La felicidad vive en los pueblos

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Los habitantes de pueblos pequeños son más felices y están más satisfechos que sus pares de grandes ciudades. Zoom sobre las percepciones argentinas.  

Fotos AFP

Hay una antigua frase que dice: “Lo deslumbraron las luces de la gran ciudad”. Ahora, aquella máxima popular parece haber ingresado en un cono de sombras, ya que una encuesta sobre bienestar y calidad de vida en ciudades argentinas revela que pueblos y ciudades pequeñas ganan valor en la percepción de los argentinos. La foto indica que allí se registran mayores niveles de satisfacción, felicidad, bienestar y participación, a la par que aparecen en el radar migratorio de habitantes de ciudades de mayor tamaño.

Según el trabajo, al ser consultados los habitantes de ciudades de más de 100 mil personas cuán probable sería –si pudieran– que se mudaran a una localidad pequeña, el 27,4 por ciento de los consultados respondió “Seguro me iría” y el 25,6 por ciento “Probablemente me iría”. En cambio, los que se aferran a su lugar en el mundo y dijeron “Seguro no me iría” representan el 22,4 por ciento. 

Dentro de ese universo, los varones están más dispuestos a partir: 33 por ciento versus 22 por ciento de mujeres. Y los jóvenes de 18 a 24 años, más que el resto de los grupos etarios: 34 por ciento. Medido por regiones, el 28 por ciento de los habitantes del AMBA (Región Metropolitana que componen la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires) dijo estar dispuesto a cargar el camión de mudanza. 

A la inversa, es decir, “Si pudiera mudarse a una localidad más grande, ¿cuán probable sería que se mudara?”, apenas el 13,7 por ciento dijo “Seguro que me iría”. Es decir, un porcentaje que equivale a la mitad respecto de los que viven en ciudades con más de 100 mil habitantes. 

También es menor el porcentaje de los que afirmaron “Probablemente me iría”, con un 22,7 por ciento (versus 25,6). En tanto, el 36,8 por ciento señaló “Seguro no me iría” (14 puntos porcentuales por encima de los afincados en urbes).

En este punto, el estudio divide las localidades en menores de 10 mil habitantes, de entre 10 y 35 mil habitantes, y de entre 35 y 100 mil habitantes. En este último grupo se observa un mayor porcentaje de personas dispuestas a migrar: 16 por ciento. A diferencia de los habitantes de las ciudades más grandes, aquí son las mujeres las más dispuestas a partir: 16 contra 12 por ciento de los varones.

Luego, la encuesta consulta: “Si tuviera la posibilidad de irse del país, ¿cuán probable sería que se fuera?”. El 21,6 por ciento contestó “Seguro me iría”. Y del otro lado, un 40,1 por ciento señaló “Seguro no me iría”.

Dentro de ese universo, un cuarto de los residentes en ciudades de más de 100 mil habitantes respondió “Seguro me iría” y un 36 por ciento que no lo haría. Los dispuestos a armar las valijas son apenas el 15 por ciento en las localidades de menos de 10 mil habitantes, y los que no se van por nada del mundo, un 55 por ciento. En tanto, el 18 por ciento de los que habitan ciudades de entre 10 y 100 mil habitantes afirmó “Seguro me iría”. Es decir que a más grande, más disposición a emigrar al exterior.

Cabe señalar que el trabajo fue realizado entre el 26 y el 29 de junio de 2020, con 1525 casos, en localidades de todo el país. La técnica de recolección se efectuó “en línea a través de la tecnología CAWI” y el margen de error es de + / – 2,5 por ciento.

Mario Riorda es director de la Maestría en Comunicación Política de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral y asesor de Fundación Colsecor, autora del trabajo. Explica sobre este fenómeno que “los beneficios de los pueblos estaban desde antes. Lo que no había antes era una crisis como la que estamos transitando”.

“Generalmente, los procesos de cambio tienen aceleraciones a través de hechos muy particulares, que van gestando, acelerando o ralentizando las tendencias. En este caso –señala el politólogo–, me da la sensación de que hay un efecto de aceleración muy potente, producto de la pandemia de COVID-19 que se agrega a una sensación de malestar respecto al gran urbanismo”. 

Plantea, además, que “tampoco significa que haya una reversión en lo inmediato, sino que las tendencias migratorias, generalmente, por lo menos de esta naturaleza, no obligadas por alguna situación de catástrofe o por alguna situación bélica o sociopolítica particular, como puede ser la de Venezuela, se gestan en el mediano y el largo plazo. Habrá que ver si este estado en potencia genera un quiebre real y esta visualización actual, potencial, se transforma en una migración que revierta la tendencia migratoria histórica y de gran concentración de las grandes urbes, en particular del área metropolitana en la Argentina”.

