La importancia de la recreación

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En un mundo regido por el reloj y las obligaciones, disponer de momentos y espacios recreativos es imperativo para combatir el estrés y mejorar la calidad de vida.

Para la mayoría de las personas, la vida gira alrededor de rutinas bastante concretas que cumplen regularmente: hacer las labores de la casa, salir a trabajar o estudiar, lidiar con los problemas, comer y dormir son acciones que van repitiendo a diario, por cuanto no es raro que en algún momento el estrés se haga presente, las defensas bajen y aparezca una que otra enfermedad.
“Estamos atravesados por roles laborales, familiares y controles sociales de distinto tipo, y los espacios de tiempo libre ocupados recreativamente son los que nos permiten relajarnos, distendernos y expresarnos más auténticamente, lo que siempre es deseable en términos de salud”, opina Julia Gerlero, doctora en Ocio y Desarrollo Humano, e investigadora y docente de la Universidad Nacional del Comahue, a la vez que aporta que “para algunos autores, en nuestras sociedades complejas la recreación es el único espacio que nos permite manifestar nuestras emociones abiertamente en público”.
Todos los seres humanos necesitan –y merecen– aflojarse, disponer de momentos para hacer algo que les guste y les calme la mente sin la exigencia de obtener un beneficio más allá del disfrute y la diversión. Y esto, que parece una nimiedad, no es tan fácil de llevar a cabo en tiempos en los que se le da más importancia a la productividad que al placer y el ocio. Gustavo Pechio, director del área de Deportes de la Municipalidad de Arroyito, Córdoba, coincide en eso: “Muchas personas se acercan para manifestarnos que su interés es realizar actividades sin la presión de los resultados”. Atenta a eso, la comuna elaboró un plan estratégico “del que participaron muchos actores: cooperativas,
empresas, organizaciones sin fines de lucro y ciudadanos en general, en el que figura como elemento necesario disponer de lugares de encuentro para el esparcimiento y la recreación”.

“Los espacios de tiempo libre nos permiten relajarnos, distendernos y expresarnos más auténticamente”

Julia Gerlero

Poder practicar actividades que contribuyan a la salud mental de la población y le permitan desarrollarse también física y emocionalmente es un acto tan importante que forma parte de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su artículo 24 sentencia que “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. Entonces, ¿por qué no se le da el valor que en realidad tiene? La investigadora afirma: “Los paradigmas del mundo moderno están orientados al mundo productivo y profesional; se sacraliza el trabajo –que obviamente es fundamental para la sobrevivencia de los ciudadanos– en función de otorgar un desvalor al ocio: El ocio es la madre de todos los vicios, dice el refrán. Creo que fundamentalmente estamos atravesados por esta noción de que lo que no es productivo no vale, y no se reconoce que el ocio es productivo para la salud, otorga beneficios en la vida cotidiana, en el bienestar social y en el conocimiento de la comunidad, y crea lazos de mejor convivencia”.

