El antes y el después de los hijos

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Ya nada vuelve a ser igual luego de la maternidad y la paternidad, y la pareja no se queda afuera de esta
afirmación. ¿Cómo reinventarse desde roles y lugares nuevos?

Por Carola Sixto

Basta con preguntar a los padres que tienen varios hijos para confirmarlo: el impacto del primer hijo es muy diferente al de la llegada del segundo o el tercero. Ni hablar si lo comparamos con otros tiempos y nos
trasladamos a la época de nuestras abuelas o bisabuelas, cuando la mujer se quedaba en su casa a criar a sus hijos mientras el hombre salía a trabajar. “Hoy en día cuesta más, porque hay mucho más individualismo. A las voluntades de los padres se suma la del hijo, y entre ellas no hay mucha negociación posible. Cuesta más incluso en personas rígidas y acostumbradas a tener muchas actividades. Con una pareja uno puede negociar, es posible conversar, consensuar, pero con un hijo se empiezan a ceder los
espacios individuales”, señala la psicóloga Beatriz Goldberg.
Y da este ejemplo: una mujer puede negociar con su pareja que cada jueves a las ocho se irá a tomar clases de baile. Pero con la llegada del hijo, es probable que por un tiempo deba ceder este espacio individual. “En especial los primeros meses: no solo no podrá ir a la clase de danza que tanto le gusta, sino que deberá aprender a bailar el ritmo de su hijo”, sostiene. Estas decisiones pueden generar frustraciones en la madre o el padre, quienes empiezan a sentir que ya no tienen vida propia y que todo el tiempo deben estar disponibles para cuidar, alimentar a su hijo y ocuparse de él. Así surgen los reclamos: “Soy la única que se levanta a la noche”, “Vos podés salir con tus amigos y yo tuve que abandonar lo que tanto me gustaba”.
Para Goldberg, una de las claves es hacer contratos de pareja. “La idea es que cada uno pueda plantear lo que está dispuesto a hacer; luego de un tiempo, deberán replantearse lo acordado y, si es necesario, pactar nuevamente. Por ejemplo, si la mujer durante el embarazo pensaba que no quería trabajar durante el primer año, puede ocurrir que después se dé cuenta de que se siente asfixiada y desee volver a hablar, entonces entre los dos tendrán que llegar a otro acuerdo”, ilustra.

”El deseo de un hijo no puede ocupar todo el lugar del deseo de los padres”.
Pablo Muñoz

Hay algunas parejas que luego del nacimiento de su hijo logran mantener el vínculo que las unía anteriormente. Según el licenciado Pablo D. Muñoz, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de Córdoba, no conviene hacer generalizaciones, ya que se pueden extraer conclusiones equivocadas. “El momento de la vida de cada uno de los padres, así como el vínculo existente entre ellos cuando les llega cada uno de los hijos, es único e irrepetible; por lo tanto, les tiene reservado un lugar diferente e impredecible”, explica.

EN EL NOMBRE DEL HIJO
Más allá de las diferencias que caracterizan a cada pareja, hay familias en las que pareciera que el hijo llegó para unir a los padres, mientras que en otras su llegada puede ser el principio del fin.
“El hijo puede funcionar como ‘terceridad’ que anuda a los dos miembros de la pareja parental; es la razón y el motivo que los sostiene, y muchas veces su llegada responde a la expectativa, ya sea de uno de los padres o de ambos, de que será el garante de esa unión. Es un lugar pesado muchas veces para el hijo, de una enorme responsabilidad, paradójicamente, pues habrá de responder a algo que no ha elegido”, especifica el licenciado Muñoz.
Pero también están las parejas que cuestionan su amor después del hijo y creen que nunca más volverán a ser lo que fueron. “Los padres, sin duda, se fortalecen como pareja en el deseo compartido de un hijo, pero eso no puede ocupar todo el lugar del deseo de los padres. Para que la pareja subsista, luego de convertirse en padres es necesario que el lugar del deseo no esté cubierto plenamente por el hijo. Algo debe quedar para que puedan sostenerse en el amor como pareja y no solamente en su función de padres”, continúa
Muñoz.
Según el psicoanalista, es frecuente que se utilice la falta de tiempo como excusa. “Los miembros de la pareja lo saben, pero más allá de ello hay que poder interrogarse respecto a esa tendencia a que el hijo sea la única y efectiva causa de deseo. A veces, tras las excusas, se esconden preguntas incómodas”, señala.
Y una de las preguntas que más incomodan, según el psicólogo, es: “¿Tengo ganas de pasar más tiempo a solas con mi pareja?”.
No hace falta salir de noche si es que todavía el bebé duerme poco; quizá sea cuestión de usar la creatividad para crear un espacio a la mañana, en donde ninguno mire el celular. “Muchas veces escuchamos a los padres que enumeran lo que perdieron al tener un hijo, pero pararse en el lugar de lo que ganan puede ayudar mucho a la pareja a mirar la paternidad desde otro lugar. Uno puede ganar en la construcción de un vínculo, en conocer facetas de la pareja que antes eran desconocidas, en volverse más cariñoso”, ejemplifica la licenciada Beatriz Goldberg.
De la lista de lo que uno pierde, muchos ítems podrán negociarse. Por ejemplo, si uno de los dos tenía una actividad deportiva o artística semanal, conversar para que la pueda seguir haciendo, tal vez buscando ayuda de algún familiar o simplemente organizándose mejor.
La vida jamás va a volver a ser la misma que antes. De hecho, nosotros no volveremos a ser los mismos. La paternidad nos muestra un nuevo mundo. Nuestro desafío es transitarlo de a dos .

CONSEJOS PARA LA PAREJA

1. Agendar una cita para salir solos y pedirle a la persona que se quede cuidando al niño que solo llame en caso de emergencia.
2. Aprovechar la hora de la siesta o la mañana, si el hijo ya va al jardín o a la escuela, para un encuentro. Si a la noche llegan muy cansados, la mañana o la tarde son una excelente opción para algunas parejas.
3. Hacerse cargo del bebé una noche o una tarde para que el otro pueda tener un tiempo libre para encontrarse con sus amigos o hacer alguna actividad que le guste.
4. Aunque cada uno esté con mucho trabajo, no irse a dormir sin haber conversado aunque sea 15 minutos de cómo fue el día. Esto evitará que surjan los distanciamientos.
5. Si hay algo que hace nuestra pareja y no nos gusta, encontrar el momento para hablar del tema en lugar de criticar.