Volver a elegir

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La escuela que elegimos para nuestros chicos cuando ingresaron al jardín a veces deja de ser la más adecuada para completar su trayecto educativo. Cambiar puede ser una opción. Claves para que el proceso sea positivo.

Por: Valeria García Testa

 

Este año, Vito, de 8, y Felipe, de 6, arrancaron tercer y primer grado en un nuevo colegio público del barrio de Almagro de la ciudad de Buenos Aires. Hacía meses que sus padres evaluaban si era conveniente buscar otra institución y concluyeron que debían aprovechar que en 2018 el menor empezaba su etapa de escuela primaria. Mónica, mamá de los chicos y abogada, explica:“Veníamos notando que nuestro hijo mayor no aprendía del modo que pretendíamos, el nivel académico no nos conformaba y no estábamos dispuestos a que siguiera pasando el tiempo. Formaba parte de un grado de 30 chicos, y creíamos que él necesitaba una educación más personalizada. El nuevo colegio está a dos cuadras de casa y en el aula son apenas 16 alumnos”.

¿Cuánto puede afectarles a nuestros hijos cambiar el escenario escolar? Lorena Vaccher, magíster en Educación y directora ejecutiva de Consultora Educativa Eureka, apunta que hoy los niños son más flexibles. “Lo más importante es que los padres acompañen, potenciando y valorando el cambio como algo positivo. Si los adultos lo viven con naturalidad, el proceso será más amigable”, dice. Hay algo que puede ser obvio pero que es muy importante tener en cuenta: cuando elegimos, podemos equivocarnos. Por eso, lejos de ser un problema, darnos cuenta de que la escuela no es la indicada significa que estamos atentos, registramos lo que sucede y tomamos nuevas decisiones repensando el anterior esquema.

“Un chico sobreexigido pierde autoestima porque siente que lo que hace no alcanza”. Alejandra Scialabba

Si bien esto modifica el mundo de los chicos, depende de la plena decisión de los adultos. “La opinión de los niños es valiosa y es importante escucharlos, pero sin perder de vista que son sus padres quienes tomarán la decisión final, contemplando el contexto y la realidad de la comunidad educativa”, aclara Vaccher. La licenciada en Ciencias de la Educación Alejandra Scialabba, al frente de Diéresis Consultoría en Educación, hace hincapié en que para volver a elegir, es fundamental analizar la motivación por la que se tomó la decisión del traspaso. “Es clave saber qué diagnóstico hicimos del anterior colegio”, explica. Eso permitirá rediseñar un esquema de prioridades en función de capitalizar la experiencia anterior: algunos tendrán que prestar más atención al nivel académico, otros, a la cantidad de horas que el niño pase en la escuela o al nivel de idioma, o pondrán el énfasis en lo vincular, por ejemplo. “No hay una institución perfecta, pero sí hay una escuela para cada chico. Solo es cuestión de conocer, escuchar y establecer con antelación las prioridades en este proceso de aprendizaje”, dice Vaccher.

VÍNCULOS

Marisa J., una comerciante de San Justo, tomó real dimensión de lo mal que lo estaba pasando en la escuela su hija Victoria cuando, la última noche de las vacaciones de invierno del año pasado, la nena de 9 años no pudo contener la angustia y se puso a llorar desconsoladamente. Después de escucharla decir que no quería ir más al colegio, ató cabos y recordó los múltiples episodios de fiebre que venía sufriendo Victoria en los últimos meses. “Tenía dos compañeros con serios problemas de comportamiento. El grupo estaba desmembrado, de hecho ese año se habían ido cinco nenas. Llevábamos años arrastrando la problemática, había habido varias reuniones de padres con la directora y seguía todo igual. No pensábamos que realmente la estaba afectando tanto a Vicky, pero esa noche entendimos que necesitaba cambiar de colegio”, relata. Marisa y su marido decidieron tomarse la segunda mitad del año para recorrer escuelas y organizar la partida. “Cuando un chico dice que se quiere cambiar de colegio, hay que prestar atención, porque si llegó a expresarlo, tiene un motivo fuerte. No es habitual que haga ese planteo”, asegura Alejandra Scialabba. En todas las instituciones hay problemas, la diferencia está en cómo se trabajan y qué hace el equipo directivo con ellos.

Si la decisión del cambio tiene que ver con los vínculos, es fundamental hacer también un trabajo puertas adentro. Aunque esos conflictos no necesariamente tengan que ver con la conducta misma del chico, es necesario rever el impacto que hayan ocasionado en su autoestima. “Hay que resolver la parte que a nuestro hijo le haya afectado para fortalecerlo y que no vuelva a atravesar una situación similar, que aprenda a defenderse y plantarse desde otro lugar”, afirma Scialabba.

¿Qué hacer para ayudarlos a adaptarse a la nueva institución? Primero hay que saber que siempre puede haber resistencias y que lo ideal es bajar la incertidumbre que supone un nuevo ámbito y lograr cierta familiaridad.Por eso, las especialistas aconsejan que sean los padres quienes recorran y evalúen distintas escuelas, y que, una vez decididos, vayan con los niños a que conozcan su nuevo colegio para que puedan recorrer las instalaciones y hablar con las maestras. También es fundamental presentarse ante el grupo de padres, intercambiar teléfonos y generar invitaciones para una salida con los nuevos compañeros o para recibirlos en la casa.

Reconocer que se necesita un cambio es un aprendizaje para chicos y grandes, un modo de vivenciar que la vida se mueve y que para estar mejor a veces hay que tomar nuevos caminos.

 

¿Qué hacer?

  • Elegir el colegio capitalizando la experiencia anterior, en función de las prioridades de los adultos y teniendo en cuenta los intereses de los hijos.
  • Resaltarles lo que les puede resultar particularmente interesante del nuevo lugar: un patio más grande, los talleres extracurriculares, algún amigo que vaya ahí, por ejemplo.
  • Para evaluar una nueva institución, es clave hablar con otras familias de ese colegio.
  • Acompañar a los niños y tener una escucha atenta para generar un diálogo.
  • Ofrecerles espacios donde compartir momentos extraescolares con sus pares.
  • Presentarse ante el grupo de padres.
  • No olvidar que la actitud de los adultos hará que los chicos se sientan seguros y confiados.

 

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