Jujuy: La infinita belleza de la Pachamama

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Toda la región al norte de San Salvador de Jujuy, a lo largo del río Grande, contiene una riqueza infinita. Sus excepcionales paisajes están enmarcados por una sucesión de pueblos de distintos tamaños, similares características y variedad de atractivos.

Hace varios milenios, nada menos, los omaguacas ya transitaban esas tierras doradas, hoy convertidas en las callecitas inigualables de pueblos que se prolongan en los tiempos. Por aquellas épocas, los pueblos originarios ya habían desarrollado la alfarería y los tejidos con las lanas que les proveían las llamas, y con el bronce de los suelos pedregosos inventaban herramientas para sus labores y armas para su defensa.

Posiblemente hayan edificado miles de historias. Como la de ese lugar que parece desprendido de un monumento natural y al que cada una de las etapas geológicas le brindó una distinta tonalidad: el cerro de los Siete Colores, con Purmamarca allá abajo, como dándole el entorno de vida humana que lo diferenciará de un lugar solo transitado por los dioses. Posiblemente aquellos ancestros hayan caminado esos sitios en los que mucho después cobrará vida la calle San Martín, donde se inicia el recorrido que deriva en el cerro el Porito, para llegar al Mirador Geológico, allí donde la modernidad construyó un espacio interpretativo que explica el porqué de cada color del cerro. Esta es una de las postales argentinas más reconocidas en el mundo, el símbolo de una región que se caracteriza por su arquitectura colonial, los senderos de tierra, las leyendas, las tradiciones y las costumbres de los pueblos quebradeños, la inmensidad de las sierras, la serenidad de sus habitantes, el sol que todo lo abraza y esa belleza distinta, inconmensurable, de los paisajes del extremo norte de la república. 

La quebrada de Humahuaca se despliega por una extensión de 155 kilómetros, sobre alturas que promedian los 2000 metros, entre el serpenteante río Grande, subafluente del río Paraguay, y las cadenas montañosas de la Cordillera Oriental, que le dan cobijo. En ese trayecto se desarrollan con orgullo pueblos de todos los tamaños y de diversas historias: Bárcena, Coiuro, Tumbaya, Volcán, Purmamarca, Hornillos, Tilcara, Maimará, Juella, Perchel, Huacalera, Yacoraite, Uquía, Humahuaca, Azul Pampa y Tres Cruces, entre muchos otros, que trascurren por la RN 9 que llega a La Quiaca, en el límite argentino-boliviano y que la une con Villazón, por lo que es considerada una vía de acceso natural hacia el Altiplano. Se suele acceder a todas ellas desde la capital provincial, San Salvador de Jujuy, que, por caso, se encuentra a solo 27 km de Bárcena y a 183 km de Tres Cruces.

Esta es una zona especial para visitar en esta época. Las condiciones climáticas hacen que el invierno, fresco y seco, sea la estación ideal. Una característica es que el clima es seco y ventoso, con lluvias preminentes en las tardes de verano y una amplitud térmica muy marcada: de noche son frecuentes las heladas y durante días de sol la temperatura puede ser incluso mayor de 30 °C.

Otra imagen impactante de las infinitas que ofrece la región. Desde las callecitas centenarias de Purmamarca.

EL CORAZÓN DE LA QUEBRADA

Purmamarca se encuentra a 66 km de San Salvador. “Pueblo de tierra virgen”, en lengua aymará. También se la conoce por el nombre quichua: “pueblo del león”. Contiene a miles de turistas que permanecen allí o que solo pasan ante los más de un millar de habitantes estables. Suele ser base para recorrer la región, porque además se halla a solo 4 km de la RN 9, por la RN 52 (que a su vez corre paralela al río de la Quebrada), que es el acceso al Paso de Jama que une a la Argentina con Chile. 

A 2324 metros de altura sobre el nivel del mar, su epicentro es la tradicional plaza 9 de Julio, en la que permanentemente funciona una feria de artesanías que provee al mundo de los más pintorescos y codiciados productos del norte argentino. Se encuentra frente al cabildo más pequeño de todas las ciudades argentinas. En la actualidad contiene a la Biblioteca Popular Viltipico.

A pocos metros está la iglesia de Santa Rosa de Lima, donde cada 30 de agosto se celebra la fiesta patronal: es hermosísima, construida en 1648, de estilo puneño, con paredes de ladrillos de adobe, anchos muros y carpintería de madera de cardón. Contiene una única nave central y mantiene la antigua campana original. En 1941 fue declarada Monumento Histórico. En la misma manzana se ubica el “abuelo de Purmamarca”: así denominan a un algarrobo histórico con una copa que actualmente mide más de 30 metros de diámetro. Se calcula que tiene aproximadamente 700 años de antigüedad: bajo su sombra descansaron las tropas del Ejército del Norte que comandó el general Manuel Belgrano. 