La actividad ideal
La recreación se distingue por ser universal, es decir que afecta positivamente a todos más allá de la edad, el género o la condición social y se caracteriza por reunir tres factores:
1.- La sociabilidad es el componente fundamental: “Es el elemento rector y se constituye a su vez como beneficio; el estar con otros, la interacción gratuita con ellos, el resolver situaciones o divertirse con otras personas; es como el eje de la práctica recreativa”, acota Gerlero.
Fernando López Torres, director de Deportes de la Municipalidad de Goya, Corrientes, sostiene que el impacto del esparcimiento “es clave” para la salud mental de la población, a la vez que precisa que, si bien “es importante mantenerse bien físicamente y eso lleva a un bienestar psicológico, las actividades recreativas implican relacionarse con otras personas que concurren porque se sienten bien, contenidas y parte del lugar, por lo que cumplen una función social”. Por tal motivo, en esa localidad funcionan diferentes programas destinados a familias, niños y adultos con el fin de llevar esparcimiento, particularmente a los barrios de la periferia en los que la gente, por una cuestión económica, no tiene acceso a disfrutar de pasatiempos, juegos o deportes.
2.- La imaginación –el hecho de dejar volar la creatividad y la fantasía–.
3.- Y la movilidad corporal, que es la última característica que compone esta tríada y que junto con la imaginación deben imperar, más allá del grupo al que estén dirigidas.
La especialista añade: “Las actividades fundamentales para la salud del individuo son aquellas en las que este tiene un mayor protagonismo, porque la sociabilidad, la imaginación y el movimiento están más presentes en aquellas prácticas que son menos pasivas; pero –aclara– también hay que analizar esto un poco a fondo, porque a veces uno escucha que leer es pasivo y por esto se ha desarrollado mucho la recreación a partir del profesor de Educación Física.
Pareciera que solo cuenta lo pasivo o activo en términos del cuerpo, y leer requiere un ejercicio de la imaginación, un movimiento cognitivo importante; entonces no puede ser considerada como una actividad pasiva. Hay que mirar cada práctica en función de aquello que promueve”.
A esta altura no caben dudas de que la recreación contribuye a satisfacer necesidades básicas tales como llevar a cabo actividades al aire libre, jugar, aprender y participar de aficiones y expresiones artísticas, hacer deportes, por lo que promueven el desarrollo de cada ser humano y dejan huella en la comunidad en la que reside, ya que individuos satisfechos de vivir y con sentido de pertenencia enriquecen la integración social.
Todos los municipios consultados llevan adelante programas recreativos. En el caso del de San Fernando, en Buenos Aires, la propuesta, amén de lo deportivo, incluye más de cien talleres culturales gratuitos destinados a vecinos de cinco años en adelante. Mariano Madero, responsable del área, asegura que “los talleres impactan en el núcleo familiar, porque sus integrantes crecen a nivel personal, y además la oferta es tan amplia que mucha gente termina encontrando lo que realmente quería hacer”. La finalidad de esta movida es, indica, “intentar mejorar la calidad de vida de la gente”, que concurre por distintos motivos: “Algunos por una salida laboral, otros porque pueden desarrollar la actividad que les gusta y otros porque están solos o se han jubilado y encuentran en los centros culturales un lugar donde socializar”.

“Después de cada actividad, vuelvo a casa renovada por haber hecho algo para mí, y también por saber que puedo aprender algo diferente”.

Noemí Rodríguez

Noemí Rodríguez asiste a dos de estos talleres (tejido en telar y flores de tela) y toma clases de zumba, además de participar de las “bicicleteadas” familiares que también organiza la municipalidad: “Para mí es una gran satisfacción y una gratificación poder hacer esas cosas –afirma–, porque cuando voy por ejemplo a zumba tengo un momento para bailar en el que me divierto y me olvido de los problemas, y por otro lado, en los talleres me relaciono con un montón de gente que quizá está en las mismas condiciones que yo; van amas de casa y personas que se encuentran muy solas y tienen un momento para compartir gustos, charlas. Después de cada actividad, vuelvo a casa renovada por haber hecho algo para mí, y también por saber que puedo aprender algo diferente”.

Sugerencia recreativa

Al iniciarse en una actividad, en términos saludables lo aconsejable es crearse el hábito de realizarla, se trate de caminatas, salidas grupales en bicicleta, clases, talleres, etc. “Una recreación espontánea u ocasional no colabora demasiado –explica Julia Gerlero–; por eso es importante educar también para la recreación. Por lo general, los adultos que estamos incorporados a la vida económicamente activa tenemos bastante restringidas nuestras prácticas recreativas sistemáticas, y lo bueno en términos de salud es tener semanalmente una afición por algo: cantar en un coro, hacer teatro o algún deporte; mientras se mantenga en el tiempo, esto posibilitará que los beneficios de la actividad se puedan incorporar a la vida cotidiana”.