Elegir nuestro perro ideal

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Cuando decidimos llevar un perrito a casa, una de las dudas más habituales es determinar cuál es el adecuado para nosotros. Consejos que nos ayudarán a simplificar la búsqueda.

Sumar un integrante de cuatro patas a la familia no es una empresa tan sencilla como parece; no hay dos perros iguales, y aun los nacidos en una misma camada de seguro presentarán caracteres completamente distintos.
Considerar qué tipo de animal se adaptaría mejor a nuestro hogar, tiempo y forma de vida es fundamental, y si bien es cierto que no siempre es posible elegir, tener en cuenta estas y otras variables nos evitará disgustos a futuro.


¿DE RAZA O MESTIZO?

Cada una de estas opciones tiene sus pros y sus contras.
Existen más de 200 razas caninas aprobadas –y a ellas debemos agregarles las cruzas– como para satisfacer cualquier gusto y exigencia, y a pesar de que todos los cachorros son adorables y desearíamos llevarnos todos a casa, a la hora de escoger debemos tener muy en claro cuál se amoldaría a nuestras necesidades, antes que priorizar el “amor a primera vista”.
Algunas razas, por ejemplo, son ideales como animales de compañía, otras para rescate, otras para ayudar a la rehabilitación de personas con discapacidad. Si tenemos niños pequeños, hay razas de perros “niñeros”; también podemos encontrar al camarada perfecto si nos gusta salir a correr; y si no queremos ver pelos de perro por todos lados, podemos inclinarnos por ejemplares de pelo corto.
El lugar en donde vivimos no es un tema menor, y asuntos como el tamaño y el temperamento de nuestro próximo familiar hocicudo no deben ser minimizados: seguramente un perro grande y enérgico no la va a pasar bien en un departamento chico, sobre todo si estamos algunas horas fuera de casa.

¿CACHORROS O ADULTOS?
Para los que nunca tuvieron un perro antes, lo conveniente es que adopten un cachorro –que no haya sido destetado antes de las ocho semanas de nacido– para educarlo de acuerdo con las normas y costumbres de la familia.
En el caso de que sea adulto, averiguar si tiene problemas de socialización y si se adapta a ambientes nuevos. Si ha sufrido maltratos, es probable que sea desconfiado y presente trastornos de conducta, razón por la cual necesitará atravesar un proceso de resocialización –y nosotros precisaremos la ayuda de un experto si no tenemos experiencia–.
Una vez resuelto ese punto, lo siguiente será investigar adónde nos conviene ir a buscarlo, y aquí también tenemos diferentes alternativas:
Criadero: Inclinémonos por aquellos que ostenten una buena reputación y referencias de veterinarios y antiguos clientes, y que no duden en mostrarnos sus instalaciones.
Averigüemos si a los cachorros les proporcionan contacto humano desde las primeras semanas de vida –lo que les dará una mayor estabilidad emocional que aquellos que no lo tuvieron– y si son de raza pura (con pedigrí) o de cruce. El pedigrí provee un cierto nivel de predictibilidad respecto del tamaño, la apariencia y el carácter, como así también de las enfermedades y dolencias que podría llegar a padecer nuestro compañerito. En ese sentido, los mestizos, al provenir de un abanico genético mucho más amplio, suelen resultar más saludables.
Tienda de mascotas: Esta opción no es tan recomendable, ya que por lo general separan a los cachorros de sus madres antes de tiempo –lo que a algunos les puede afectar su sistema inmunológico o a futuro generarles problemas de comportamiento–, pueden sufrir los efectos del traslado o quedar expuestos al contagio de enfermedades por parte de sus ocasionales compañeros.
Refugios: Son aconsejables siempre que estén a cargo de personal idóneo o de rescatistas, ya que conocen a cada uno de los bichitos que acogen y nos darán una buena mano en la tarea de encontrar un amigo con el que compartiremos buena parte de nuestras vidas.