Viña del Mar: La ciudad jardín del Pacífico

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Más allá de ser la sede de un muy prestigioso y afamado festival, ofrece bellísimas playas y entretenimiento, gastronomía y confort, mucha historia y una generosa variedad cultural. 

Hace muy poco se realizó la 62ª edición. La primera había sido el 21 de febrero de 1960. Siempre en febrero. Su secuencia solo fue interrumpida por la pandemia de COVID-19 en 2020 y 2021. Es el festival de música popular y folklórica más trascendente de Latinoamérica, el más antiguo de los de habla hispana. Muchas veces fue caratulado como “el Grammy de Latinoamérica”. Se trata del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Por el mítico escenario del Anfiteatro de la Quinta Vergara, que lo contiene, transitaron los más icónicos artistas de las últimas décadas en shows reproducidos al mundo mediante las más diversas plataformas, antiguas y actuales, logrando en su historia extraordinarios récords de audiencias, en ocasiones estimadas en 250 millones de espectadores. Tuvo de todo: expresiones eminentemente populares, tribuna política, disparador de novedades, base de lanzamiento para infinidad de artistas. Todo eso desde la austera primera edición generada por la iniciativa del alcalde de entonces, Gustavo Lorca, quien es recordado por haber sido de los funcionarios que más y mejor proyectó el balneario al país y al mundo.

Porque, justamente, Viña del Mar está intensamente relacionada con el festival. Pero no es solo eso. Muy por el contrario, se trata de una ciudad balnearia de una belleza intensa y natural que la ubica en un muy preminente plano de igualdad entre las más afamadas del sur del continente, por lo que disputa esa condición, en todas las características, con las tradicionales Mar del Plata y Punta del Este. 

Es Viña del Mar, la “Ciudad Jardín”, que desde sus orígenes, y por siempre, está rodeada de impresionantes extensiones de áreas verdes, muy cuidadosamente preservadas, así como por hermosísimos jardines en su zona urbana, con variadas especies florales y arbóreas, nativas y exóticas. 

La “Capital Turística de Chile” está ubicada a escasos 120 kilómetros de Santiago de Chile, en la costa central de la V Región del país, a 8 kilómetros de la hermana mayor, Valparaíso. Ofrece playa y entretenimiento, gastronomía y confort, profusa historia y variedad cultural, la amable atención viñamarina, el templado clima mediterráneo y un orgulloso sentido de pertenencia de todo visitante, chileno o extranjero, que la camina y logra reconocer cada uno de sus placenteros rincones.

El famoso Reloj de Flores es una de las atracciones de la ciudad.

DE CARA AL PACÍFICO

Una de las grandes atracciones se encuentra en los más de 15 kilómetros de playas, paseos y roqueríos, de muy variadas características, para todos los gustos. Las playas son hermosas, coloridas, especiales. Arenas blancas y finas bañadas por las aguas transparentes del océano Pacífico. La temperatura de esas aguas suele ser fría, aunque perfectamente tolerable. Hay sectores con grandes olas que configuran un destino más que recomendado para practicar surf. Pero también hay playas con movimientos menos intensos, lo que equivale a un plan ideal para ir con niños pequeños.

Las más concurridas son las ubicadas en el sector norte y centro de la ciudad: Acapulco y Caleta Abarca. La primera es muy representativa, con la tradición de tener las aguas más templadas, con sus irregularidades, la proximidad con el centro y la facilidad para acceder. Está muy desarrollada para el turismo y posee un gran abanico de opciones de alojamientos. La Abarca es la más popular y concurrida, con el Cerro Castillo a sus espaldas, lo que le da una vista muy particular.

Más sofisticada y glamorosa, con sus 1300 metros de hermosa costanera, a espaldas de la avenida Borgoño aparece la playa de Reñaca, una de las más reconocidas por los turistas por su forma de gran gaviota rodeada de miles de flores. Es un balneario dividido en cinco sectores para el descanso y la diversión, con gran impronta juvenil: su vida nocturna es intensa, como su ambiente festivo. Además, son increíbles las puestas del sol que se evidencian desde sus arenas cálidas al final del día.

La playa Cochoa, tan o más atractiva, expone otras características: es pequeña y acogedora, de arena oscura y marea baja, un balneario tranquilo y sereno, de fácil acceso. Se encuentra rodeada de una gran cantidad de llamativos restaurantes, que ofrecen una inigualable variedad de productos del mar. Tras el sector de dunas se asoman una serie de altos edificios (incluidos hoteles 5 estrellas, como el Del Mar y el Sheraton Miramar) que, con su iluminación nocturna, ofrecen una vista espectacular hacia la bahía.

Viña está ubicada a 120 kilómetros de Santiago de Chile, y a 8 kilómetros de la hermana mayor, Valparaíso.

La playa del Deporte cuenta con una infraestructura muy particular que combina el mar, la playa y diferentes canchas de vóley, fútbol y rugby. La de los Marineros, en cambio, es la mejor opción para familias, ya que cuenta con juegos infantiles, toboganes y hamacas. La Salina se encuentra entre grandes rocas, con marea menos intensa, protegida del viento: una extraordinaria opción para tomar sol y nadar en el agua cristalina.