“Estas sensaciones de incomodidad con las grandes urbanizaciones ya se manifestaban fuertemente, pero me parece que esta crisis, para muchos aspectos, es un antes y un después, particularmente para la toma de decisiones de este tipo de cuestiones. Me parece que la mayoría está acelerando este proceso producto de este contexto inesperado”, agrega. 

El especialista puntualiza que “la respuesta a la crisis, que es pura incertidumbre, casi siempre se produce o debería producirse a través de la búsqueda de certidumbre, y en este aspecto, lo local provee algún nivel parcial, distinto, pero no deja de ser un nivel de certidumbre”.

El Chaltén es una pequeña villa turística en la que viven de manera permanente 1600 personas; está en pleno Parque Nacional Los Glaciares.

EL INTERIOR

El nivel de satisfacción de los que desarrollan su existencia en pequeños pueblos y ciudades es mayor que el de aquellos que lo hacen en las urbes más grandes. En general, el 52 por ciento de los argentinos está satisfecho con la calidad de vida que tiene en los pueblos y ciudades donde vive. Mientras que un 27,3 por ciento señala que está algo satisfecho. Del otro costado, los insatisfechos son solo el 7,2 por ciento. 

Sin embargo, al desagregar por tamaño, es en las pequeñas localidades donde hay mayor satisfacción por la calidad de vida con la que viven: 70 por ciento de los que viven en pueblos de menos de 10 mil habitantes; y 59 por ciento en ciudades de entre 10 y 35 mil habitantes; contra 47 por ciento de los que tienen domicilio en ciudades de más de 35 mil personas. 

Las mujeres, en tanto, están más satisfechas que los varones (57 a 47 por ciento) y los de la región centro más que el resto, con 62 por ciento.

“A más satisfacción, también corresponde poner en evidencia la contracara: menos preocupación y menos soledad”.
Mario Riorda

En casi todos los ítems consultados, las cifras revelan una mayor satisfacción en las poblaciones menores. Las excepciones se producen con la oferta educativa superior, la atención de salud, la recreación y la oferta comercial. Es decir, en tópicos lógicos respecto del desarrollo y la propuesta de las ciudades más importantes.

Por el ejemplo, el 60,1 por ciento de los argentinos siente que puede disfrutar de su familia, pero este punto tiene 75 por ciento de satisfacción en los pueblos menores a 10 mil habitantes, contra 54 por ciento en las ciudades de más de 100 mil. 

Algo similar sucede con el disfrute de los amigos. En este tema, el porcentaje de satisfacción general es de 44,2 por ciento, mientras que en los pueblos (-10 mil) sube hasta 55 por ciento y en las localidades de entre 10 y 35 mil personas, se ubica en 54 por ciento. Son los jóvenes y los adultos mayores los que más jugo le sacan: el 46 por ciento de los que tienen entre 16 y 24 años está satisfecho, lo mismo que el 49 por ciento de los mayores de 60.

Cuando se aborda la satisfacción con la diversidad de instituciones educativas, el 46,1 por ciento de los consultados se encuentra satisfecho, pero ese valor se eleva en los pueblos de menos de 10 mil a 53 por ciento. Mientras que, en el otro extremo, en las ciudades de más de 100 mil, la cifra de satisfechos es de 46 puntos porcentuales (pp.).

Baja a 42,1 pp. la satisfacción general con la calidad de la educación obligatoria, pero otra vez, los más satisfechos son los de localidades pequeñas con 48 por ciento, mientras que los más descontentos son los que viven en ciudades de más de 100 mil, con 40 por ciento. Observado por grupos de edad, los que más aprecian a estas instituciones son los que tienen entre 16 y 24 años con un 49 por ciento. Y la región con mejor opinión es la central, con 50 por ciento. En el AMBA, apenas el 38 por ciento se manifiesta “satisfecho”.

Las carreras de educación superior existentes en todas las poblaciones poseen un nivel de satisfacción de 39,6 por ciento. Es decir, de solo 4 de cada 10 habitantes. Por encima de ese guarismo, solo se expresan los habitantes de las ciudades de más de 100 mil, con un 44 por ciento de “satisfacción”. El resto de las localidades se ubican por debajo de la media general. En este punto, son las mujeres (43 pp.) las más satisfechas.

