La risa: entre lo terrenal y lo divino

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La risa franca hace nuestras vidas más sanas y placenteras, y nos eleva, en cierto sentido, a un plano superior.

Fotos: Camila Miyazono
Texto: María Inés Balbín

Reza un proverbio japonés que el tiempo que uno pasa riendo es tiempo que transcurre en compañía de los dioses. Algo así sugiere también la antigua tradición gnóstica que afirma que el cosmos fue creado nada menos que por una carcajada divina. En efecto, de acuerdo con un papiro de esa vieja doctrina –un documento griego-egipcio del siglo III d. C.–, el dios del sol rió siete veces, acto con el que engendró a los siete dioses que abarcan el Todo: Brillo, Agua, Mente, Generación, Destino, Oportunidad y Psique (Alma). En ese momento, todas las cosas se pusieron en movimiento y se llenaron de alegría, de aliento divino…

Podemos cuestionar la creencia de que la vida surgiera de la risa, pero es indudable que esta hace nuestra existencia mucho más sana y placentera.

¿Cuántas veces al día reímos? La risa es una respuesta a determinados estímulos del medio. Puede ser una expresión externa de felicidad o una sensación interna de alegría. Reímos ante situaciones divertidas, pero también lo hacemos ante circunstancias estresantes. Es, en definitiva, un mecanismo para el equilibrio emocional, y esto la convierte en una de las medicinas más poderosas de nuestro botiquín personal. Está comprobado que el buen humor, al ser una de las mejores maneras de encarar la vida, tiene el poder de sanar. La risa es beneficiosa para nuestra salud mental y física, eso es lo que se desprende de las investigaciones científicas que afirman que ella genera, en nuestro organismo, hormonas que provocan bienestar y felicidad, reducen el estrés, disminuyen la tensión en el corazón y estimulan el sistema inmunitario. Y como para muestra basta un botón… o una sonrisa: está comprobado que la visita de payasos a niños internados (práctica conocida como “terapia de la risa”) es muy efectiva para reducir sus niveles de ansiedad. Al fin de cuentas, como decía Victor Hugo, “la risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”.

La palabra griega gelos (“risa”) deriva del verbo gelao, que significa tanto “reír” como “brillar”. En ese sentido, los antiguos griegos tenían clarísimo que la risa ilumina la cara y la hace resplandecer de la misma manera que el sol al cielo. Lo que nos lleva nuevamente a pensar que la risa, tal vez, sí nos acerca un poco más a Dios…

Nos transforma en niños otra vez.
Acerca generaciones.
Es el mejor antídoto contra las enfermedades.
CAMILA MIYAZONO

Sus recuerdos la encuentran siempre detrás de cámara, congelando situaciones, eternizando emociones. En Central Saint Martins; Londres, Inglaterra, comenzó su formación profesional que hasta hoy se mantiene mezclando energías y voluntades a partir de la complicidad y la búsqueda. Actualmente trabaja como fotógrafa profesional, realizando campañas de gráfica y moda.