Desde allí, la imagen del Siete Colores es imponente. En especial cuando, antes del mediodía, el sol le da de lleno, a las espaldas del espectador. La tradición dice que el cerro nace en la propia plaza. Y que también es el origen del Paseo de los Colorados que bordea el pueblo, un circuito de tres kilómetros que consiste en una huella de tierra por la cual se puede disfrutar del paisaje y admirar las formaciones geológicas, visitar el antiquísimo cementerio local y hacer trekking.

Purmamarca, un pueblo mítico que no para de crecer al pie del Cerro de los 7 colores.

RELIGIOSIDAD Y BELLEZA

Tilcara es otro de los hermosos enclaves de la región, que se caracteriza por sus fiestas, reuniones, celebraciones y espectáculos culturales. “Alegre, mágica y espiritual” es una de sus frases que la pintan cabalmente. Se encuentra entre la confluencia del río Grande y el Huasamayo. Como está sobre la margen derecha, se ingresa a través de un puente que conecta la ruta con el pueblo. Es el pueblo de la quebrada que concentra la mayor oferta de servicios y posibilidades para los visitantes. 

Toda la población del noroeste argentino es profundamente religiosa, muy creyente. Abundan los templos, como la iglesia histórica de Tilcara, plena de reliquias y tradiciones. Sitio de comienzo y final de la extraordinaria peregrinación a la Virgen de Copacabana de Punta Corral, que se encuentra en plena montaña. En cada Semana Santa se observan expresiones de incomparable misticismo de miles y miles de seguidores. Es esa Virgen a la que muchos le piden milagros y le realizan promesas, como lo hizo el plantel de la selección de fútbol dirigida por Carlos Bilardo, que en 1986 se preparó en el pueblo para el posterior Mundial de México y que prometió regresar si se clasificaban campeones. Las versiones sobre si cumplieron o no con la promesa están en entredicho, aunque en Tilcara aseguran que nunca regresaron.

Otro sitio rodeado de mucha mística se encuentra a tres kilómetros del pueblo: la comunidad Cueva del Inca. Se asegura que cada visita significa una “vivencia única, mágica y espiritual”. La recomendación apunta a realizar caminatas rodeadas de un armonioso paisaje natural hasta llegar a las Cuevas del Wayra, que se encuentran a 2900 msnm, entre parajes naturales y serranos. Es una región especial para admirar la flora y fauna autóctonas, y las sorprendentes formaciones geológicas: la leyenda asegura que los sabios ancestros se internaban en las profundidades de las cuevas para lograr silencio y aislamiento, y, a la vez, escuchar la voz de la Pachamama.

Un lugar increíble también es el Pucará de Tilcara, formado por numerosas construcciones realizadas por los indígenas tilcaras, a solo un poco más de mil metros al sur de la ciudad, sobre un morro de 80 metros de altura. Algunas leyendas indican que sus faldeos más accesibles, con formaciones rocosas y piedras volcánicas, rodeadas de grandes cardones y arbustos rastreros, fueron el epicentro de la defensa indígena ante los ataques conquistadores, ya que desde allí se domina un panorama amplio sin mayor exposición. Otras voces afirman que desde esa altura podían controlarse los campos de cultivo y las viviendas de los campesinos. Finalmente, también se asegura que siempre fue un lugar de profundo misticismo y religiosidad.

Es inacabable la lista de atracciones de los pueblos de la quebrada de Humahuaca. Uno de los orgullos turísticos de la Argentina. 

PUEBLO AUTÉNTICO 

Purmamarca pertenece a la comunidad de Pueblos Auténticos, que según su propia definición están emparentados por la naturaleza, la historia, los paisajes, las costumbres. “Los une una alquimia perfecta que solo se vivencia al andar por sus calles tranquilas y sentir la hospitalidad de su gente”. Se trata de una iniciativa que promueve el desarrollo turístico en pequeñas comunidades y que busca “poner en valor la identidad local de sus pueblos y revalorizar el patrimonio natural y cultural”. Los elegidos son los jujeños San Francisco de Alfarcito y Purmamarca; la isla Martín García y La Angelita, ambos bonaerenses; Gaiman y Camarones, de Chubut; el santafesino Moisés Ville; y el puntano La Carolina.

EXPERIENCIAS

Para una inmersión total en el espíritu de la región, lo ideal es alojarse en Purmamarca y poder recorrer caminando sus mercados, calles y cerros únicos. Situado al pie del cerro de los Siete Colores, el Hotel El Manantial del Silencio ofrece una experiencia única, gracias a su arquitectura colonial, su delicada decoración, sus vistas increíbles y un spa con pileta de aguas calientes. Otra opción es La Comarca Hotel con Encanto, con un estilo arquitectónico inspirado en el entorno natural y en la cultura de la región, recreando un caserío andino.