Donde hubo menor satisfacción fue en los ingresos laborales que se pueden obtener en los lugares donde viven los consultados. Solo el 16,3 por ciento se manifestó “satisfecho”. Nuevamente, en las pequeñas localidades hubo mayor satisfacción con 27 por ciento respecto al 13 por ciento de las ciudades de más de 100 mil.

Con la oferta laboral sucede algo similar: el 34 por ciento de los que viven en localidades de menos de 10 mil está satisfecho, frente a apenas un 16 por ciento de las ciudades de más de 100 mil.

Respecto de los servicios de salud se da una curiosa situación: revelan igual satisfacción en las ciudades de más de 100 mil y de menos de 10 mil: 38 por ciento. En tanto, las que tienen entre 35 y 100 mil habitantes reúnen un 33 por ciento de satisfechos. Los más conformes son los mayores de 60, con una cifra elevada: 44 por ciento. Por regiones, otra vez lidera el centro, con 41 por ciento, 7 pp. más que el AMBA.

“Los beneficios de los pueblos estaban desde antes. Lo que no había antes era una crisis como la que estamos transitando”.
Mario Riorda

La diversidad de especialidades médicas (40 por ciento), la oferta recreativa de bares y restaurantes (43 por ciento), la oferta cultural de cines, espectáculos y conciertos (36 por ciento), y la comercial (46 por ciento) son las áreas temáticas en donde la satisfacción viaja a las ciudades de más de 100 mil. Solo en la oferta comercial se produce un empate virtual, ya que los pueblos de menos de 10 mil manifiestan –al igual que los de más de 100 mil– un 45 por ciento de satisfacción con ella. 

Como señala Riorda en el diario Perfil: “Sí, hay diferencias: mientras más chica es la localidad, mejor se vive. A lo largo de todo el estudio siempre es más grande la cantidad de gente de las localidades menores que supera en percepciones positivas –en casi todos los ítems– a las personas que residen en localidades más grandes. Cuando hablamos de más lo hacemos sobre el bienestar emocional, sobre la calidad de vida en general o sobre la satisfacción en general, con uno mismo, con la cercanía de sus seres queridos, con los servicios. Por lo tanto, a más satisfacción también se corresponde poner en evidencia la contracara: menos preocupación y menos soledad”. 

San Antonio de Areco es un pueblo de llanura distante 113 kilómetros de la CABA y que cuenta con 23 mil habitantes.
CON VENTAJA

• El 40 por ciento de los habitantes de los pueblos chicos se siente satisfecho con la seguridad frente al 18 por ciento de los que viven en localidades con más de 35 mil habitantes. En el segundo lugar se encuentran las ciudades de entre 10 y 35 mil habitantes, con 27 puntos porcentuales. 

• El 38 por ciento de los que viven en pequeñas poblaciones se siente satisfecho con la importancia que los vecinos le dan a la cuestión ambiental. La contracara son las ciudades de más de 35 mil: solo el 25 por ciento (13 pp. de diferencia) cree que los vecinos le dan una respuesta adecuada a este tema.

  • El 47 por ciento de las personas con domicilio en localidades de menos de 10 mil se consideran satisfechas con el funcionamiento de las compras on-line. Se ubican por encima de sus pares de las ciudades de más de 100 mil, que son el 41 por ciento. Otro dato llamativo es que el grupo de más de 60 años es el que alcanza más niveles de satisfacción, con 54 por ciento, 14 pp. más que el segmento 16-24 años. La región centro es la que tiene el número más elevado de satisfechos: 47 versus 40 por ciento del AMBA.
Los argentinos sienten que pueden disfrutar más de la familia y los amigos en los pueblos.
PARTICIPATIVOS

Natalia Calcagno, socióloga y asesora de la Fundación Colsecor, señala en el diario Perfil que “se participa más en las localidades de menos de 35 mil habitantes. Se asiste más a la iglesia o templo, al club deportivo, al centro cultural, a la asociación de padres o al centro vecinal. Se participa más en agrupaciones políticas, cooperativas y asociaciones agropecuarias. En casi todos los tipos de instituciones se verifica esta tendencia. Los pueblos invitan a participar. Se trata probablemente de una escala que facilita a sus habitantes ser parte del tejido social. Una suerte de red comunitaria, con un entramado social más denso”.

Detalla: “En una suerte de ranking de organizaciones más convocantes, encontramos, en primer lugar, la participación en las instituciones deportivas: tres de cada diez dijeron haberlo hecho durante el último año. Luego, están las asociaciones escolares o de padres. En tercer puesto, aparecen las organizaciones religiosas, seguidas de cerca por las asociaciones de vecinos, las artísticas o culturales, y las ONG”.