea declarada Área Natural Protegida.

Foto: Gentileza Abel Sbrna.

Pensemos en el sur de nuestro país, en Tierra del Fuego, en lo más lejos que se puede llegar antes de que uno se moje los pies. Con el nombre de “península Mitre” se conoce al extremo oriental de la isla Grande, que comprende unas 300.000 hectáreas de tierras fiscales y otras 200.000 de mar, y aloja un extenso humedal de turberas. 

Tanto valor tiene esta zona que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Iniciativa Global de Turberas (GPI) expresaron la necesidad de protegerla, y la señalaron como el mayor punto de captura de carbono del país, donde se concentran el 84,4 por ciento de las turberas de la Argentina. 

Las turberas, un tipo de humedal, contienen el 30 por ciento del carbono almacenado en el suelo, el doble que todos los bosques del mundo, según el informe de PNUMA y GPI. El hecho de que la península Mitre esté tan lejos y aislada permitió conservar este ambiente, que contiene unos 2400 km² de turberas, y protegerlo de la acción humana hasta ahora.

Hace ya unos treinta años que las organizaciones ambientalistas locales vienen trabajando para que se la declare un Área Natural Protegida que contemple diversidad de usos, que fomente un turismo responsable y, fundamentalmente, que conserve una zona única en el sur de nuestro país. Y todo parece indicar que están a punto de lograrlo.

PASADO Y PRESENTE

“Visito la península desde el año 1985, cuando organicé y acompañé una expedición científica que venía de Finlandia. Se estaban desarrollando proyectos científicos en el extremo oriental fueguino con el impulso de Oscar Zanola, fundador del Museo del Fin del Mundo, y muchos científicos jóvenes se empezaron a interesar”, relata a Convivimos Adolfo Imbert, presidente de la Asociación Civil Conservación de Península Mitre. 

“Así se logró reconocer que es un área que tiene un gran valor tanto desde el punto de vista natural como cultural. Es extensa, se encuentra prácticamente deshabitada y su historia está vinculada con el desarrollo de la actividad humana a lo largo de miles de años en Tierra del Fuego”, agrega Nora Loekemeyer, referente en áreas protegidas de la Asociación Manekenk.

“Tenés testimonio de la ocupación de los pueblos indígenas que habitaron la isla Grande y de los navegantes que recorrieron estas aguas en épocas en que todavía no estaba abierto el canal de Panamá. Y después, establecimientos que tuvieron lugar en la zona, vinculados a actividades forestales, a cría de especies de peletería, luego a actividad ganadera y demás”, señala.

En los 80, el Museo del Fin del Mundo presentó la primera propuesta para establecer un área protegida, pero fue muchos años después que se logró elaborar un proyecto. Y si bien en cada nuevo período legislativo se volvió a presentar, perdió estado parlamentario en varias oportunidades.

El 1° de junio de 2019, las organizaciones autoconvocadas, entre las que se encontraban también la comunidad Yagán Paiakoala de Tierra del Fuego y la universidad local, proclamaron a la península Mitre como Área Natural Protegida ante la certificación de una escribana pública. Ahora solo falta la ley.

DESCONTROLADO

La península tiene algunas actividades sobre la costa norte, como la estancia Policarpo, la más antigua, que funcionó con la producción de lana. En la costa sur hubo emprendimientos que fueron desapareciendo. “Quedó la infraestructura que fue mantenida por los caminantes que utilizan esos lugares como refugio”, menciona Imbert.

“En este momento, el uso de la península Mitre es descontrolado. Para ingresar por tierra tenés que atravesar una propiedad privada y estás sujeto a que el propietario te autorice a pasar. Hay algunas restricciones, pero así y todo hay gente que va y no respeta ninguna regla”, asegura a Convivimos María Laura Borla, de la Asociación de Profesionales en Turismo de Tierra del Fuego, quien menciona el uso de cuatriciclos que afectan el suelo frágil de la península. 

“Y, por otro lado, se debe ordenar lo que todavía es muy incipiente: el uso turístico. Todavía es un sitio que no es masivo ni lo llegará a ser en los próximos cincuenta, sesenta años. Estamos a tiempo de organizar las visitas de una manera muy planificada y controlada”, considera Borla. 

“Hay ganados baguales (es decir: que una vez fueron domésticos, pero se liberaron y ahora son salvajes) y caballos que están degradando ese suelo”, aclara Stella Maris Domínguez, presidenta de la Asociación Bahía Encerrada. 

Entre los valores de la península se destacan, además de las turberas, los bosques costeros; los bosques de algas pardas; la presencia de diversidad de musgos, líquenes y plantas hepáticas; la fauna nativa, que en algunos casos es vulnerable –como el cauquén costero, la paloma antártica y el carancho austral– o está en peligro de extinción –como el huillín y el zorro colorado fueguino–. 

Y desde el punto de vista arqueológico, la unidad geológica Formación Sloggett, con fósiles de cuarenta millones de años de antigüedad; los testimonios de culturas originarias; los restos de naufragios declarados Patrimonio Histórico Provincial; y los sitios históricos nacionales en Bahía Aguirre, Bahía Buen Suceso y Caleta Falsa.

“La fauna marina costera es abundante y diversa. Las aguas de península Mitre son zonas de tránsito y alimentación de especies que se consideran vulnerables, como el petrel gigante del sur o el pingüino de penacho amarillo. Es zona también de desplazamiento de pingüinos de Magallanes”, menciona Loekemeyer.

“Las ONG locales han tenido una opinión de preservar esa área protegida y han sido escuchadas”, comenta Domínguez sobre la concreción inminente de esta ley que tiene el consenso de los legisladores. “Y a partir de ahí viene un trabajo muy importante para definir un plan de manejo con un orden fundamental, que sea claro y que garantice, sobre todo, la protección sobre un área tan especial de Tierra del Fuego”, concluye Imbert. 

CATEGORÍAS DE MANEJO 

El centro será un parque provincial para actividades educativas, científicas, turísticas y recreativas. En la costa sur, un sector pequeño con gran cantidad de fósiles será Monumento Natural. Habrá una Reserva Forestal Natural en el norte para uso sustentable del bosque, y una Reserva Costera Natural marina y terrestre. El mar fueguino alrededor de la península, de las cuatro millas desde la costa en adelante, será una Reserva de Usos Múltiples con usos productivos compatibles con la conservación.