Viña es una ciudad con una intensa vida cultural y artística, así como llaman la atención sus numerosos palacios y antiguas mansiones de acaudaladas familias, algunos transformados en elegantes museos. Por caso, el Palacio Presidencial, inaugurado en febrero de 1930, “uno de los más suntuosos y de mejor gusto arquitectónico de Sudamérica”, declarado Monumento Histórico Nacional, residencia de descanso de los presidentes de Chile. Fue construido por el impulso de Graciela Letelier Velasco, esposa del presidente Carlos Ibáñez del Campo, quien solicitó los terrenos pertenecientes al Fuerte Callao: se mantuvieron los cañones que hoy adornan los jardines.

El Castillo Wulff, por su parte, fue mandado a construir en 1906 por el importante hombre de negocios y filántropo de Valparaíso Gustavo Adolfo Wülff Mowle. Es una imponente residencia erigida sobre impresionantes rocas, ubicada entre la desembocadura del estero Marga-Marga y la Caleta Abarca. Desde 1960 funciona allí la oficina de Patrimonio de Municipalidad de Viña del Mar, con un Centro de Exposiciones en el que se exhiben muestras de pintura, fotografía, escultura y de las artes plásticas en general. Uno de los grandes clásicos de Viña es ver las olas romper contra el castillo. 

En tanto el Castillo Ross fue diseñado por el arquitecto Cruz Montt, en 1902, en estilo Tudor, ejecutado en piedra, réplica exacta de una residencia escocesa del siglo XIX; hoy funciona allí el Club Unión.

Pero hay más para recorrer. Por ejemplo, el Casino Municipal (también conocido como Enjoy Viña del Mar) es el edificio más emblemático de la ciudad, inaugurado el 31 de diciembre de 1930. Como también es imperdible la Quinta Vergara: se trata del parque más conocido y visitado, donde se hallaba la casa del fundador de Viña, don José Francisco Vergara. Y sin duda, también, el Palacio Rioja, una imponente mansión construida en 1907 por el empresario español Fernando Rioja Medel. 

Claro que el visitante no debe olvidar que en Viña se pueden conseguir increíbles tejidos y artesanías en greda, cerámica, conchas y piezas artesanales de cuero. Todo de primera calidad.

El Castillo Wulff fue construido en 1906 y está ubicado en la desembocadura del estero Marga-Marga y la Caleta Abarca.

VERDE DESLUMBRANTE 

Otra atracción es dar un paseo por la laguna Sausalito, que corresponde al antiguo embalse “Hacienda La Viña del Mar”, de la familia Vergara. Se accede por la subida Padre Hurtado al gran complejo turístico que ofrece la playa de la laguna, paseos en lancha, esquí acuático, canchas de diversos deportes y un complejo de piscinas, además de una réplica de un barco a vapor del Mississippi, utilizado en el pasado como discoteca flotante y que hace unos años fue transformado en restaurante. Muy cerca de allí se encuentra el estadio del Everton, el club más representativo de Viña del Mar.

Si lo que se busca es belleza y tranquilidad, el Jardín Botánico Nacional es espectacular. Fue creado en 1951, en un predio entre El Salto y el estero Marga Marga, en el límite entre Quilpé y Viña del Mar. Se lo califica como un “lugar de encuentro con la naturaleza”, muy propicio para la conservación de especies y vegetales de los biotopos chilenos, un lugar para la formación de cultura ambiental, en los caminos que llevan a prados verdes y extensos, con pequeñas lagunas que desembocan en el lado sur, cuevas artificiales y puentes venecianos. “Un sitio donde la naturaleza se explaya frente a los ojos de turistas nacionales y extranjeros”, se asegura en Chile.

En la propia ciudad, a los pies del Cerro Castillo, se encuentra el Reloj de Flores, “mezcla de naturaleza y precisión de la mecánica suiza”. Fue creado en 1962: en ocasión del Mundial de Fútbol, llegaron a la Ciudad Jardín miles de turistas, lo que llevó al municipio local a buscar un elemento característico que la representara. Idearon, entonces, un reloj hecho completamente de flores, con un mecanismo traído especialmente de Neuchâtel, Suiza. Con el transcurrir de los años se convirtió en un símbolo con enorme misticismo. En marzo del 2005 se cambió el mecanismo por un sistema computarizado controlado por satélite y se le agregó un campanazo que suena con diferente tono a cada hora. Está a pocas cuadras de Caleta Abarca. 

Y a ocho kilómetros, por la avenida España, bordeando el imponente océano Pacífico, se puede llegar a Valparaíso, el principal puerto del país. Una hermosa contraposición: la portentosa infraestructura urbana y la insuperable villa impecablemente equipada para el turismo. La combinación exacta que lo convierte en un destino muy visitado durante todo el año por los turistas. Con la Cordillera de la Costa que aparece como una tromba por el litoral, emergiendo del verde profundo de la flora y construyendo un paisaje fantástico que se zambulle en el mar para mezclarse perfectamente con el azul del mar y del cielo.

Para redondear un recorrido inolvidable por una de las regiones más disfrutables de Chile. 

Vista aérea de Concón, en Viña del Mar.
CLIMA PARA DISFRUTAR

La hermosa Viña del Mar posee un clima de tipo templado mediterráneo con lluvias invernales y estación seca prolongada, con temperatura moderada, sin nieve y casi sin heladas. Es propio del litoral de la región de Valparaíso. La temperatura alcanza un promedio anual de 14 °C. Durante el verano fluctúan entre los 25 ºC la máxima y 13 ºC la mínima. Las precipitaciones alcanzan un promedio de 400 mm anuales y se concentran en los meses de invierno. Son habituales las cerradas neblinas que penetran hasta la vertiente occidental de la Cordillera de la Costa.