Ladrillos para construir sustentabilidad

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EcoInclusión construye con ladrillos ecológicos en zonas vulnerables.

Los ladrillos ecológicos que contienen residuos plásticos le evitan este desecho al ambiente y a la vez traen otras ventajas para la construcción social.

Foto: Fundación EcoInclusión

Dicen que es una buena idea invertir en ladrillos. En este caso, además de conseguir un capital durable, se está apostando al cuidado del planeta y, en algunas circunstancias, brindando una solución a la problemática habitacional de diferentes provincias. Estamos hablando de ladrillos ecológicos, hechos de descartes de otros materiales, más livianos, que generan un aislamiento mayor que los ladrillos tradicionales y, por lo tanto, son beneficiosos para el ambiente.
En la ciudad de Alta Gracia, provincia de Córdoba, la fundación EcoInclusión –creada en 2014 por un grupo de jóvenes preocupados por la cantidad de desechos plásticos en basurales– se plantea mejorar las condiciones de los sectores más vulnerables de la sociedad, eliminando la contaminación de estos residuos y transformándolos en soluciones constructivas.

“La gente se da cuenta de que los materiales ya no son basura, sino que pueden ser materia prima para otras cosas”.
Fabián Saieg

“Nos interesó porque cerraba el círculo de sacar un desecho y dar una solución”, explica a Convivimos Fabián Saieg, uno de los fundadores y actual presidente de EcoInclusión.
En la Argentina se desechan unas 200.000 toneladas por año de envases PET (un tipo de plástico), según un informe de la Universidad de Palermo. Aunque son reciclables, solo se recupera un 30 por ciento para fabricar textiles, escobas o nuevos envases. De acuerdo con el informe, su recolección y disposición es informal, y no hay una ley que obligue a las empresas que comercializan sus productos en estos envases a hacerse cargo de ellos una vez usados; es decir, no se toma en cuenta la responsabilidad extendida del productor.
Además de reducir el volumen de plásticos en los rellenos, el uso de PET para hacer ladrillos ecológicos trae como beneficio una buena aislación térmica, acústica y antihumedad, además de su baja posibilidad de combustión y bajo costo. En su producción no consume suelo fértil y no necesita cocción en grandes hornos a cielo abierto, por lo que elimina la contaminación atmosférica y no genera tala de árboles para obtener la leña necesaria para el funcionamiento del horno. En cada ladrillo puede haber veinte botellas plásticas recicladas.

ACTORES DEL CAMBIO
EcoInclusión trabaja con tres tipos de ladrillos, uno de los cuales se hace con un procedimiento desarrollado por el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE), un instituto de investigación que depende del Conicet y de la Asociación de Vivienda Económica (AVE) de Córdoba.
“Fuimos empezando, por un lado, la producción, y, por otro, la recolección de plásticos. La primera acción fue en Alta Gracia. Hablamos con el municipio y colocamos puntos de recolección en distintos lugares de la ciudad. Fue impresionante: la gente se copó y empezaron a llegar los plásticos. La primera obra que hicimos fue en un club de fútbol que no contaba con vestidores y tenía un comedor. Lo armamos en conjunto con la gente de ahí y lo dejamos para el barrio. Estaban muy contentos”, relata Saieg.
Como el proyecto funcionó, la red se extendió a Malagueño, Los Aromos y Despeñaderos. Y después la organización fue convocada por la ciudad de Córdoba, donde ya está llevando a cabo la segunda obra en un asentamiento precario para armar un espacio donde los chicos puedan tener apoyo escolar y hacer talleres de oficio.
“La gente se da cuenta de que los materiales ya no son basura, sino que pueden ser materia prima para otras cosas y que eso también puede transformar el barrio. Nosotros generamos herramientas para que las propias personas recolecten y construyan. De esa manera, ellas son realmente las protagonistas del cambio”, concluye Saieg. La fundación está trabajando ahora en el barrio Nueva Esperanza y planea expandirse a distintas provincias para capacitar grupos de cooperativas y organizaciones que deseen replicar el proyecto.

HECHO EN CASA
El concepto de ladrillos ecológicos no es nuevo. Actualmente, los hacen organizaciones en varios puntos del país, como la cooperativa Futuro Limitada en Misiones o la cooperativa Rodríguez Sustentable en General Rodríguez, y hay iniciativas oficiales como la del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia de Buenos Aires que comenzó a incentivar su uso en distintas localidades.
En el mundo, este invento ya es conocido. Uno de los pioneros en esta técnica es el arquitecto alemán Andreas Froese, quien empezó a usar botellas llenas de arena en Honduras en el año 2000 para construir casas, escuelas, salones, tanques de agua y otros.
Hay varios tipos de ecoladrillos. Los que usa EcoInclusión, por ejemplo, tienen las mismas características que un ladrillo de barro y se elaboran con una mezcla de partículas de plástico PET ligadas con cemento y aditivos que se moldea con una máquina especial. Pero hay maneras más “caseras” de realizarlos, al alcance de todos. Según dondereciclo.org.ar, se pueden hacer de la siguiente manera:
1. Conseguir una botella de menos de tres litros.
2. Sacar la etiqueta, lavar la botella y secarla. Guardar la tapa.
3. Llenarla con basura doméstica no orgánica ni peligrosa (como pilas): envases plásticos, de aluminio, etcétera, todo limpio y seco. Los envases de plástico duro se pueden triturar o cortar bien chiquitos para que entren mejor.
4. Comprimir la basura con el mango de un martillo de madera o con cuchara de palo evitando dejar espacios con aire. Cuanto más compacto es el relleno, más funcional resulta, porque mejora su capacidad técnica.
5. Cerrar la botella con la tapa evitando que entre aire.
En el caso de la técnica de Froese, las botellas se apilan y sujetan entre sí, completando los espacios con tierra, arena, escombros, cal o cemento. Otra opción es colocarlas en un rectángulo de madera que funcione como molde y rellenar los huecos con cemento. Una vez que se seque, se desarma el molde y se usa para construir lo que uno quiera: paredes, muebles u otras estructuras de exterior.

DE LA INDIA A LOS EE.UU.

El ingeniero Henry Liu inventó en 1999 ladrillos de cenizas de carbón para reciclar los desechos de las centrales térmicas aprovechando las altas temperaturas para su elaboración. El Instituto Tecnológico de Massachusetts ideó un ladrillo negro logrado con los residuos de la industria del papel en la India. Existen también los de cáñamo y paja en España, y los de cáscara de maní en México. Estas son solo algunas de las propuestas ecológicas que surgieron como alternativa al ladrillo tradicional.