Uribelarrea: Un pueblo de película

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Entre sus edificaciones coloniales y sus calles de barro se mixturan lo antiguo y lo moderno, el disfrute de una caminata y la más variada gastronomía. Muchos de sus bellos rincones se pueden reconocer en varios films célebres que allí se rodaron.

Miguel Antonio Nemesio del Corazón de Jesús de Uribelarrea Fernández Dozal fue el gestor de una colonia lechera en el partido de Cañuelas que perduró hasta su muerte, en 1905 a los 75 años, y que durante un vasto lapso del siglo XX se replicó en centenares de tambos y queserías que abastecieron a todo el país, capitalizando la cercanía del ferrocarril “del sur”. El rico hacendado, durante el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, presidió la denominada Municipalidad de Buenos Aires. En 1877 se desempeñó como juez de paz de Cañuelas. Y posteriormente, antes de que terminara el siglo XIX, presentó un abigarrado proyecto en la Legislatura bonaerense para que ese conglomerado pujante se transformara en un partido autónomo. Proponía el nombre de “Brigadier General Miguel de Azcuénaga”, abuelo de su esposa, Manuela Martina Eulogia Olaguer Feliú Azcuénaga, y miembro de la Primera Junta. El documento es una de las joyas históricas que tiene la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata. 

No lo logró, pero en esos papeles manuscritos se encuentra el origen de ese rincón bonaerense, tan particular de Cañuelas, que finalmente lleva el nombre “Uribelarrea”.

Fue casi olvidado durante la segunda mitad del siglo pasado, pero en los últimos lustros se convirtió en uno de los sitios predilectos en la provincia de Buenos Aires para escapadas breves y al mismo tiempo en un polo gastronómico muy apreciado por turistas locales e internacionales. Y, ya veremos, donde circulan las cámaras…

Hay muchas casas centenarias remodeladas con el criterio de mantener la estructura y las vistas de aquellos tiempos, adornadas con artículos típicos, y amuebladas con piezas coloniales de una belleza y terminación muy cuidadas. Hasta los aromas son característicos: las lavandas se fusionan con las maderas, los barnices y los ladrillos para redondear una sensación más que agradable de estar en el siglo XXI, pero transitando rincones que perduran intocables e igualmente seductores desde hace centenares de años… Como en una película…

Sus casonas antiguas tan particulares, las calles de tierra, la tranquilidad de un típico pueblo de campo, como tantos en la amplia extensión bonaerense, pero con características muy propias, invitan a un recorrido minucioso, a un reconocimiento de sus recovecos, al regocijo del reconocimiento íntimo y especial. Durante cada fin de semana, y también en los días previos, son miles y miles los que se suman a sus propuestas de paseos que suelen acabar con una seductora oferta gastronómica y también con la posibilidad de adquirir artículos regionales y deslumbrarse con espectáculos musicales y danzas folklóricas de lo más variadas.

Muy cerca de las grandes ciudades, cualquiera de los boliches de Uribelarrea produce un efecto mágico de paz y disfrute.
En el pueblo abundan los típicos locales de embutidos y productos de la zona atendidos por sus dueños.

OCHO POR OCHO

Como en casi todo pueblo colonial, en el centro se encuentra la plaza, llamada Centenario en este caso, con su forma octogonal que la diferencia de las demás. La pergeñó el arquitecto Pedro Benoit, por encargo de Uribelarrea, y responde a la idea original de que hubiera ocho manzanas pequeñas unidas por cuatro calles perpendiculares y cuatro diagonales. Cada una llegaba a un tambo diferente. Esas callecitas, tan surcadas por las carretas de la época, siguen siendo de tierra y ahora son transitadas también por los turistas.

La mayoría de las pulperías y los locales gastronómicos están alrededor de la plaza. Desde ya, también El Palenque, que originalmente funcionó como depósito de sal para los saladeros de la zona. Hoy ofrece un verdadero espectáculo de sabores, manjares y colores. Es una edificación única construida en 1890 y refaccionada para brindar un particular show alimenticio. Se destaca por sus techos altos de ladrillos, y es imposible pasar por esa esquina sin zambullirse en un sinfín de quesos, lácteos, fiambres, dulces, chacinados y licores. Seguramente es el boliche más renombrado, que funciona como el corazón de un polo gastronómico que agrupa a un núcleo de restaurantes y comedores, en un abanico de diversas opciones siempre familiares, con eje en los asadores y las parrilladas, como así también en los tradicionales locros, empanadas y muchísimos platos regionales. Asimismo, hay variadas propuestas de cerveza artesanal, por caso en Cerveza La Uribeña.

Entre los boliches más tradicionales están La cueva de Ruco, la parrilla Wimpi o la de Doña Helena, el elegante restó Macedonio, el horno de barro de Leonardo y la variedad de Pueblo Escondido. Todos ellos son rebalsados por turistas que colman sus expectativas…

Los turistas descubren rincones nuevos en un pueblo como tantos, pero, a la vez, diferente.

LO MODERNO Y LO ANTIGUO

Otra visita indispensable es La Posta, una casona de fines del 1800 a la que se arriba por una de las calles laterales de la plaza central que funciona como una posada con 12 habitaciones. Cada mobiliario cuida el detalle, con artículos antiguos combinados con todos los servicios necesarios para el confort y una exquisita gastronomía. Su patio, desbordante de flores coloridas, cuenta con una muy bella piscina. 

En ese mismo sentido, a solo tres kilómetros del centro urbano, la Escuela Agrotécnica Salesiana Don Bosco ofrece la experiencia impresionante de recorrer el tambo, los corrales, la huerta y la fábrica de quesos y dulces, principalmente los fines de semana. Se trata de la primera escuela agrícola de la república, que fue inaugurada el 28 de enero de 1894, nada menos. No hay quien la recorra que no se haga una panzada de quesos, huevos, mermeladas, miel, dulce de leche, berenjenas en escabeche, pepinillos, aceitunas en salmuera… La yerba es una delicia. Con un broche muy especial: los sabrosísimos vinos que se ofrecen son producidos por los integrantes de las escuelas salesianas del propio pueblo, de Mendoza y de Misiones.

Y entre una y otra visita se halla la chacra Marisa, donde mes a mes se realiza la ceremonia del temazcal y se consiguen inigualables chutney casero y encurtidos. 

La paz de lo antiguo rodeado del confort que requiere el turismo. Todo se consigue en este pueblo centenario.

¿TODO LISTO? ¡ACCIÓN!

Un túnel de árboles que merece ser reconocido se cierra sobre las vías del ramal que llega a Lobos. Justamente no es el que pasa por la vieja estación ferroviaria, que se encuentra en el acceso al pueblo. No funciona, claro, aunque en uno de sus galpones sobrevive actualmente el Museo de Herramientas “Leopoldo Rizzi”.

Por supuesto que frente a la plaza se encuentra la iglesia santuario “Nuestra Señora de Luján”, también diseñada por el arquitecto Pedro Benoit, pero en este caso en homenaje a la esposa de Uribelarrea. Los restos del matrimonio descansan en ese recinto. Otras edificaciones se encuentran muy cerca, por caso la Delegación Municipal, erigida en 1918. Pero se considera que la iglesia es una pieza de enorme valor, de una belleza arquitectónica magnífica, con su estilo neogótico. Mantiene los vitrales originales de su inauguración (el 18 de diciembre de 1890) y también los agregados con esmero y gran cuidado cuando se la remodeló para adaptarla a la filmación de la película Evita: su director, Alan Parker, quedó maravillado con la estructura del ámbito religioso; Madonna transitó por sus altares, Antonio Banderas observó la delicadeza de sus ornamentaciones…

No solo ellos: Leonardo Fabio captó las imágenes de la extraordinaria actuación de Rodolfo Bebán, con algunos fondos campestres para su excelsa obra Juan Moreira, que también dio la vuelta al mundo. También la trágica historia de amor Felicitas, en este caso filmada por Teresa Costantini, que también muestra las increíbles paredes del pueblo; y otros filmes menos conocidos, como El milagro de Ceferino Namuncurá, Los crápulas, Boda secreta e incluso algunos capítulos de novelas como Amor sagrado. Pero la obra más reciente fue en 2016: Mariano Cohn y Gastón Duprat captaron los gestos más duros y la personalidad controversial que brindó el actor Oscar Martínez para su protagónico en El ciudadano ilustre.

Esto es Uribelarrea, también conocido popularmente como “Uribe”, y también como el “pueblo de película”. Y es que, efectivamente, cuando cualquiera de nosotros transita por esas callecitas, es imposible no sentirse como en un fantástico set de filmación. 

PARA CHUPARSE LOS DEDOS

La rica historia de productos lácteos del pueblo fue creciendo durante los años, además de la variedad infinita de quesos. Entre las especialidades se destaca la elaboración del histórico dulce de leche. Se trata de un producto con un sabor profundo, un color intenso y un dulzor penetrante que le otorgaron un muy merecido prestigio… más allá del establecimiento que lo fabrique, que son varios en Uribelarrea.

DÓNDE QUEDA 

Uribelarrea integra el distrito de Cañuelas, en la provincia de Buenos Aires. Ubicado sobre la Ruta Nacional 205, a la altura del km 81 limita con el partido de Lobos, al suroeste; con Las Heras al oeste; y con San Miguel del Monte al sur. Los visitantes lo encuentran a menos de 88 km de la ciudad de Buenos Aires y a 109 de La Plata.